Los bancos no pagan aranceles, pero los aranceles les acabarán pasando factura
Los aranceles comerciales de Trump suponen un problema para las acciones bancarias, aunque no se encuentren en la línea de fuego directa
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Los banqueros no importan ni exportan zapatillas ni coches, pero eso no significa que sean inmunes a los aranceles. De hecho, los prestamistas estadounidenses se enfrentan a un posible triple golpe del nuevo régimen comercial anunciado por el presidente Donald Trump el miércoles. La gran amenaza es que una guerra comercial conduzca a una recesión o, en su defecto, a un crecimiento económico mucho más lento. Los ingresos de los bancos caerán a medida que los clientes, tanto consumidores como empresas, reduzcan sus préstamos, y también podrían tener más dificultades para pagar sus deudas.
Mientras tanto, una economía moribunda podría ejercer presión a la baja sobre los tipos de interés a largo plazo, incluso si la inflación persiste y mantiene altos los tipos a corto plazo. Esto reduciría aún más los beneficios bancarios. En medio de toda esta incertidumbre, es probable que la negociación se ralentice y que la inversión empresarial caiga en picado, lo que afectaría a las comisiones de Wall Street.
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No es de extrañar que los nuevos anuncios de aranceles torpedearan las acciones de los grandes prestamistas estadounidenses. El jueves, el índice KBW Nasdaq Bank sufrió su peor caída en un día —casi un 10%— desde marzo de 2023, tras el colapso de Silicon Valley Bank. Los grandes bancos han borrado todas sus ganancias desde las elecciones de noviembre, cuando se recuperaron con la esperanza de un repunte en la negociación de acuerdos y en la actividad empresarial. Estas amenazas estarán en boca de los inversores la semana próxima, cuando JPMorgan Chase, Wells Fargo y Morgan Stanley publiquen sus resultados del primer trimestre. Los bancos estadounidenses “no están en la línea de fuego directa de los aranceles, pero se ganan la vida prestando y haciendo negocios con todas las empresas que sí lo están”, afirma John McDonald, analista bancario de Truist Securities. “Las repercusiones secundarias en los consumidores también son críticas para los bancos”.
Los grandes prestamistas estadounidenses están muy expuestos a la suerte de los consumidores a través de sus carteras de tarjetas de crédito. Datos recientes muestran que los compradores han aumentado el endeudamiento medio de sus tarjetas familiares a niveles no vistos en varios años. En algunos segmentos, incluso se han retrasado más en los pagos. Esto ha suscitado, con razón, preocupación sobre la vulnerabilidad del comprador estadounidense ante crisis económicas. Por lo tanto, los presupuestos de las familias podrían verse aún más afectados por el sobrecoste de los bienes gravados. Los prestamistas podrían ser los primeros en notarlo a través de pagos atrasados y de un menor gasto en esas tarjetas.
Los grandes prestamistas estadounidenses están muy expuestos a la suerte de los consumidores a través de sus carteras de tarjetas de crédito
Los bancos también podrían ser los primeros en mostrar signos de tensión de otra forma. Dadas sus prácticas contables, actúan casi como un sistema de alerta temprana sobre la salud de los consumidores. Deben provisionar las posibles pérdidas futuras de sus préstamos a lo largo de toda su vida útil. De modo que los datos económicos que apunten a una ralentización del crecimiento pueden llevar a los bancos a realizar grandes dotaciones que afecten a sus ganancias mucho antes de que los consumidores muestren dificultades evidentes. Además de los consumidores, las empresas también son un riesgo.
Incluso si muchas compañías consiguen trasladar el alza de costes arancelarios a los compradores, es probable que sus ingresos se resientan. Eso podría reducir la demanda de nuevos préstamos y desanimar a sus juntas directivas. Ejecutivos y directores podrían mostrarse reacios a fusiones y ofertas públicas, lo que afectaría a las comisiones de los bancos. El declive en la actividad de consumidores y empresas podría empeorar si los bancos tienen problemas para rentabilizar los préstamos. Una coyuntura económica a la baja suele rebajar los tipos a largo plazo. El rendimiento del bono del Tesoro estadounidense a 10 años cayó el jueves hasta alrededor del 4,03%, su nivel más bajo desde octubre pasado.
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Normalmente, si la economía se enfría, la Reserva Federal recorta los tipos de interés a corto plazo. Ello ayuda a los bancos a rebajar las tasas de los depósitos, su principal fuente de financiación. Así se podría aliviar la presión sobre los márgenes de beneficio (la diferencia entre lo que pagan por financiarse y lo que ganan prestando). Los aranceles podrían complicar el panorama. Si impulsan la inflación, es posible que la Fed se vea obligada a mantener tipos altos. En ese caso, los bancos tendrían menos margen para recortar las tasas de depósito y sus beneficios podrían resentirse. Con todo, el daño no impactaría por igual en todos los bancos.
Los bancos de Wall Street con grandes mesas de negociación podrían recibir un impulso gracias a la volatilidad del mercado, en especial en la compraventa de acciones. Los volúmenes medios de negociación en Estados Unidos crecieron de un año a otro en enero, febrero y marzo, según datos de Morgan Stanley. Aun así, en el pasado han existido momentos de "buena" volatilidad, cuando los inversores están dispuestos a apostar, y otros de "mala" volatilidad, a menudo causados por la incertidumbre política que desalienta a los inversores. La última vez que las acciones bancarias cayeron con tanta fuerza se desató un gran pánico económico. Ahora, son las víctimas.
*Contenido con licencia de The Wall Street Journal. Traducido por Federico Caraballo
Los banqueros no importan ni exportan zapatillas ni coches, pero eso no significa que sean inmunes a los aranceles. De hecho, los prestamistas estadounidenses se enfrentan a un posible triple golpe del nuevo régimen comercial anunciado por el presidente Donald Trump el miércoles. La gran amenaza es que una guerra comercial conduzca a una recesión o, en su defecto, a un crecimiento económico mucho más lento. Los ingresos de los bancos caerán a medida que los clientes, tanto consumidores como empresas, reduzcan sus préstamos, y también podrían tener más dificultades para pagar sus deudas.