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El truquito para medir la huella de los neumáticos que nos cuesta 800 M al año
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Cambiar las ruedas pronto no es tan bueno

El truquito para medir la huella de los neumáticos que nos cuesta 800 M al año

Legalmente, la profundidad mínima de los neumáticos debe ser de 1,6 milímetros, pero suele aconsejarse el cambio al bajar de tres milímetros. Y se recomienda medirlo con una moneda. Pero la recomendación tiene efectos negativos

Foto: Suele aconsejarse el uso de una moneda de euro para medir la huella. (iStock)
Suele aconsejarse el uso de una moneda de euro para medir la huella. (iStock)

Deberíamos cambiar el colchón cada 10 años y el cepillo de dientes cada dos meses, acudir al podólogo una vez al año y al dentista cada seis meses. Probablemente sean consejos sensatos, pero es posible también que nadie se haya dedicado nunca a calcular cuánto podríamos invertir en seguirlos y cumplir todos los plazos ideales. Y con el automóvil sucede algo parecido: amortiguadores, líquidos de la mecánica, filtros, pastillas de freno... Pero si hay un elemento vital en un coche es el neumático, el único punto de contacto entre el vehículo y la calzada, y de su estado depende buena parte de nuestra seguridad. ¿Cuándo cambiarlos?

Como norma general, los neumáticos deben tener una profundidad del dibujo de, como mínimo, 1,6 milímetros, y por debajo de esa cifra podremos ser sancionados con una multa de 200 euros por neumático, la misma cantidad que si este elemento se encuentra en mal estado: grietas, chichones... No obstante, es muy habitual que se recomiende al usuario adelantar la sustitución, y cambiar las cubiertas cuando el dibujo de la banda de rodadura, o huella, tiene una profundidad inferior a tres milímetros. De hecho, ese consejo suele acompañarse de un truco casero para comprobar rápidamente la profundidad: utilizar una moneda de un euro, cuyo borde amarillento de níquel-latón mide, al parecer, esos tres milímetros.

placeholder Un truco fácil, pero sin base científica: el borde amarillo del euro mide más de tres milímetros.
Un truco fácil, pero sin base científica: el borde amarillo del euro mide más de tres milímetros.

Pero la moneda de un euro, que mide 23,25 milímetros de diámetro por 2,33 de grosor y pesa 7,50 euros, no tiene un borde de tres milímetros, sino de 3,25 milímetros aproximadamente, de manera que si empleamos esa referencia, estaremos cambiando los neumáticos cuando la profundidad de la huella es justo el doble de la mínima legal. Y, según advierten ahora desde la Fundación Española para la Seguridad Vial (Fesvial), seguir esa recomendación tiene un coste económico enorme a nivel europeo, pues calculan que si los automovilistas de la UE cambiasen las gomas de sus coches cuando la profundidad supera aún los tres milímetros, estarían gastando 800 millones de euros extra cada año en forma de aumento de combustible, y 6,1 millones más por tener que comprar neumáticos con mayor frecuencia.

Basándose en los resultados de un informe publicado por la auditora EY sobre el impacto económico y ambiental de la generalización de la retirada prematura de los neumáticos de turismo en la Unión Europea, Fesvial llega a hablar, incluso, de "un claro caso de manipulación de obsolescencia programada" y de "bulo sin fundamento", y recuerda que medir la profundidad legal del dibujo del neumático con una moneda de euro "es una práctica totalmente desaconsejable por razones de eficiencia y sostenibilidad, lejos de velar por la seguridad, además de causar un perjuicio directo a la economía de los usuarios".

Relación entre huella y seguridad

Una de las razones esgrimidas por quienes recomiendan cambiar los neumáticos mucho antes de alcanzar el mínimo legal de profundidad es la mejora de la seguridad; pero ni eso es tan claro. Porque, como recuerdan desde Fesvial, algunos neumáticos pierden eficacia rápidamente, mientras que otros mantienen sus prestaciones en sus diferentes niveles de desgaste, de modo que un neumático con 1,6 milímetros de profundidad de huella puede frenar mejor que otro neumático con tres milímetros. Y, según parece, los estudios sobre accidentología no son concluyentes para apoyar el cambio en la normativa que algunos demandan, y que llevaría ese mínimo legal, aprobado años atrás a nivel internacional, de 1,6 a tres milímetros.

Foto: En el mercado hay una amplia gama de neumáticos "allseason", un compromiso entre los de verano e invierno.

Michelin, por ejemplo, es uno de los fabricantes que defienden la norma actual, y que también apuesta por apurar el neumático hasta que la profundidad de su huella se acerque al mínimo legal. Porque, para empezar, la profundidad no lo es todo, y en la seguridad de un neumático influye también el diseño del dibujo, los materiales, la consistencia de su construcción o la tecnología aplicada en general a ese elemento, de manera que neumáticos con solo 1,6 milímetros de profundidad de huella, aún legales, pueden ser más seguros que otros con tres milímetros o más.

Además, y de acuerdo con estudios de la propia Michelin, los neumáticos gastados frenan mejor que los nuevos, lo que demostró hace años con un ejemplo práctico: equipó un coche con neumáticos nuevos de su modelo Primacy 4 en medida 205/55 R16 y realizó varias frenadas, y después repitió el test con ese mismo vehículo, pero dotado de los Primacy 4 en medida 205/55 R16, pero ya bastante gastados. El resultado no dejaba dudas: de media, la distancia de frenada fue 1,9 metros más corta con las gomas más usadas que con las nuevas.

placeholder Un buen neumático con poca huella puede agarrar más que uno peor con más huella.
Un buen neumático con poca huella puede agarrar más que uno peor con más huella.

Y se ha calculado que si cambiamos los neumáticos cuando la profundidad es de tres milímetros, en vez de esperar a que tengan 1,6 milímetros, el gasto del usuario en neumáticos aumentará un 40% de media durante la vida útil del vehículo. Por eso, los autores del estudio de EY opinan que si se implantara el aumento de la profundidad mínima de la banda de rodadura y hubiese que cambiar los neumáticos más a menudo, ese incremento de costes podría llevar a muchos automovilistas a no invertir en neumáticos de buena calidad para ahorrar; y si se eligen neumáticos con menor rendimiento debido a razones económicas, eso tendría un impacto negativo en la conducción y la seguridad vial. Por ejemplo, hay neumáticos de alta calidad que requieren menos metros para frenar en mojado con 1,6 milímetros de profundidad de huella que otros con profundidad superior a tres milímetros.

Por eso los autores del estudio proponen que los ensayos de adherencia sobre superficie mojada no se realicen solo con neumáticos nuevos, sino también con neumáticos que tengan el mínimo de profundidad de la escultura reglamentario, lo que daría mayor confianza a los consumidores.

Foto: El truco para saber si las ruedas que te están poniendo en el taller son nuevas o viejas. (CC/Wikimedia Commons)

No obstante, los neumáticos sí deberían cambiarse, aunque su profundidad de huella sea todavía legal, cuando la banda de rodadura presente desgastes irregulares o daños visibles, e incluso en función de su antigüedad, pues el paso del tiempo puede afectar a sus condiciones de adherencia y a partir de los 10 años conviene examinarlos. Y aunque el estudio de EY citado por Fesvial defiende que "la arquitectura, los componentes y las esculturas de los neumáticos están optimizados para garantizar el contacto con el suelo, evacuando el agua y manteniendo una adherencia máxima, y desempeñando adecuadamente el drenaje", parece evidente que, a mayor profundidad de huella en el neumático, mayor resistencia al peligroso fenómeno del aquaplaning, que nos priva del control del vehículo cuando hay grandes cantidades de agua en el asfalto y la huella de los neumáticos no es capaz de canalizarla toda, provocando que el neumático se separe de la calzada. De ahí que si conducimos por zonas con lluvias intensas frecuentes, sí puede ser recomendable anticipar un poco el cambio de neumáticos y no esperar a alcanzar el mínimo permitido.

El daño ambiental

Pero la sustitución prematura de los neumáticos no solo tiene efectos con nuestra economía o con la seguridad, pues también genera efectos sobre el medioambiente. Hace unos años, por ejemplo, Michelin ya concluía que el cambio demasiado frecuente de los neumáticos estaba obligando a fabricar 128 millones de neumáticos más cada año, solo en Europa, con una emisión añadida de 6,6 millones de toneladas de CO₂ a la atmósfera y un coste extra para los usuarios que entonces cifraba la compañía francesa en 6,9 millones de euros, muy cerca de los 6,1 millones de euros indicados ahora por el informe de EY.

placeholder El cambio prematuro de los neumáticos incrementa su impacto ambiental.
El cambio prematuro de los neumáticos incrementa su impacto ambiental.

El impacto ambiental sería de dos tipos. Por un lado, un impacto directo relacionado con la producción de neumáticos, como el agotamiento de recursos no renovables, la explotación de los recursos renovables o la generación de residuos y emisiones de gases de efecto invernadero.

Por otro lado, estarían los impactos indirectos, como el aumento del consumo de combustible del vehículo y, de nuevo, de las emisiones de gases de efecto invernadero. Porque, curiosamente, un neumático usado con su profundidad en el límite legal ahorra hasta un 4% de carburante en comparación con los neumáticos nuevos, cuya banda de rodadura ofrece mayor resistencia al avance y obliga al motor a consumir más.

Consejos para un buen neumático

Si el truco de la moneda de euro para medir la profundidad del dibujo no parece la mejor medida de control, pues nos recomendará cambiar los neumáticos cuando todavía tienen kilómetros por delante, sí hay otras acciones que el usuario puede llevar a cabo fácilmente para alargar la vida de los neumáticos, ahorrar un buen dinero y optimizar la seguridad. Por ejemplo, habituarnos a comprobar la presión de los neumáticos una vez al mes, operación que podemos aprovechar para observar con cierto cuidado su estado general. De hecho, los conductores no solemos prestar la atención que merecen, por lo que su mal estado es una de las principales causas de rechazo en las inspecciones técnicas de vehículos.

Foto: Foto: cortesía.

También hay que tener precaución al salvar pequeños obstáculos, como el borde de la acera en los accesos a garajes o algunos ralentizadores de velocidad especialmente agresivos. Y si estacionamos en línea en la calle, nunca deberemos dejar el neumático parcialmente subido al bordillo, pues es muy probable que se pellizque al subir o bajar de la acera.

Además, cuando los cuatro neumáticos todavía son operativos, es conveniente comprobar la profundidad del dibujo, pues en la mayoría de los casos se desgastan de forma más prematura los de un eje que los del otro, y es recomendable montar siempre los menos gastados en el eje posterior. En cualquier caso, tampoco es mala idea visitar un taller de confianza para comprobar el correcto montaje de los neumáticos, el estado de la banda de rodadura y la profundidad real de la huella. Y, si es necesario, sustituirlos.

Deberíamos cambiar el colchón cada 10 años y el cepillo de dientes cada dos meses, acudir al podólogo una vez al año y al dentista cada seis meses. Probablemente sean consejos sensatos, pero es posible también que nadie se haya dedicado nunca a calcular cuánto podríamos invertir en seguirlos y cumplir todos los plazos ideales. Y con el automóvil sucede algo parecido: amortiguadores, líquidos de la mecánica, filtros, pastillas de freno... Pero si hay un elemento vital en un coche es el neumático, el único punto de contacto entre el vehículo y la calzada, y de su estado depende buena parte de nuestra seguridad. ¿Cuándo cambiarlos?

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