Hábitat, el proyecto que da una casa a los 'sin techo'

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La casa.
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La casa.

"Lo primero que te dicen es que es tu casa, que es algo tuyo. Eres un hombre y vas a gestionar tu vida. No vas a tener encima a una persona que te trate como a un niño".
Sin condiciones.
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Sin condiciones.

No hay condiciones para entrar en Hábitat. No se les pide que se incluyan en un programa de inserción o que sigan tratamientos médicos. Poco más que acceder a la visita de un técnico de la fundación y mantener una convivencia normal con el vecindario. La máxima: "Se les deja hacer lo que cualquiera de nosotros haríamos en nuestra casa", según explica el técnico que acompaña a Pepe, David Fortuño.
Los gastos.
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Los gastos.

De media, una casa de Hábitat cuesta 34 euros, en los que se incluyen el alquiler, los suministros, el personal de apoyo, etc. El beneficiario aporta, si tiene ingresos (Pepe cuenta con una pensión no contributiva de unos 300 euros) un 30% de ellos.
Un sitio donde te esperan.
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Un sitio donde te esperan.

"De repente sientes que tienes algo. Que te están esperando en algún lado. Aunque no haya nadie en casa: es un sitio en el que estar tranquilo, sin la preocupación del qué pasará... Donde no vas a tener miedo". A Pepe le han agredido varias veces en la calle. La más grave, le prendieron fuego. Tener una casa acaba directamente con ese problema. Cada año mueren unas 70 personas en la calle, un 25% de ellas, como consecuencia de la violencia.
Comida y salud.
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Comida y salud.

"En la calle me he podido pasar, y no es mentira, hasta 8 o 10 días sin comer. Pedía en el metro, y a lo mejor aguantaba con una mandarina que me daban. Y he tenido todos los ingresos (hospitalarios) del mundo y más. Del último, por una infección de corazón, no me daban posibilidades de vida". En la evaluación de Hábitat, se incluye un grupo de control que acude a los recursos tradicionales: de esas 70 personas han muerto 6. De los usuarios de Hábitat (38), ninguno.
Relaciones.
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Relaciones.

Pepe ha recuperado el contacto con su familia, tras tres años sin hablarse. "Tener una vivienda es la llave de muchas cosas. Seguridad, calidad de vida, tarjeta sanitaria, estar empadronado, lo que permite acceder a prestaciones que les corresponden... y cosas intangibles que son el motor del cambio en sus vidas. Tener un sitio de intimidad, y un sitio donde recibir a alguien. Cenar con la familia", cuenta José Manuel Caballol, director de Rais Fundación.
Redes de apoyo.
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Redes de apoyo.

"Qué miedo puedo infundir yo, un chaval que va en silla de ruedas y le falta un brazo y una pierna, ¡qué daño va a hacer! Pero antes iba por la calle y veía que a muchos les daba vergüenza ajena. Te giran la cara, cogen el bolso... De las negativas, los rechazos y las malas caras y miedos he pasado a recibir apoyos por casi todos lados. Porque tengo mi autoestima. Llevas otra cara y tú mismo te tratas de otra manera".
Una salida.
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Una salida.

David, el técnico de Rais que cada lunes visita a Pepe, lleva 14 años trabajando con gente sin hogar: "Si, después de 14 años, me sigo encontrando a la misma gente en la calle, es que algo no funciona en los recursos tradicionales. Hábitat demuestra que no es la gente la que fracasa. El 'tienes que, tienes que, tienes que' no vale para el caso de Pepe y otros muchos", cuenta él. Manuel Caballol les pone cifra: entre 8.000 y 9.000.
Pepe (33 años) vive desde finales de 2014 en una casa en Madrid cuyo alquiler y suministros paga Rais Fundación, dentro de su proyecto Hábitat, que sigue la metodología internacional Housing First: da una casa, de por vida y sin condiciones, a los sin techo que quedan fuera de los recursos tradicionales de ayuda. Los usuarios de Hábitat llevan una media de nueve años y medio de calle, y sufren un problema de salud mental, de adicción o una discapacidad. Él cumple varias de esas condiciones. Y cumple también con los buenos resultados que, hasta el momento, está teniendo la iniciativa (que lleva tiempo, por otra parte, en otros países): sigue en la casa, se siente más seguro, ha recuperado la relación con su familia y calidad de vida, ha disminuido el uso de los recursos de emergencia, el consumo de drogas... En Estados Unidos, se atribuye a Housing First una reducción del 30% del número de personas sin hogar crónicas entre 2005 y 2007. Desde 2014, Pepe no ha vuelto a dormir en la calle: "Prefiero no pensar en ello, pero también es algo que no quiero olvidar. No repetiría mi vida, pero todo lo que me ha pasado en ella me ha servido para algo. No quiero volver a tropezar en la misma piedra, que ya he tropezado con muchas". Esta es la casa que lo ha hecho posible.  
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