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Mini Cooper D, más grande y menos consumidor
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PRUEBA DE LA VERSION MÁS INTERESANTE

Mini Cooper D, más grande y menos consumidor

La tercera generación del Mini se posiciona como un coche bastante más interesante que su antecesor porque ofrece un coche más grande y con una buena carga tecnológica en su interior

La tercera generación del Mini se posiciona como un coche bastante más interesante que su antecesor porque ofrece un coche más grande y con una buena carga tecnológica en su interior, pero al mismo tiempo con un consumo homologado de solo 3,5 litros. Y todo ello sin renunciar a la filosofía de los modelos de la marca británica y sobre todo a su conducción similar a la de un kart.

Si las dos anteriores generaciones fueron una verdadera revolución en el segmento del coche pequeño, el nuevo Mini lo es aún más. Pero al mismo tiempo conserva esa imagen del modelo que Sir Alec Issigonis dibujó sobre una servilleta a finales de los años cincuenta. Aquel fue un modelo que revolucionó la forma de entender el automóvil por su sencillez y su coste reducido.

Y esta nueva generación del Mini, de la que de momento solo se ofrecen en el mercado las variantes de 3 puertas que hemos probado esta semana y la completamente nueva en la familia Mini, la que incorpora la carrocería de cinco puertas, crecerá muy pronto. La nueva variante Clubman será la tercera de esta nueva etapa y se mostrará en el Salón de Francfort, en septiembre próximo.

El Mini que hemos probado en esta ocasión es el Cooper D, un vehículo que combina un motor de gasóleo de tres cilindros unido a un cambio manual de seis marchas. Quizá el coche más interesante de toda la gama porque combina unas prestaciones más que suficientes, con sus 205 km/h de velocidad punta y una buena alegría de marcha con un consumo homologado de carburante, casi imbatible, de 3,5 litros cada 100 km.

El nuevo modelo de Mini es más largo y más ancho, 10 y 2 centímetros respectivamente, pero también más bajo que su antecesor, lo que le proporciona un aspecto exterior más robusto y dinámico que el anterior. Pero pese a estos cambios y el consiguiente crecimiento, yo diría que recuerda más la imagen del clásico modelo británico de los años sesenta y setenta.

En lo que no tiene ni punto de comparación es en su apartado tecnológico. Aquel viejo Mini era sencillo y muy barato, mientras que el nuevo tiene de todo lo que puede llevar un coche moderno, conectividad con internet, acceso a aplicaciones móviles, al e-mail o a la redes sociales, luces de LED, y ayudas a la conducción de última generación. Vamos, que es un coche equipado como una buena berlina o un compacto, pero en un tamaño reducido.

Las sensaciones cuando uno se sienta al volante de este Mini son realmente buenas. Y por eso no es de extrañar el éxito comercial del modelo británico y que a las personas que tienen un Mini les cueste mucho trabajo cambiar de coche. Estos clientes fieles muchas veces solo cambian de manera de entender el automóvil por las necesidades familiares como la llegada de los niños, que complican mucho al usuario de Mini.

Lo primero que sorprende del coche es su tamaño. A simple vista ya se aprecia claramente que es un coche más ancho y mejor asentado sobre el asfalto, lo que juega a su favor en el dinamismo que transmite a su conductor. Además, recuerda más al Mini de siempre que su antecesor por sus nuevas proporciones y tiene algunos rasgos de diseño que le dan un toque muy personal. Eso es algo en lo que la nueva Mini, de la mano de BMW, ha marcado una nueva forma de hacer.

Y nada más abrir la puerta se aprecia que el coche es bastante más amplio. Es más largo, pero además tiene una mayor distancia entre ejes, lo que permite un habitáculo bastante más amplio que el de su antecesor. Incluso en lo que a maletero se refiere hay un crecimiento de volumen hasta alcanzar los 211 litros, con un aumento de 51 litros frente a su antecesor. Gracias a ello ahora es un coche más normal en este sentido, más utilizable.

Todo el salpicadero es nuevo, manteniendo el estilo típico de los nuevos Mini, pero reduciendo detalles un poco exagerados de la anterior generación. Lo más llamativo es su nuevo cuadro de instrumentos a la altura del volante, que ahora incorpora dos relojes, un clásico velocímetro en el centro y a la izquierda un cuentavueltas incrustado en el primero. Ofrecen una muy buena visibilidad de datos, mucho mejor que en el anterior Mini.

Y sobre todo destaca esa consola central redonda, reformada respecto a la de su antecesor y que ahora integra una pantalla de 8,8 pulgadas, con la que se manejan todos los sistemas. Los mandos para su gestión están en la parte baja, junto a la palanca de cambios. Ofrece muchas opciones en función del grado de terminación del vehículo y de su equipamiento.

Hemos probado el Cooper D, la variante diesel intermedia de la gama, el que sinceramente creo que es el más interesante si lo que se busca es un coche útil, para moverse mucho por la ciudad y los alrededores, pero para hacerlo con agilidad y consumiendo lo menos posible.

La gama diesel cuenta con tres alternativas, el One de 95 caballos, este Cooper D de 115 CV y como tope de gama, y creo que muy exagerado, el SD de 170 caballos, al menos para un coche como este y un usuario normal.

Al motor se le nota poco que es un tres cilindros. Sube de vueltas con bastante contundencia, ofrece su par máximo a partir de las 1.750 vueltas y por ello es bastante elástico. Eso sí, si pisamos a fondo el acelerador desde pocas vueltas entonces encontraremos ese ruido de propulsor de tres cilindros que, al menos a mí, no me da buena sensación. Pero su funcionamiento es muy bueno, de verdad.

Lo mejor es que a esa buena elasticidad y su tacto agradable de conducción se suma un consumo realmente destacable. Los 3,5 litros de consumo homologado se quedan cortos si realmente queremos sacar partido de todo lo que ofrece el motor. Es un propulsor con turbo, y esa característica hace que el consumo sea variable en función de cómo pisemos el acelerador. En cualquier caso, estaremos ante un coche muy económico en el que podemos estar por debajo de los 4,5 litros en una conducción suave, pero que puede subir hasta casi los 6,0 litros si le damos más al acelerador.

Quizá el hecho de que sea un tres cilindros puede tirar para atrás a algún posible cliente, pero esta forma de pensar no tiene ningún sentido hoy en día, y menos con este vehículo. Además, muchos fabricantes optan ya por esta tecnología downsizing para lograr consumos mucho más ajustados en sus modelos.

En cuanto a su comportamiento, es delicioso, al menos para mi gusto. Suspensiones bastante duras pero sin llegar a ser incómodas, un coche bastante bajo con unos movimientos de carrocería prácticamente nulos y una dirección muy rápida, con un tacto de volante que raya la perfección. Y también una caja de cambios manual con unos movimientos de la palanca muy precisos. Es lo más parecido a un kart que se puede comprar para circular por la calle y es una verdadera gozada de utilizar a diario. Lo que no les aconsejo es la suspensión deportiva opcional, que es durísima y muy incómoda.

El coche aporta un nivel tecnológico muy avanzado, y sobre todo en lo que a conectividad se refiere. El primer escalón de esta es la llamada e-call, que conecta en caso de accidente directamente con los servicios de emergencia. Un segundo escalón de la conectividad se refiere a su compatibilidad con iPhone y Android. Cada vez se ofrecen más aplicaciones disponibles para su uso en el automóvil, de redes sociales, de estilo de conducción para mejorar la manera de conducir, de gestión de correo electrónico, de agenda y demás.

Por último, en un tercer escalón se sitúa la opción Mini-Connect XL. Esta incluye el Journey Mate, que es el verdadero compañero de viaje virtual, dispuesto a solucionar todos nuestros problemas mientras usamos el coche. Por ejemplo, permite interactuar entre el coche y el móvil, organizar un viaje, preparar recorridos, conocer el tiempo en las distintas zonas, saber la hora de llegada, buscar incluso una plaza deaparcamiento en el destino.

La tercera generación del Mini se posiciona como un coche bastante más interesante que su antecesor porque ofrece un coche más grande y con una buena carga tecnológica en su interior, pero al mismo tiempo con un consumo homologado de solo 3,5 litros. Y todo ello sin renunciar a la filosofía de los modelos de la marca británica y sobre todo a su conducción similar a la de un kart.

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