Una mañana en la zona cero de la cacerolada madrileña sirve para comprobar el discreto y silencioso encanto de la burguesía. Nunca una revolución empezó en una calle tan aburrida.
Una mañana en la zona cero de la cacerolada madrileña sirve para comprobar el discreto y silencioso encanto de la burguesía. Nunca una revolución empezó en una calle tan aburrida.
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