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Se suponía que los aranceles de Trump impulsarían el dólar, pero ha ocurrido justo lo contrario
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Se suponía que los aranceles de Trump impulsarían el dólar, pero ha ocurrido justo lo contrario

La preocupación de que el crecimiento a largo plazo de EEUU se desvanezca podría ser más importante para la moneda que el impacto mecánico de los aranceles

Foto: Donald Trump durante un mitin en Montana, Estados Unidos. (Getty/Michael Ciaglo)
Donald Trump durante un mitin en Montana, Estados Unidos. (Getty/Michael Ciaglo)
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Aunque el presidente Trump siempre ha alegado que quiere un dólar más débil, el consenso entre los inversores era que sus políticas lo fortalecerían. Resulta que tenía razón, pero quizás en el peor de los sentidos.

El jueves, tras la presentación por parte de Trump de una serie de aranceles punitivos con motivo del "día de la liberación", las acciones cayeron en Asia y Europa y los futuros apuntaban a una apertura negativa del mercado estadounidense. Lo que resultó más inesperado es que el dólar estadounidense se desplomó frente a la mayoría de las principales divisas. El WSJ Dollar Index, un indicador basado en una cesta de divisas, ha perdido más del 5 % este año y se encuentra por debajo de donde estaba el 5 de noviembre, antes de su repunte postelectoral.

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Esto está haciendo quedar bastante mal a los analistas de Wall Street, ya que la mayoría les decía a los inversores, incluso hasta el mismo momento en que se anunciaron los aranceles el miércoles, que las políticas proteccionistas harían subir la moneda. La idea era que la disminución de las compras de productos extranjeros reduciría el déficit comercial y, por lo tanto, la demanda estadounidense de divisas. Además, el crecimiento de Estados Unidos está superando al de la zona euro, lo que históricamente ha sido positivo para el dólar.

En cambio, los especuladores han pasado a apostar fuertemente contra el dólar, según muestran los datos de derivados de la Comisión de Negociación de Futuros de Productos Básicos de Estados Unidos. La repentina caída no puede deberse realmente a que los aranceles aumenten el riesgo de recesión. El dólar suele fortalecerse tanto en las recesiones como en las expansiones porque los inversores buscan refugio en él, creando la famosa "sonrisa del dólar". ¿Por qué se ha equivocado el mercado? Quizá el dólar esté en cotas tan caras ajustadas a la inflación que era previsible que cayera. O, como sostienen algunos inversores, la agresión económica de EEUU contra sus aliados está erosionando el estatus de "reserva global" del dólar.

El dólar suele fortalecerse tanto en las recesiones como en las expansiones porque los inversores buscan refugio en él

Esto último supondría una victoria para la administración. En 2024, el principal asesor económico de Trump, Stephen Mnuchin, subrayó la necesidad de abordar el déficit comercial penalizando a los bancos centrales y tesoreros extranjeros por aparcar activos en Estados Unidos. Esto está en consonancia con la opinión de que la demanda de refugio sobrevalora el dólar y supone una "carga exorbitante" para la economía estadounidense. Sin embargo, esto carece de apoyo empírico, ya que las compras extranjeras oficiales más altas tienden a coincidir con un dólar más débil. Las reservas mundiales de dólares se han estancado desde 2018, ya que el dólar subió un 16 %, según cifras del Fondo Monetario Internacional.

Otra explicación, menos favorable para Trump, es que la fe en el potencial económico a largo plazo de EEUU se está desvaneciendo. Los operadores de divisas se pueden dedicar a perseguir a corto plazo los diferenciales de rendimiento de los bonos, sin embargo, en períodos de cinco años, la diferencia en el rendimiento de las acciones entre EEUU y Europa ha mostrado una correlación del 70 % con los movimientos del dólar y el euro desde 2001. Esto sugiere que una buena parte de la fortaleza del dólar se debe a inversiones que siguen el crecimiento relativo de la productividad económica, impulsada en gran medida por Silicon Valley, que obtiene enormes beneficios y convierte a EEUU en un gran exportador de bienes tecnológicos y, especialmente, de servicios.

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Los mercados podrían estar anticipando ahora otro cambio estructural. El impulso rearmamentista está alimentando las esperanzas de una reactivación económica en Europa, justo cuando la historia de crecimiento de EEUU se ve empañada por el proteccionismo y los competidores chinos en inteligencia artificial. Desde luego, el propio auge de China pone de manifiesto que el ejemplo clásico del libre comercio tiene fallos y que el gobierno de EEUU también debería intentar promover industrias clave. La deslocalización para reducir costes a menudo ha perjudicado a los trabajadores, ha creado cadenas de suministro frágiles y ha hecho que las empresas estén menos dispuestas a innovar. Gigantes industriales en apuros como Intel y Boeing pueden dar fe de ello.

El problema es que los aranceles de Trump han sido repentinos y erráticos. La lista del miércoles de aranceles recíprocos para cada socio comercial es un buen ejemplo, ya que no se basan en ningún cálculo que tenga sentido económico. Es probable que estas políticas estén afectando a la inversión empresarial en lugar de inducir a las empresas a reubicar la producción mediante un enfoque específico y gradual. Más que a los milagros de desarrollo de Asia, estas políticas se parecen a los defectuosos experimentos de América Latina con la "sustitución de importaciones". Es cierto que la relocalización de los trabajos de montaje de General Motors y Ford desde México podría reportar beneficios. Pero hacer lo mismo con todas las piezas de automóvil, incluidos los componentes de poco valor, como los textiles y los mazos de cables, haría que la industria automovilística estadounidense se volviera muy ineficiente. Esto se suma a las probables represalias de otros países y a los aranceles del 100 % sobre los vehículos eléctricos chinos heredados de la era Biden.

La lista del miércoles de aranceles recíprocos para cada socio comercial no se basa en ningún cálculo que tenga sentido económico

Los fabricantes de automóviles estadounidenses destacan en los segmentos de camiones y SUV, donde los consumidores estadounidenses son especialmente exigentes. No obstante, tienen dificultades para producir coches de menos de 25 000 dólares, incluso antes de los aranceles. Además, Tesla es una marca de lujo. Si el mercado estadounidense se aísla, empresas extranjeras como Toyota y Hyundai, que dominan los modelos económicos, podrían innovar menos en sus plantas estadounidenses que en el extranjero.

Esto es lo que sucedió en Brasil y Argentina, porque sus intentos de construir una industria automotriz propia protegieron a las empresas de la competencia exterior entre los años cincuenta y ochenta. Contrasta con cómo Japón, Corea del Sur y China crearon fabricantes de automóviles de primera categoría combinando el proteccionismo con la disciplina de los mercados extranjeros. Centrarse demasiado en los déficits comerciales pasa por alto el hecho de que la competitividad y la rentabilidad de los productos estadounidenses comercializables han desempeñado un papel clave en la determinación del valor del dólar. En este momento, están siendo cuestionados.

*Contenido con licencia de The Wall Street Journal. Traducido por Federico Caraballo

Aunque el presidente Trump siempre ha alegado que quiere un dólar más débil, el consenso entre los inversores era que sus políticas lo fortalecerían. Resulta que tenía razón, pero quizás en el peor de los sentidos.

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