La calma antes de una violenta tormenta que está a punto de desatarse sobre nosotros, precedida por densos nubarrones que ya avisan de la que está a punto de caer, o descomunales olas que alcanzan decenas de metros de altura y superan sin dificultad un faro que minutos antes nos parecía imponente pero ahora simula ser casi de juguete.
Olas de frío, tormentas de arena, lluvias torrenciales... No son fenómenos meteorológicos extraordinarios. De hecho, ocurren cada día. Y sin embargo, su magnitud es en ocasiones sobrecogedora si las condiciones meteorológicas se combinan para dar como resultado eventos de potencia salvaje.