El indicador bursátil más famoso de Estados Unidos está más roto de lo normal
El Dow Jones Industrial Average acapara toda la atención y presenta una imagen distorsionada de lo que está ocurriendo con las acciones
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El Dow Jones siempre ha tenido fallos, pero ha mantenido su estatus como indicador icónico de las acciones estadounidenses porque una mezcla de suerte y de diseño hizo que en la mayoría de los casos coincidiera con el mercado en general. Ya no es así.
Lejos de seguir la estela del índice S&P 500 de las principales empresas de EE. UU., el Dow Jones Industrial Average se ha quedado a la sombra en los dos últimos años. Quedó por detrás del S&P en más de 10 puntos porcentuales en 2023 y 2024, un pésimo rendimiento solo igualado en dos años desde que se introdujo el S&P 500 en 1957 (ambos, 1980 y 1998, fueron tiempos de agitación económica). El problema actual del Dow Jones son las grandes tecnológicas. Sin embargo, la razón por la que sufre este problema es más fundamental: el Dow es un índice horrible que fue diseñado para una era de selección humana de valores y reglas de cálculo y está terriblemente anticuado en la era automatizada de seguimiento de índices.
La mayoría de los inversores profesionales ignoran el Dow, aunque prestan mucha atención al Nikkei 225, el índice japonés que presenta los mismos defectos. Sin embargo, el Dow recibe una enorme atención en los medios de comunicación y entre los inversores ordinarios, presentando una imagen distorsionada de lo que está pasando con las acciones de Estados Unidos. Empecemos por el problema actual. El entusiasmo por la inteligencia artificial ha llevado a los Siete Magníficos valores de Alphabet, Amazon.com, Apple, Meta Platforms, Microsoft, Nvidia y Tesla a constituir casi un tercio del S&P 500. Los movimientos en el S&P están dominados por si es un buen o un mal día para las grandes tecnológicas. Pero en el Dow, estos siete valores representan solo el 13,9%, y Meta, Tesla y Alphabet no aparecen.
En su lugar, el Dow otorga a cinco valores que apenas importan al mercado en su conjunto el mismo peso que los Siete Magníficos tienen en el S&P. Aparte de Microsoft (tercero en importancia en el Dow, al igual que en el S&P), los cinco valores más importantes del Dow son Goldman Sachs, UnitedHealth, Home Depot, Caterpillar y Sherwin-Williams. Juntos representan el 32% del Dow, pero solo un 2,6% del S&P. Lo que mueve al S&P importa relativamente poco al Dow, y cada vez más lo que mueve al Dow importa aún menos al S&P. La razón de todo esto es una decisión de diseño que hoy resulta extraña, pero que tenía sentido cuando se creó el Dow: se pondera por precio, no por valor de mercado. Cuanto más alto es el precio de una acción, más se mueve el Dow.
El Dow otorga a cinco valores que apenas importan al mercado en su conjunto el mismo peso que los Siete Magníficos tienen en el S&P
Esto es así a pesar de que el precio de la acción no importa en absoluto en el mundo real. Los movimientos en el precio importan, por supuesto, pero el hecho de que una acción esté, digamos, a 62 dólares, como Cisco Systems, o a 647 dólares, como Goldman, no supone ninguna diferencia. La ponderación de precios facilitó el cálculo del índice en la época anterior a los ordenadores y al fácil acceso a los recuentos de acciones de las empresas, pero hoy resulta anacrónica.
Además, el Dow no está formado por las mayores empresas, sino que se supone que es representativo de los Estados Unidos. Un comité de índices de S&P Dow Jones Indices, parte de S&P Global, decide qué empresas entran en el índice. El comité —que incluye a dos editores de The Wall Street Journal— ha elegido a menudo nuevos miembros en el momento más inoportuno, incluida la incorporación de Microsoft e Intel poco antes del estallido de la burbuja de las puntocom. El S&P 500 no es perfecto para representar el mercado, pero es mucho mejor que el Dow.
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El resultado es que el S&P y el Dow se mueven en direcciones opuestas con más frecuencia que nunca. Desde que se introdujo el S&P 500 en 1957, uno subía y el otro bajaba como promedio uno de cada diez días. Ahora divergen uno de cada cuatro días, incluso más que durante el frenético periodo de la burbuja de las puntocom en 1999-2000 o la masacre del mercado de bonos de 1994.
Si se produjera un desplome de los costosos valores de IA, los inversores que siguieran al Dow estarían mucho mejor aislados que los del S&P. No obstante, quienes deseen diversificar fuera de los Siete Magníficos tienen una alternativa mucho mejor: comprar un ETF que siga al S&P ponderado equitativamente. Esto equivale a comprar la media de las 500 mayores empresas, porque el índice da el mismo peso a Apple, con su valor de mercado de 3,4 billones de dólares, que al fabricante de piezas de automóvil BorgWarner, de 7.000 millones de dólares —y, por suerte, en este momento es similar al Dow.
*Contenido con licencia de The Wall Street Journal. Traducido por Federico Caraballo
El Dow Jones siempre ha tenido fallos, pero ha mantenido su estatus como indicador icónico de las acciones estadounidenses porque una mezcla de suerte y de diseño hizo que en la mayoría de los casos coincidiera con el mercado en general. Ya no es así.