En el mercado de la tecnología y los gadgets la competencia es feroz, nadie da tregua y el que no avanza se queda rápidamente obsoleto. En medio de un escenario con tantas presiones para innovar y mejorar constantemente, es lógico pensar "si algo funciona, ¿por qué cambiarlo?".
Eso se traduce en que en muchos casos los consumidores vean un nuevo producto y no puedan evitar la sensación de déjà-vu, o la leve idea de que eso que tienen ante sus ojos ya lo han visto antes en otro sitio.
Leve idea, a veces. Porque en otras ocasiones la inspiración es tan obvia que resulta casi sonrojante. Como consecuencia, las guerras de patentes y denuncias por violaciones de la propiedad intelectual se suceden entre las principales marcas cifrando las indemnizaciones en niveles millonarios.
Estos son algunos ejemplos que muestran cómo, en ocasiones, tantos beneficios da la innovación propia como echar un vistazo a la ajena, y quedarse con la copla.