Precursor del Taycan y del nuevo Macan: Porsche ya desarrolló un coche eléctrico en 1900
Aunque después los motores de gasolina acabarían imponiéndose, la era pionera del automóvil parecía encaminada a la electromovilidad. Inventos como el de Ferdinand Porsche en 1900, aplicados después por la NASA en La Luna, sorprenden hoy
En 1900, tres décadas antes de fundar en la ciudad alemana de Stuttgart la oficina de ingeniería que finalmente se convertiría en una de las marcas de coches deportivos más famosas del mundo, el austriaco Ferdinand Porsche, nacido en la localidad de Maffersdorf (hoy pertenece a Chequia), protagonizó el desarrollo de un vehículo eléctrico que en aquel momento, cuando la historia del automóvil acababa de arrancar, fue considerado revolucionario. Y no porque el joven Porsche, que entonces contaba solo 24 años de edad, recurriera a la electricidad, un tipo de propulsión muy común en los coches de la época, sino por la solución técnica estrenada en aquel modelo: motores de cubo de rueda.
El invento causó sensación en el Palacio de la Electricidad de la Exposición Universal de París, una cita a caballo entre los siglos XIX y XX donde público y expertos podían admirar buena parte de los numerosos avances del momento. El nuevo sistema, que acabaría denominándose Lohner-Porsche, simplificaba el diseño de los primitivos coches eléctricos, y el periódico alemán Berliner Zeitung destacaba, al resumir su original arquitectura de propulsión, que "la innovación que marca un hito en este vehículo es la eliminación total de la transmisión intermedia, mediante la integración de los motores eléctricos en las ruedas delanteras".
Cinco caballos de potencia
Se trataba en realidad del primer trabajo de Ferdinand Porsche como codiseñador de automóviles, y quizás lo más sorprendente es que el prometedor ingeniero, atraído desde su niñez por la energía eléctrica, desarrolló aquel sistema en solo 10 semanas para la empresa vienesa Jacob Lohner & Co. Aquel coche eléctrico montaba un motor de cubo en cada una de sus ruedas delanteras. El rendimiento de cada una de esas máquinas eléctricas era de 2,5 CV de potencia, lo que permitiía al Lohner-Porsche alcanzar una velocidad punta de 32 km/h. Pero es que, además, el vehículo ideado por Porsche contaba con sistema de frenos en las cuatro ruedas, lo que representaba un hito en 1900.
Aquel motor de cubo de rueda marcó un antes y un después en su carrera, y el sistema Lohner-Porsche empezó a introducir evoluciones, ya que Ferdinand Porsche y Ludwig Lohner desarrollaron pronto ese mismo motor pero en tres tamaños y niveles de potencia, con hasta 12 CV por cada rueda, destinados a turismos, autobuses y camiones pesados. La autonomía de aquellos vehículos, equipados con pesadas baterías de plomo, era de unos 50 kilómetros.
Porsche decidió emplear también el nuevo sistema en la competición, dado que las carreras de coches se estaban haciendo cada vez más populares, de manera que ese mismo año fabricó un vehículo deportivo eléctrico con cuatro motores de cubo de rueda que ofrecían 14 CV, bautizándolo La Toujours Contente (Siempre Feliz). Había nacido el primer automóvil del mundo con tracción a las cuatro ruedas.
Y también el primer híbrido
Sobre la base de aquel sistema modular, Ferdinand Porsche también desarrolló el primer coche híbrido conocido en aquel momento: el Lohner-Porsche Semper Vivus (Siempre Vivo). La idea de la propulsión mixta, combinando energía eléctrica y gasolina, surgió porque las baterías estaban dando cada vez más problemas y la infraestructura de recarga era sencillamente inexistente. Así, en la versión de serie perfeccionada, denominada Mixte y que empezó a ser fabricada en 1901, estos inconvenientes se resolvieron con imaginación, haciendo que el motor frontal de gasolina, de cuatro cilindros, funcionara como fuente de electricidad móvil gracias a un generador.
En total se produjeron unos 300 vehículos basados en el sistema Lohner-Porsche, destinándose 40 de ellos al Cuerpo de Bomberos de Viena, mientras que el resto sirvieron como taxis o fueron adquiridos por particulares. Sin embargo, el motor de cubo de rueda, como los otros sistemas de propulsión eléctrica de la época, caería pronto en el olvido y sería eclipsado por otros conceptos más aptos para la producción en masa, como las mecánicas de gasolina. No obstante, a principios de la década de 1970 los ingenieros volvieron a recuperar la solución técnica creada por Lohner y Porsche, pues los tres vehículos LRV (Lunar Rover Vehicles) de la NASA empleados en las misiones lunares Apolo 15, Apolo 16 y Apolo 17, se impulsaban con motores de cubo de rueda eléctricos que aplicaban el sistema inventado por Porsche siete décadas antes.
En 1900, tres décadas antes de fundar en la ciudad alemana de Stuttgart la oficina de ingeniería que finalmente se convertiría en una de las marcas de coches deportivos más famosas del mundo, el austriaco Ferdinand Porsche, nacido en la localidad de Maffersdorf (hoy pertenece a Chequia), protagonizó el desarrollo de un vehículo eléctrico que en aquel momento, cuando la historia del automóvil acababa de arrancar, fue considerado revolucionario. Y no porque el joven Porsche, que entonces contaba solo 24 años de edad, recurriera a la electricidad, un tipo de propulsión muy común en los coches de la época, sino por la solución técnica estrenada en aquel modelo: motores de cubo de rueda.
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