Los diez representantes del equipo de refugiados en los Juegos Olímpicos tienen tras de sí historias sobrecogedoras repletas de obstáculos. Pese a ello, nada les ha impedido convertirse en atletas de élite gracias a su tesón y a la ayuda de organizaciones como la ONU o Amnistía Internacional.
Competirán en atletismo, natación y judo bajo una bandera naranja y negra que une bajo ella a los millones de refugiados de todo el mundo, que han huido de sus casas en busca de poder ganarse la vida de forma tranquila y sin sobresaltos.