En una remota aldea de Chernousovo, en la región de Tula, en Rusia, el mecánico retirado Mikhail Krasinets acumula más de 300 coches de época soviética en estado a menudo herrumbroso. Los vehículos rememoran lo que un día fue una vibrante industria automovilística que colapsó con el desplome de la URSS.