Octubre de 2018 será un mes histórico. Será el momento en el que se lance al espacio el telescopio más grande y potente jamás fabricado, el James Webb, sucesor del Hubble. El telescopio está hoy en día en plena fase de construcción y pruebas en la NASA. Ahora, cuando el proyecto entra en su recta final tras casi 20 años de planificación y desarrollo, es cuando mejor se puede admirar lo impresionante de este aparato.
El James Webb ha sido bautizado así en honor a James E. Webb, segundo administrador de la NASA hasta 1968 y una de las figuras fundamentales en el programa Apollo. Una de las piezas clave del telescopio es un enorme espejo de 6,5 metros de diámetro compuesto por 18 segmentos hexagonales más pequeños. Los espejos están fabricados con berilio y recubiertos en oro para aumentar la cantidad de luz infrarroja que son capaces de reflejar.
La otra parte clave del telescopio es su escudo solar, más o menos del tamaño de una pista de tenis. Este escudo, compuesto de varias membranas, impide que la luz solar llegue directamente a los instrumentos de la zona central, que tienen que mantenerse a una temperatura de -220º C para funcionar correctamente. Para entender su eficacia, y como explica la NASA, es como si el James Webb estuviera recubierto de crema solar con factor de protección 1.000.000.
Si no se produce ningún retraso en su fabricación y ensamblaje final, el James Webb se lanzará rumbo al espacio en octubre de 2018. Dada su potencia, su principal objetivo será observar las galaxias y formaciones espaciales más distantes del Universo. Aquellas que la tecnología actual no puede captar. Supondrá el comienzo de una nueva era en la investigación espacial.