El abandono del palacio de Marqués de Salamanca

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El 23 de febrero de 2004, sin previo aviso, los funcionarios del Ministerio de Asuntos Exteriores encontraron sus mesas vacías. Una nota les informaba de que la sede del ministerio se había trasladado, "de forma provisional", desde el histórico palacete de la Plaza del Marqués de Salamanca, en Chamberí, hasta las Torres Ágora, al norte de Madrid, muy cerca de la estación de Chamartín. 

La mudanza se consumó en una noche debido a las quejas de algunos trabajadores de las plantas superiores, que denunciaban emanaciones de naftaleno, un material que se empleó para revestir los tejados y cuyos gases provocan enrojecimiento y picor en la piel y las mucosas corporales, además de naúseas y mareos a medio plazo. Fue personalmente la ministra Ana Palacio quien, después de minimizar durante meses el impacto del químico sobre la salud, ordenó un traslado inminente sin esperar a los informes detallados sobre la situación.

Desde entonces han pasado por la cancillería española Miguel Ángel Moratinos, Trinidad Jiménez y José Manuel García-Margallo, populares y socialistas, pero las obras aún no han comenzado. Como atestiguan las imágenes captadas por El Confidencial esta misma semana, el palacio se encuentra en situación de completo abandono, lejos de enfilar la "recta final" de su recuperación, como indican fuentes oficiales del ministerio.

 

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