Más de dos años y medio después del tsunami que golpeó el noreste de Japón, destruyendo la planta nuclear de Fukushima y cobrándose la vida de 16.000 personas, el Ministerio de Economía, Comercio e Industria de Japón reveló que diariamente se vierten al subsuelo 1.000 toneladas de agua desde la central nuclear, de las cuales unas 300 contienen sustancias altamente radiactivas que llegan al océano Pacífico.
En este contexto, el primer ministro, Shinzo Abe, ha anunciado que este mes pondrá en marcha un plan valorado en 21.000 millones de yenes (160 millones de euros) que recupera la vieja idea de congelar el suelo alrededor de los cuatro reactores dañados de Fukushima-1.
El gobierno evacuó a alrededor de 160.000 personas que viven cerca de la planta y se estableció una zona de exclusión obligatoria de 20 km, que sigue vigente hoy en día. Tokyo Electric Power Company todavía está luchando para contener el agua contaminada en la planta destruida. Los antiguos residentes se les permite regresar hasta una vez al mes, pero que están prohibidos pasar la noche. El fotógrafo de Reuters Damir Sagolj recientemente visitó la zona.