Los plátanos, amarillos. Las zanahorias, naranjas. Las berenjenas, moradas. Si alguien nos preguntara de qué color son estos alimentos, nadie dudaría en responder con los adjetivos que se han escrito en la frase anterior. Estas afirmaciones parecen irrefutables, indiscutibles y consolidadas a lo largo de la historia, pero... ¿se creería si le dijésemos que no siempre han sido así?
Así lo afirma Bruce Chasey, directivo del Centro de Biotecnología de la Universidad de Illinois, al explicar que el ser humano ha modificado tanto los alimentos durante su vida en la Tierra que algunos de ellos son prácticamente irreconocibles de su forma original. No hay que perder de vista que el hombre trabaja en la agricultura desde hace 12.000 años, tiempo más que suficiente para que los productos se vean alterados tanto morfológica como cromáticamente.
Aunque los intentos por mejorar los alimentos llevan produciéndose desde hace siglos, el apogeo de estos 'experimentos' llegó hace tan sólo unas décadas. En los 80, además de innovar con tachuelas y hombreras también se dio el paso a la ingeniería alimentaria: el descubrimiento de que era posible transmitir ADN de un producto a otro abrió un nuevo mundo de posibilidades que no se consolidó hasta 1994.
En este año fue cuando se confirmó el primer caso de alimento modificado genéticamente, un tomate al que llamaron Flavr Savr Tomato del que informó 'The New York Times'. “Este tomate causó una gran conmoción en la prensa”, pudo leerse en el citado medio de comunicación en relación al proyecto de la compañía californiana Calgene, que añadía: “Tarda más en madurar y algunos afirman que es más sabroso”.
En la galería que acompaña a este texto se puede comprobar de manera visual cómo han cambiado algunos alimentos con el paso de los años. ¿Se animaría a hincarle el diente a un plátano que tuviera pepitas dentro?