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Una cerveza de más nos puede costar 500 euros y 4 puntos del carné
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ALCOHOL Y CONDUCCIÓN, UN PELIGROSO CÓCTEL

Una cerveza de más nos puede costar 500 euros y 4 puntos del carné

Más del 25% de los accidentes de tráfico en España provocados por el consumo de alcohol

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Un conductor de un peso medio que se beba tres o más cervezas y se siente al volante lo estará haciendo con una tasa de alcohol superior a 0,60 mg/l y eso es algo que está tipificado como un delito contra la seguridad vial. El alcohol afecta de manera distinta a unas personas y otras en función del peso o de su estado anímico, pero la mejor manera de asegurarse de no tener problemas de multas o de accidentes es no beber ni una gota de alcohol si se va a conducir.

Estos días del mes de agosto, con fiestas en muchos pueblos de la geografía española en periodo vacacional, es un momento en el que en muchos casos se combinan dos actividades que por separado son gratificantes, pero que juntas suponen un grave peligro, como son beber alcohol y conducir.

El alcohol es uno de los factores de riesgo más frecuentemente implicados en los accidentes de tráfico. Se ha llegado a calcular que de cada 100 accidentes mortales, el alcohol está implicado de uno u otro modo en entre 30 y 50 de ellos, según destaca el Comisariado Europeo del Automóvil, CEA, en un informe.

El Reglamento General de Circulación establece que no se puede conducir un vehículo cuando la tasa de alcohol en sangre sea superior a 0,5 gramos por litro, o de 0,25 miligramos de alcohol por litro en aire espirado. ¿Pero ese valor a que equivale en realidad?

En el caso de un hombre de unos 70 kg basta con que haya bebido dos cervezas o una copa y media de vino para que, en un control de alcoholemia, presente una tasa de entre 0,25 y 0,50 mg/l en aire expirado, con lo que sería sancionado. Para una mujer de unos 60 kg de peso, una cerveza o una copa de vino bastarán para alcanzar esa misma tasa de alcohol. La multa a la que se enfrentaría una persona con estos niveles de alcohol, de entre 0,25 y 0,50 mg/litro es de 500 euros y la pérdida de 4 puntos de su permiso de conducir.

Cuando el alcohol ingerido asciende a 3 cervezas o 3,5 copas de vino, en el caso del hombre, o a 2 cervezas o 2 copas y media de vino en el caso de la mujer, la tasa de alcohol ascendería a más de 0,60 mg/l. En este caso ya constituye un delito penal que conlleva la retirada del permiso de conducir de 1 a 4 años y hasta 3 o 6 meses de prisión.

Desde la entrada en vigor de la última reforma de la Ley de Seguridad Vial, el 9 de mayo de 2014, se ha incluido además otra sanción adicional para los conductores reincidentes. Para éstos, tomados como tales aquellos que hubieran sido sancionados en el año inmediatamente anterior por dar positivo en un control de alcoholemia, la sanción pasa a ser de 1.000 € y la detracción de 6 puntos del carné de conducir.

Desde CEA se recuerda que todos los conductores de vehículos están obligados a someterse a las pruebas de alcoholemia al igual que todos los usuarios de la vía que estén implicados en algún accidente, incluso los peatones. La negativa a someterse al test de alcoholemia puede suponer sanciones administrativas o, si existe mediación en un accidente o cuando hay síntomas de embriaguez aguda, será un delito. Tanto la negativa a realizar las pruebas, como el hecho de dar positivo en el control, pueden suponer también la inmovilización del vehículo.

El alcohol afecta negativamente a los conductores en su comportamiento por diversos factores. El primero de todos ellos es un cambio en su comportamiento como consecuencia de la mayor euforia y una falsa seguridad que le lleva a pensar que conduce mejor con un poco de alcohol.

También hay un incremento de las infracciones cometidas, como consecuencia en parte de esa mayor euforia que conlleva una pérdida de prudencia, pero sobre todo porque el alcohol hace que se capten peor la señales de tráfico y otras marcas viales, como los semáforos.

Tanto la negativa a realizar las pruebas como el hecho de dar positivo en el control de alcoholemia puede suponer también la inmovilización del vehículo

Otro aspecto importante en esta peligrosa combinación entre alcohol y conducción, es que se altera el tiempo de reacción. El alcohol produce un importante retraso de las respuestas frente a las estimulaciones sensoriales, llegando a disminuir los reflejos y el tiempo de reacción ante la aparición de un obstáculo.

Con el alcohol, la atención del conductor también se ve disminuida y esto da lugar a una mayor facilidad para sufrir un accidente. Según el estudio de CEA, con una tasa de alcoholemia de 1,5 g/l la probabilidad de sufrir un accidente es 22 veces mayor que en el caso de un conductor que no haya bebido antes de sentarse al volante.

El alcohol también hace que nos sintamos más cansados físicamente. Y es que como depresor, el alcohol hace que la fatiga muscular y sensorial sea mayor de lo normal, da lugar a una disminución de la alerta y la vigilia. Así, el cansancio suele aparecer con bastante rapidez, así como los estados de somnolencia y las pequeñas pérdidas de conciencia ante los estímulos de la carretera y del vehículo.

Sin duda, la mejor manera de conducir es hacerlo con 0,0 de alcohol. Si se va a hacer un desplazamiento, piénselo antes de sentarse al volante y no beba nada de alcohol. Y si una vez en su destino bebe alguna bebida alcohólica, que con moderación puede ser interesante, luego vuelva a su destino en taxi o deje las llaves de su coche a un amigo que no haya bebido. Es por su bien y por el de todos los que circulamos por las carreteras o las calles de la ciudad cada día.

Un conductor de un peso medio que se beba tres o más cervezas y se siente al volante lo estará haciendo con una tasa de alcohol superior a 0,60 mg/l y eso es algo que está tipificado como un delito contra la seguridad vial. El alcohol afecta de manera distinta a unas personas y otras en función del peso o de su estado anímico, pero la mejor manera de asegurarse de no tener problemas de multas o de accidentes es no beber ni una gota de alcohol si se va a conducir.

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