BSA Gold Star, emblema de una industria legendaria que vuelve a la carretera

Poco a poco estamos asistiendo al renacimiento de la otrora prestigiosa industria motociclista británica, que curiosamente vuelve a la vida por obra y gracia de compañías indias. La antigua metrópoli, rescatada por sus colonias. Quién lo iba a imaginar. Desde los años 50 del pasado siglo Royal Enfield pervive gracias a la industria india y Norton ha sido recuperada por TVS Motors; y ahora es BSA la que resucita gracias a Classic Legends, que está participada en un 60% por Mahindra.

Recuperar BSA es recuperar la marca más importante de la industria motociclista británica. Birmingham Shorts Arms Ltd. se fundó en 1861 como una empresa de armamento, y en 1901 fundó su división motociclista. Si te gustan las series de TV, es probable que hayas disfrutado con Peaky Blinders, esa producción que tan bien retrata el hampa irlandés, y seguro que recordarás algún detalle del tráfico de armas que se traían entre manos, como esos camiones en cuyas lonas se leía, simplemente, BSA. Lo de las armas fue un negocio rentable para la fábrica británica, pero lo que le dio fama mundial a BSA fueron las motos.

El negocio creció tanto, que en 1953 BSA adquiere Triumph Engineering, creando el consorcio Triumph-BSA, el mayor fabricante del mundo en ese momento. Pero a partir de los años sesenta la industria británica entró en crisis por su falta de renovación, y BSA echó el cierre en 1973. Y ahora, 50 años después, sus nuevos propietarios han considerado oportuno poner en marcha su relanzamiento, y no de cualquier manera. Su primera moto es la BSA Gold Star, el modelo más emblemático de la marca.

BSA Gold Star

El modelo Gold Star se introdujo en el mercado en los años 30. BSA había desarrollado la Empire Star 500 con Wal Handley, destacado piloto de la época que ganó en 1937 la Brooklands Gold Star, superando las 100 millas por hora, algo más de 160 km/h, en aquella mítica pista inglesa. Fue un éxito muy sonado, y aprovechando esa publicidad BSA puso en el mercado en 1938 la BSA Gold Star en dos versiones, 350 y 500 cc.

En los años posteriores la BSA Gold Star se identificó como una excelente deportiva, porque no había muchas motos en el mercado capaces de superar las 100 mph, y la Gold Star se convirtió en un modelo habitual sobre el que realizar preparaciones, pasando a ser una buena base con la que iniciarse en el mundo de la competición.

Precisamente el punto de partida de la nueva BSA Gold Star es la DBD34 de 1963, la última versión del modelo original, a partir de la cual se ha producido una réplica muy fiel con la tecnología del siglo XXI. La Gold Star es un icono británico, y ese respeto casi sagrado por el pasado se refleja perfectamente en esta moto, que ha respetado escrupulosamente muchas medidas y formas de la Gold Star original.

Te podrán gustar más o menos las motos clásicas, pero cuando te plantas frente a esta moto no puedes dejar de reconocer su belleza y su poderoso atractivo, que está muy por encima de la moda vintage. Desde hace ya bastantes años los modelos de corte clásico han calado en el mercado y tienen cada vez más adeptos. Hay modelos de todo tipo, algunos con mayores prestaciones, pero el concepto es el mismo: una moto atractiva, sencilla y cómoda, de fácil manejo y que resulte tan práctica en el día a día como en un uso lúdico. Y la BSA Gold Star cumple sobradamente con estas premisas.

Tiene un motor monocilíndrico 4T de 652 cc, con una potencia de 45 CV a 6.500 rpm y un par motor de 55 Nm a 4.000 rpm. Equipa cambio de cinco velocidades, frenos de disco (320 milímetros el delantero) con pinzas Brembo de dos pistones y ABS desarrollado por Continental. El chasis es un clásico doble cuna en acero, y la suspensión está encomendada a una horquilla convencional delantera y dos amortiguadores traseros regulables en precarga. La fidelidad del diseño se aplica a las medidas de las ruedas, con una inusual llanta de 18 pulgadas delante y 17 detrás, y neumático Pirelli Phantom en medida 100/90-18 y 150/70-17, respectivamente.

Las medidas son muy ajustadas. Tiene el asiento a 780 milímetros del suelo, lo que permite a cualquiera plantar con seguridad ambos pies en el suelo. Su corta distancia entre ejes (1.425 mm) hace que disfrute de un bajo centro de gravedad, convirtiéndola en una moto muy manejable en cualquier situación, aunque con sus 213 kilos de peso no sea precisamente una moto ligera. Tiene un depósito de 12 litros de capacidad y un consumo, según anuncia la marca, de cuatro litros cada 100 kilómetros, lo que le da una autonomía de 300 kilómetros.

Entre su equipamiento, dispone de tomas USB, y también cuenta con una variada gama de accesorios, como una bolsa y maletas, una careta para el faro, espejos bajos, y manetas regulables, además de elementos de equipamiento como un barbour, que encaja perfectamente con la imagen de la moto.

Se va a comercializar en cinco colores, y su precio varía en función del diseño elegido. Los colores Highland Green y Dawn Silver tienen un PVP de 7.500 euros; si escogemos Insignia Red y Midnight Black sube a 7.800 euros; y el diseño Silver Sheen Legacy Edition tiene un PVP de 8.000 euros.

En marcha

No hay nada mejor que una tarde soleada para salir a rodar con esta moto. El sonido rotundo de su monocilíndrico y su vibración inicial te traslada a otra época, aunque afortunadamente las vibraciones se atenúan en marcha y la ruta resulta de lo más placentera. El motor resulta agradable al tacto del acelerador, y ofrece una curva muy plana, respondiendo con suavidad desde las 2.000 rpm, lo que la convierte en una ciudadana ejemplar para manejarse en el caos urbano.

En un primer vistazo todo encaja. La posición de conducción es confortable, y su bajo asiento no obliga a forzar la postura. Hay dos detalles mejorables: las piñas de los mandos resultan algo pobres y baratas, tratándose de una moto que llega a costar 8.000 euros, y los relojes están situados en una posición demasiado horizontal que obliga a distraer demasiado la atención de la carretera para leerlos, por no hablar de los displays LCD, que tienen una mala lectura.

Otro detalle a mejorar es la nula protección del escape en la parte del pasajero, que al apearse puede llegar a quemar accidentalmente el pantalón, como le sucedió al que esto escribe… Pero es algo fácilmente subsanable con un protector.

Dinámicamente el comportamiento de la Gold Star es muy agradable. La suave respuesta del motor y su agilidad permite manejarse con soltura. Su bajo centro de gravedad hace que el peso no influya excesivamente en su comportamiento, no hay inercias ni movimientos extraños, y el reglaje de la suspensión es efectivo, aunque quizás le habría venido bien un poco más de precarga en la suspensión trasera. El dibujo clásico de los Pirelli Phantom y sus medidas estrechas hacían desconfiar, pero los neumáticos respondieron bien y esas estrechas medidas son responsables de su formidable agilidad, que es, probablemente, la mayor virtud de la Gold Star.

Es una moto espartana que no está pensada para viajar gas a fondo, sino para moverse sin prisa, pero sin pausa, disfrutando del viaje. Es una moto polivalente y con encanto que quiere recuperar la gloria del pasado.

Ficha técnica. BSA Gold Star

Motor: Monocilíndrico 4T DOHC 4V, inyección electrónica.

Cilindrada: 652 cc.

Potencia: 45 CV a 6.500 rpm, par motor 55 Nm a 4.000 rpm.

Cambio: 5 velocidades.

Suspensiones: Horquilla convencional de 41 mm y dos amortiguadores traseros regulables en precarga.

Frenos: Un disco delantero de 320 mm con pinza de dos pistones, y disco trasero de 255 mm con un solo pistón. ABS.

Neumáticos: Pirelli Phantom Sportscomp 100/90-18 delante, 150/70-17 detrás.

Depósito de combustible: 12 litros.

Altura de asiento: 780 mm.

Peso: 213 kilos.