La arteria madrileña estrena hoy su semipeatonalización con mucho más espacio para los viandantes, árboles, bancos y semáforos nuevos. Coincide con el encendido de luces.
Los primeros anuncios llegaron en la primavera del año pasado. “La Gran Vía será semipeatonal antes de que acabe 2018”, decían los titulares. Meses después, en noviembre, el ayuntamiento adelantaba una nueva configuración del tráfico en la arteria madrileña para el periodo navideño que se quedaría para siempre. La gran novedad: dos carriles más para peatones, 5.400 metros cuadrados nuevos para caminar por una de las calles más emblemáticas de la capital. En lo estético, las palabras no acompañaban tanto: vallado sólido de hormigón a lo largo de todo el recorrido. A partir de este marzo, la cosa empeoró: la Gran Vía quedó empantanada por obras, cemento, grúas y una vista nada apetecible.