Miden menos de tres metros de largo, no alcanzan altas velocidades y en su interior viajan, como mucho, dos personas. Hablamos de los microcoches, una especie de mezcla entre motocicleta y turismo que, aunque pueda parecer sorprendente, llevan entre nosotros desde la posguerra. La diferencia es que, ahora, buena parte de ellos ya no emiten CO2: los motores son eléctricos.
Quién iba a decir hace 75 años que lo que empezó siendo una especie de atajo para fabricar vehículos a precios reducidos en momentos de pobreza extrema, acabaría siendo parte de la fórmula para solventar el problema del tráfico en las grandes ciudades: congestión, contaminación, ruido, accidentes… Las zonas de bajas emisiones (ZBE), que ya son obligatorias para las ciudades españolas de más de 50.000 habitantes, resultan una medida en la lucha contra este problema, ya que, según explican desde Planet Energy, el portal sobre transición energética y sostenibilidad de Cepsa, fortalecen las superficies peatonales o carriles bici, y empujan a la ciudad hacia nuevos modelos de movilidad sostenible con la llegada de los carpooling (diferentes personas comparten vehículo) o los carsharing (alquiler individual de un coche por tiempo limitado: minutos u horas), entre otros.
Llega el microcoche eléctrico: ventajas y modelos disponibles
Entra en Planet Energy
En este último método de movilidad, el papel de los microcoches crece en empresas de carsharing como ShareNow . Cada vez es más común pasar junto a uno de ellos al doblar cualquier esquina de Madrid o Barcelona; y lo sorprendente es que con el móvil en la mano y una simple aplicación, puedes cogerlo, conducir hasta tu destino y dejarlo aparcado en cualquier rincón de ambas capitales pagando cierta cantidad por kilómetro recorrido. Esta corriente supone una puerta abierta hacia un futuro donde las ciudades estarán repletas de este tipo de vehículos, con el propósito de agilizar el transporte gracias a su reducido tamaño.
Cuando hablamos de automóviles de dos plazas, lo más común es pensar en los cuatriciclos ligeros, es decir, aquellos que alcanzan como máximo 45 km/h y solo requieren el permiso de conducción AM. Técnicamente no son coches, a diferencia de otros vehículos con la misma apariencia que ya podemos ver en el mercado y que circulan a velocidades superiores.
De estos últimos apenas hay datos de venta concretos, pero de los cuatriciclos sí. Durante 2022 se matricularon 3.464 unidades, de las cuales un 39% fueron eléctricos. De hecho, la electrificación en esta categoría creció en 2022 un 43%, con respecto al año anterior, según datos de la Asociación Nacional de Empresas del Sector de Dos Ruedas (Anesdor). “Estamos inmersos en un proceso de transformación de la movilidad, y en este entorno crecen los vehículos de menor tamaño y también los eléctricos. Los minicoches están encontrando su hueco y probablemente veamos cómo cada vez más marcas entran en este segmento”, aseguraba José María Riaño, secretario general de la Asociación.
Pero, en la práctica, ¿qué ventajas aportan los microcoches eléctricos? En primer lugar, no requiere de amplios espacios para aparcar, por lo que adiós a los problemas de aparcamiento. Los costes de mantenimiento también son menores, hay pocos elementos que puedan desgastarse. Además, hay que tener en cuenta sus beneficios fiscales: el pago de impuestos es menor. Y finalmente, estos vehículos no consumen combustible y las emisiones son nulas. Y la buena noticia es que la red de carga en las ciudades sigue creciendo.
En la actualidad grandes marcas como Toyota o Citroën, con el C+Pod y el AMI, ya apuestan por estos tamaños reducidos con mecánicas eléctricas, pero hay más ejemplos como el Microlino de la compañía suiza Micro Mobility. Si quieres saber más sobre sus ventajas y conocer todos los modelos que ya están disponibles en el mercado, entra en Planet Energy.
