Idomeni, el patio trasero de Europa

  • Pantalla completa
Campo de refugiados de Idomeni.
1 de 15
Comparte la fotografía

Campo de refugiados de Idomeni.

Foto: Fernando López Sierra
Campo de refugiados de Idomeni.
2 de 15
Comparte la fotografía

Campo de refugiados de Idomeni.

Foto: Fernando López Sierra
Campo de refugiados de Idomeni.
3 de 15
Comparte la fotografía

Campo de refugiados de Idomeni.

Foto: Fernando López Sierra
Campo de refugiados de Idomeni.
4 de 15
Comparte la fotografía

Campo de refugiados de Idomeni.

Foto: Fernando López Sierra
Campo de refugiados de Idomeni.
5 de 15
Comparte la fotografía

Campo de refugiados de Idomeni.

Foto: Fernando López Sierra
Campo de refugiados de Idomeni.
6 de 15
Comparte la fotografía

Campo de refugiados de Idomeni.

Foto: Fernando López Sierra
Campo de refugiados de Idomeni.
7 de 15
Comparte la fotografía

Campo de refugiados de Idomeni.

Foto: Fernando López Sierra
Campo de refugiados de Idomeni.
8 de 15
Comparte la fotografía

Campo de refugiados de Idomeni.

Foto: Fernando López Sierra
Campo de refugiados de Idomeni.
9 de 15
Comparte la fotografía

Campo de refugiados de Idomeni.

Foto: Fernando López Sierra
Campo de refugiados de Idomeni.
10 de 15
Comparte la fotografía

Campo de refugiados de Idomeni.

Foto: Fernando López Sierra
Campo de refugiados de Idomeni.
11 de 15
Comparte la fotografía

Campo de refugiados de Idomeni.

Foto: Fernando López Sierra
Campo de refugiados de Idomeni.
12 de 15
Comparte la fotografía

Campo de refugiados de Idomeni.

Foto: Fernando López Sierra
Campo de refugiados de Idomeni.
13 de 15
Comparte la fotografía

Campo de refugiados de Idomeni.

Foto: Fernando López Sierra
Campo de refugiados de Idomeni.
14 de 15
Comparte la fotografía

Campo de refugiados de Idomeni.

Foto: Fernando López Sierra

13.000 refugiados, 4.000 niños, esto es Idomeni en “blanco y negro”. Falta comida, ropa de abrigo, tiendas de campaña, todo en precario, y la climatología tampoco ayuda. Han recorrido más de 2500 kilómetros para encontrarse con una alambrada que produce rabia, indignación, e incomprensión. La única respuesta efectiva la ha dado la Sociedad Civil con la presencia de decenas de voluntarios de multitud de países.

Cuando lo fácil sería dejarse vencer, las personas siguen aferrándose a la esperanza de un mundo mejor. El Idomeni “en color” se refleja en lo cotidiano, la ilusión de un padre que muestra orgulloso a su hijo recién nacido, el de unas niñas lavando el pelo a sus muñecas o las mujeres que charlan alrededor del fuego.

La Unión Europea levanta muros con leyes injustas e impide el paso de los refugiados olvidando su pasado de éxodo, mientras que para el resto de la comunidad internacional Idomeni queda muy lejos. Solamente queda releer la Carta de los Derechos Humanos y ponerse los zapatos de los refugiados.

 

Mundo