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Investigadores españoles diseñan un biodiésel fabricado con restos de comida
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EXPERTOS DE LA UNIVERSIDAD DE CÓRDOBA

Investigadores españoles diseñan un biodiésel fabricado con restos de comida

El aceite obtenido para el combustible procede del contenido lipídico de la propia comida desechada como de aceites ya usados, grasas, carnes, sebo de cordero y aceite de pescado

Foto: Investigadores españoles diseñan un biodiésel fabricado con restos de comida. (Reuters)
Investigadores españoles diseñan un biodiésel fabricado con restos de comida. (Reuters)

Vas circulando con tu coche y te das cuenta de que estás a punto de entrar en reserva, por lo que te diriges hacia la gasolinera más cercana. Cuando llegas, repostas como lo haces de manera habitual, para poder reemprender la marcha y seguir utilizando el vehículo por la ciudad. Lo que quizá no sepas es que, con lo que acabas de llenar tu depósito son, literalmente, los restos de tu cena de ayer. Esa es la increíble idea que ha tenido un equipo de investigadores españoles.

Un equipo de científicos de la Universidad de Córdoba ha sido capaz de crear un biocombustible a partir de los desperdicios de alimentos de restaurantes. En concreto, lo que hacen es extraer los ácidos grasos de estos restos, que son los que convierten en un tipo de biodiésel con menor coste energético y más sostenible que otros que ya existen en el mercado y que, además, cumple con las propiedades fundamentales que exige la normativa europea.

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"El aceite que hemos obtenido procede tanto del contenido lipídico de la propia comida desechada como de aceites ya usados, grasas, carnes, sebo de cordero y aceite de pescado. Tras el procesado, el biodiésel que se logra podría usarse en motores comerciales", indica la investigadora de la Universidad de Córdoba Pilar Dorado, responsable del trabajo, a la Agencia SINC, consiguiendo un combustible que podría ser utilizado sin problemas en motores comerciales.

En primer lugar, lo que se hace es extraer las grasas de los alimentos, eliminando las partes sólidas, obteniendo ácidos oleicos, palmíticos y linoléicos. Una vez conseguido, el siguiente paso es aplicarle una técnica llamada transesterificación, con la que se convierten estos restos en el biodiésel propiamente dicho. A través de un catalizador y de un alcohol, se somete a los triglicéridos a una reacción a temperatura constante que genera un compuesto llamado alquilo, es decir, el biodiésel.

Sin embargo, en ese proceso de transformación han introducido, como novedad, el ultrasonido. Y es que la presencia de esta técnica da lugar a que se utilice menos cantidad de catalizador y se reduzca el consumo de energía en el proceso de transformación, lo que hace de este biodiésel un producto mucho más sostenible que otros que ya existen en el mercado. Y, además, se aprovechan los restos de alimento que, de otra manera, no tendrían otro uso, según publican en la revista 'Fuel'.

placeholder Foto: EFE.
Foto: EFE.

De momento, los expertos aseguran que es necesario ajustar en mayor medida la estabilidad del biodiésel a la oxidación, el rendimiento y el contenido total de glicéridos, algo fundamental para que este tipo de biodiésel pueda salir a la venta de manera inmediata. De igual manera, los expertos sostienen que se podría utilizar mezclándolo con gasóleo o con la simple adición de antioxidantes fenólicos, compuestos naturales que ayudan al mejor rendimiento del motor.

Este descubrimiento puede ser fundamental a la hora de aprovechar mejor los recursos, De hecho, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), cerca de un tercio de la producción de alimentos destinados al consumo humano se desperdicia, lo que supone una cantidad cercana a los 1.300 millones de toneladas al año. Quién sabe si, en cuestión de años, puede ser transformado en uno de los biocombustibles más sostenibles que se conocen.

Vas circulando con tu coche y te das cuenta de que estás a punto de entrar en reserva, por lo que te diriges hacia la gasolinera más cercana. Cuando llegas, repostas como lo haces de manera habitual, para poder reemprender la marcha y seguir utilizando el vehículo por la ciudad. Lo que quizá no sepas es que, con lo que acabas de llenar tu depósito son, literalmente, los restos de tu cena de ayer. Esa es la increíble idea que ha tenido un equipo de investigadores españoles.

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