Ha pasado más de un mes desde el estallido de la crisis, cuando a finales de abril la Gaceta Oficial del país registró una reforma del Instituto Nacional de Seguridad Social (INSS), que reducía las pensiones un 5% y aumentaba las contribuciones tanto a empresas como trabajadores. La medida se demostró ampliamente impopular y sacó a la calle a miles de nicaragüenses de todos los estratos sociopolíticos, hundiendo la popularidad del hasta ahora imbatible presidente Daniel Ortega, líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional y exguerrillero contra la dictadura de Anastasio Somoza en los años setenta. Aunque Ortega dio marcha atrás en la medida, las protestas continúan, cada vez más violentas, igual que la represión.