Las ciudades que más odian a los turistas, como Venecia y Barcelona

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Barcelona
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Barcelona

Ada Colau llegó a la alcaldía con el compromiso de reducir la presión turística sobre la ciudad: “No queremos que se convierta en una tienda de 'souvenirs”. Y lo está cumpliendo. Ha reducido la oferta de viviendas en Airbnb, ha congelado licencias para nuevos hoteles e incluso ha propuesto un impuesto turístico, así como limitar el número de visitantes. Aun así, los vecinos siguen protestando contra la degradación de sus barrios.  

Ámsterdam
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Ámsterdam

La capital holandesa es otro de los ejemplos de una ciudad agobiada por su poder de atracción: los 17 millones de viajeros anuales recibidos ahora sumarán 30 en 2025, y las autoridades han dicho 'basta'. El propio ministro de Turismo dijo: “No gastamos ni un euro en el 'marketing' de la ciudad. No queremos a más gente”.   

Venecia
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Venecia

Ante las hordas de turistas que amenazan con invadir Venecia con la llegada del buen tiempo, el ayuntamiento de la ciudad ha decidido abrir una especie de 'corredor humanitario' (un acceso prioritario para tomar el 'vaporetto') para sus residentes. Se trata de una de las medidas que toma la ciudad para reducir la importancia del turismo y evitar el éxodo de los verdaderos venecianos.

Santorini
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Santorini

El año pasado, el puerto más activo de Grecia estalló: "El número de visitantes tiene que ser limitado". La pequeña isla de paredes blancas y tejados azules recibía alrededor de 800.000 turistas al año, concentrándose en su mayoría en los meses de verano. A partir de este año, no podrán entrar más de 8.000 al día.

Cinque Terre
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Cinque Terre

Esta hermosa zona en la costa italiana fue pionera a la hora de acotar el turismo. Con la llegada del buen tiempo, sus pueblos eran invadidos por grupos de viajeros y cruceristas. Este pintoresco rincón, declarado Patrimonio de la Humanidad, redujo los más de dos millones y medio de visitantes que recibía a un límite de un millón y medio con el fin de preservar su carácter.

Bután
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Bután

El turismo en el país asiático comenzó hace muy poco, en 1974. Desde entonces, el país se ha mantenido firme en su política de 'alto valor y bajo impacto': el número de turistas está restringido y hay que pagar alrededor de 200 euros al día por el visado.     

Islas Koh Khai
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Islas Koh Khai

Tailandia es uno de los países más populares entre los mochileros. En unos pocos años, se ha convertido en el centro neurálgico del turismo en el sudeste asiático. La presencia de viajeros en sus islas de arena fina y mar azul esmeralda se ha vuelto tan desproporcionada que en 2016 se cerraron al turismo para proteger los corales, la fauna y flora locales.    

Arlington
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Arlington

Esto seguro que sorprenderá a muchos. En el año 2015, la compañía de viajes Stratos Jets analizó alrededor de 40.000 tuits para determinar los lugares menos amistosos con los turistas de todo Estados Unidos. El estudio puso a la ciudad tejana en el primer lugar. Nueva York ocupó el segundo puesto.    

Onsen
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Onsen

Muchos turistas que viajan a Japón aprovechan para experimentar sus aguas termales naturales y baños en comunidad. Sin embargo, se encuentran con una restricción que afecta a muchos de sus visitantes: o bien prohíben la entrada a aquellos que tienen tatuajes o les obligan a cubrirlos. Los tatuajes siguen siendo un tabú en el país nipón debido a su relación con la mafia Yakuza.  

La afluencia masiva de turistas a las grandes ciudades es una de la principales causas de la transformación que están viviendo los centros urbanos. No solo por el encarecimiento de los alquileres y la multiplicación de pisos turísticos, sino también por la proliferación de hoteles, restaurantes y tiendas donde antes había viviendas y comercios de barrio.

Cuando el sonido de los 'trolleys' sobre el empedrado sustituye a las conversaciones vecinales, surgen las preocupaciones. Muchos temen que su barrio de toda la vida se convierta en un escaparate de chanclas, guías y mapas, como pasa en el centro de Barcelona o en toda Venecia. Nadie quiere que una ciudad se vacíe de habitantes y se llene de visitantes fugaces (ni siquiera los propios turistas).

Para evitar que una ciudad o paisaje natural se convierta en un parque temático, las propias autoridades establecen límites y restricciones al número de turistas. "No nos visiten tanto, por favor", parecen querer decir. A continuación, listamos las ciudades y zonas en las que, muy probablemente, no todos reciban al turista con los brazos abiertos

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