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Esta autovía lleva años construyéndose en España: por fin estará disponible para los conductores en octubre
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Esta autovía lleva años construyéndose en España: por fin estará disponible para los conductores en octubre

El último tramo de la A-22 entre Huesca y Lleida ya está en marcha, mejorando la seguridad y conectando la región con el eje norte peninsular

Foto: Una autopista (iStock)
Una autopista (iStock)

Los conductores que circulen entre Huesca y Lleida ya pueden recorrer de principio a fin la autovía A-22. Tras más de dos décadas de trabajos intermitentes, retrasos administrativos, problemas técnicos y parones por la crisis económica, el último tramo —12,8 kilómetros entre Siétamo y Huesca capital— se inaugura en octubre, completando así un proyecto que comenzó en 2003 con la variante de Monzón, según informó el Diario del Alto Aragón.

El nuevo tramo ha supuesto una inversión cercana a los 69 millones de euros e incluye tanto un desdoblamiento de la N-240 como un trazado de nueva construcción. Consta de dos carriles por sentido, arcenes de 2,5 metros y cuatro accesos estratégicos: Siétamo, Loporzano, Montearagón y la conexión con la A-23. Además, se han levantado viaductos sobre los ríos Botella y Flumen y se han instalado radares fijos para mejorar la seguridad vial.

La culminación de la A-22 alivia a quienes cada día transitaban por uno de los tramos más peligrosos de la N-240, el Estrecho Quinto a la vez que convierte a la autovía en un corredor estratégico. Gracias a su unión con la A-23 (autovía Mudéjar) y la A-21 (autovía del Pirineo), se abre un eje alternativo al valle del Ebro, conectando Navarra, Aragón, Cataluña y País Vasco con mayor fluidez y seguridad.

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Aunque la distancia entre Huesca y Lleida es de apenas 113 kilómetros y no presenta grandes complicaciones orográficas, la A-22 ha sido un ejemplo de cómo los trámites y las circunstancias económicas pueden eternizar una obra pública. El último tramo no recibió luz verde ambiental hasta 2007 y quedó paralizado con la crisis de 2008. Las obras no se retomaron hasta 2018, prolongándose durante siete años, muy por encima de los 36 meses inicialmente previstos.

Durante la inauguración, el ministro de Transportes, Óscar Puente, destacó que la A-22 es “una apuesta por la cohesión territorial y por evitar la despoblación”, además de facilitar la actividad empresarial en sectores clave como el agroalimentario y acercar los Pirineos a los mercados europeos. También subrayó que se trata de una infraestructura “moderna, segura y más sostenible que la carretera convencional”.

El trazado atraviesa los municipios de Siétamo, Loporzano, Quicena y Huesca. Para garantizar la permeabilidad territorial, se han construido diez pasos superiores e inferiores y se ha mantenido la N-240 como vía de servicio. En materia medioambiental, la obra incorpora revegetación con hidrosiembra, plantación de especies arbóreas y mezclas bituminosas que reducen el ruido del tráfico.

Con esta apertura, Aragón se sitúa como una de las comunidades con mayor inversión estatal en carreteras en relación a su PIB, reforzando su papel como nodo de comunicaciones entre el norte y el este peninsular.

Los conductores que circulen entre Huesca y Lleida ya pueden recorrer de principio a fin la autovía A-22. Tras más de dos décadas de trabajos intermitentes, retrasos administrativos, problemas técnicos y parones por la crisis económica, el último tramo —12,8 kilómetros entre Siétamo y Huesca capital— se inaugura en octubre, completando así un proyecto que comenzó en 2003 con la variante de Monzón, según informó el Diario del Alto Aragón.

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