La arquitectura de Lanzarote tiene nombre propio: César Manrique. Nacido en 1919 en el barrio de Arrecife, siempre prefirió el calificativo de artista al de arquitecto, y es que dependiendo del momento se expresaba con unos medios u otros. De esta manera, a lo largo de su vida pintó, ideó edificios, hizo esculturas e incluso fabricó 'juguetes del viento', es decir, estructuras móviles de hierro que con el viento se volvían etéreas.
" Para mí era el lugar más bello de la Tierra y me di cuenta de que si ellos eran capaces de ver la isla a través de mis ojos, entonces pensarían igual que yo. Desde entonces, me propuse mostrar la belleza de Lanzarote al mundo", explicó Manrique en una ocasión, tal y como recoge la fundación que lleva su nombre. Y lo consiguió, ya que pese a la diversidad de proyectos que acometió, todos tenían un punto en común: su capacidad de fusionarse con la naturaleza.
Falleció a los 73 años, en septiembre de 1992, pero su legado sigue inspirando las nuevas obras arquitectónicas que se acometen hoy en día en la isla.