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La industria farmacéutica se enfrenta a su propio momento DeepSeek

No se trata solo de inteligencia artificial: las biotecnológicas chinas están desarrollando fármacos más rápido y más barato que sus homólogas estadounidenses

Foto: Foto: Reuters/John Gress
Foto: Reuters/John Gress
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El momento DeepSeek de la industria biotecnológica se produjo el pasado otoño.

Fue entonces cuando Summit Therapeutics, respaldada por el multimillonario Bob Duggan, anunció que su fármaco había superado a Keytruda, la exitosa terapia de Merck, en un ensayo comparativo contra el cáncer de pulmón. Keytruda, un monstruo de la inmunoterapia que mueve 30.000 millones de dólares al año, es el fármaco más vendido de la industria farmacéutica y ha dominado el mercado durante mucho tiempo. Por ello, la aparición de un competidor capaz de hacerle frente supuso un acontecimiento radical. Y lo que es más sorprendente: Summit había obtenido la licencia del fármaco apenas dos años antes de una biotecnológica china poco conocida llamada Akeso.

Foto: Robert F. Kennedy Jr. y Donald Trump. (Reuters/Carlos Barria)

La noticia disparó la capitalización bursátil de Summit en miles de millones de dólares y la catapultó a los primeros puestos de la biotecnología, a pesar de no contar con ningún fármaco aprobado. Aunque el fármaco de Summit aún no ha recibido la aprobación reglamentaria estadounidense, los resultados marcaron un antes y un después en la industria, subrayando la amenaza competitiva que emana de China. El ascenso de China en biotecnología lleva años gestándose, pero ahora es imposible ignorarlo. En 2020, menos del 5% de las grandes transacciones farmacéuticas por valor de 50 millones de dólares o más estaban relacionadas con China. En 2024, esa cifra había aumentado hasta casi el 30%, según DealForma. Dentro de una década, muchos de los medicamentos que lleguen al mercado estadounidense se habrán originado en laboratorios chinos.

El auge de la biotecnología en China es similar al de la tecnología. En ambos casos, China ha ascendido en la escala de valor, pasando de fabricar bienes a convertirse en un centro de innovación más sofisticado, compitiendo en sectores antes dominados por Estados Unidos. En primer lugar, en la última década han regresado a China muchos de los mejores científicos formados en Estados Unidos, lo que ha impulsado la aparición de centros biotecnológicos en torno a Shanghái. Y al igual que DeepSeek ha creado un chatbot formidable —supuestamente con un presupuesto reducido y un acceso limitado a los semiconductores—, las empresas biotecnológicas chinas también son más ágiles y aprovechan una mano de obra altamente cualificada y de bajo coste que puede moverse con mayor rapidez.

El ascenso de China en biotecnología lleva años gestándose, pero ahora es imposible ignorarlo

Además, las empresas pueden realizar ensayos clínicos por una fracción de lo que costarían en Estados Unidos, mientras que los recientes cambios en el sistema regulador chino han agilizado y acelerado el proceso de aprobación para poner en marcha un estudio. Por ahora, gran parte de la innovación biotecnológica china es incremental más que revolucionaria. Muchas empresas se centran en mejorar los fármacos existentes, modificando su composición química, aumentando su eficacia o diferenciándolos en aspectos clave.

No obstante, la innovación china no deja de mejorar y ya está empezando a perturbar el ecosistema estadounidense de desarrollo de fármacos. Durante décadas, la industria biotecnológica estadounidense ha prosperado en núcleos como Boston-Cambridge y el área de la bahía de San Francisco, impulsada por el talento procedente de centros académicos de primer orden como el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y la Universidad de Stanford. Estas empresas biotecnológicas tienen un cliente insaciable en las grandes farmacéuticas, que están dispuestas a pagar mucho dinero por nuevos medicamentos que sustituyan a los que ya no están protegidos por patentes. Aunque eso no va a desaparecer, los directivos de las grandes empresas farmacéuticas están ampliando sus horizontes. ¿Por qué gastar 10.000 millones de dólares en adquirir una empresa biotecnológica estadounidense con un fármaco en fase intermedia cuando se puede obtener la licencia de una molécula similar en China por una fracción del precio?

Foto: Sede de Eli Lilly. (Reuters/Mike Blake)

El candente mercado de los medicamentos contra la obesidad es un buen ejemplo. Eli Lilly y Novo Nordisk son las empresas dominantes con fármacos GLP-1 como Wegovy y Zepbound. En esta fase del mercado de fármacos contra la obesidad, tiene sentido que algunas grandes farmacéuticas se salten el desarrollo de una inyección e intenten fabricar una píldora más cómoda. Merck y AstraZeneca son dos de las farmacéuticas que buscan una vía de entrada, y ambas han recurrido a China para obtener fármacos orales en fase inicial de desarrollo. A finales de 2024, tras rastrear el mercado en busca de activos contra la obesidad —presumiblemente con la vista puesta en empresas estadounidenses como Viking Therapeutics, que cotiza a un valor de mercado de unos 3.700 millones de dólares—, Merck optó por conceder la licencia de un fármaco oral GLP-1 a la china Hansoh Pharma. El acuerdo: 112 millones de dólares por adelantado, con pagos potenciales por hitos de hasta 1.900 millones de dólares. Un año antes, AstraZeneca había hecho un movimiento similar, pagando 185 millones de dólares por adelantado con hitos futuros por un total de casi 1.830 millones de dólares en un acuerdo con la china Eccogene.

Estas "gangas" son excelentes para las grandes farmacéuticas. Sin embargo, para las empresas biotecnológicas estadounidenses —y sus inversores de capital riesgo— están planteando verdaderos retos. Los inversores tienen cada vez más dificultades para valorar las biotecnológicas en fase inicial porque es difícil predecir la competencia que puede surgir en China. Esta es al menos una de las razones por las que el ETF S&P Biotech se ha mantenido prácticamente plano en los dos últimos años, mientras que el S&P 500 ha subido un 48%. "Es incuestionable que esto ha resultado muy negativo para el ecosistema biotecnológico estadounidense", afirma Tim Opler, director gerente de banca de inversión de Stifel. "La verdadera cuestión ahora es cómo adaptarse. ¿Cómo mantener el liderazgo en innovación al tiempo que se mejora la rentabilidad y la rapidez?".

Merck y AstraZeneca son dos de las farmacéuticas que buscan una vía de entrada, y ambas han recurrido a China

Desde la perspectiva del paciente, la creciente competencia mundial es una victoria. A los enfermos de cáncer probablemente les da igual en qué país se haya desarrollado un medicamento. Lo que importa es que funcione. Pero para los responsables políticos centrados en mantener la ventaja competitiva de Estados Unidos, el auge de la biotecnología en China es una llamada de atención. La carrera por la innovación no se limita a la inteligencia artificial o las criptomonedas, sino que se extiende a las ciencias de la vida.

La asociación de Summit con Akeso no pasó desapercibida para Merck. Apenas unos meses después de los resultados de los ensayos clínicos de Summit, Merck comunicó que había obtenido la licencia de otro prometedor fármaco contra el cáncer que básicamente seguía el enfoque de Summit y Akeso: un anticuerpo de doble diana que ataca tanto el PD-1, un punto de control inmunitario que los cánceres aprovechan para esconderse del sistema inmunitario, como el VEGF, una proteína que ayuda a los tumores a desarrollar nuevos vasos sanguíneos. ¿Y dónde encontró Merck este fármaco? En una empresa privada de biotecnología, LaNova Medicines, con sede en Shanghai. "Si buscas innovación", declaró Duggan, el multimillonario líder de Summit, en una entrevista reciente, "ése es el lugar más lógico al que ir".

*Contenido con licencia de The Wall Street Journal. Traducido por Federico Caraballo

El momento DeepSeek de la industria biotecnológica se produjo el pasado otoño.

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