Es noticia
¿Están subestimando los mercados el problema de los aranceles?
  1. Mercados
  2. The Wall Street Journal
creen que trump va de farol

¿Están subestimando los mercados el problema de los aranceles?

La tregua de un mes con México y Canadá da validez a los optimistas de Wall Street, pero alimenta la complacencia respecto a una guerra comercial real

Foto: Inversores en la bolsa de Nueva York. (Getty/Spencer Plat)
Inversores en la bolsa de Nueva York. (Getty/Spencer Plat)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Los inversores que ven en la nueva guerra comercial del presidente Trump un perro ladrador pero poco mordedor han tenido hasta ahora la razón. Esto podría ser un problema.

A media mañana del lunes, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, dijo que Estados Unidos había acordado un retraso de un mes antes de aplicar un arancel del 25% a sus productos. Después, tras el cierre de la bolsa, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, anunció un aplazamiento similar. Ambos países han acordado reforzar sus fronteras y luchar contra el contrabando de fentanilo.

Foto: Donald Trump. (Reuters/Brandon Bell)

Sin embargo, incluso antes de que se anunciara la tregua, las caídas del lunes no habían llegado a ser excesivamente dramáticas. Con la tregua en vigor, las acciones de muchas de las empresas directamente afectadas por los aranceles están ahora más o menos donde empezaron. Entre ellas, Ford y General Motors, que fabrican coches en México que luego venden a los consumidores estadounidenses. El dólar canadiense y el peso mexicano se recuperaron, y han terminado subiendo frente al dólar norteamericano. Del mismo modo, el S&P 500 se mantiene prácticamente sin cambios con respecto al final de la semana pasada.

Esto ha servido de validación para los optimistas de Wall Street, que han insistido en ver las amenazas arancelarias de Trump a naciones distintas de China como meras tácticas de negociación para extraer concesiones en temas como la migración ilegal y el narcotráfico. Tal visión es mayoritaria en los mercados financieros, como sugiere el hecho de que el peso no haya registrado un rendimiento inferior al de sus divisas pares desde las elecciones del 5 de noviembre, o que el Stoxx Europe 600 haya subido un 5,6% desde principios de año, a pesar de la amenaza de que se impongan aranceles a los productos procedentes de la Unión Europea. Lo cierto es que el estilo negociador de Trump se basa en una primera demostración de fuerza. El mes pasado, Colombia accedió a repatriar migrantes a cambio de librarse de aranceles y sanciones económicas, y algo parecido podría ocurrir esta vez. No obstante, podría ser peligroso confiar ciegamente en que siempre será así.

Con la tregua, las acciones de muchas de las empresas directamente afectadas por los aranceles están ahora más o menos donde empezaron

Ahora resulta obvio que las actuales políticas proteccionistas de Trump son significativamente más extremas que las que introdujo en su primer mandato. En aquel entonces, se centró en las prácticas comerciales desleales y la seguridad nacional, con aranceles aplicados principalmente a China y, más allá de eso, limitados en gran medida a bienes e industrias específicos como el acero, el aluminio y los electrodomésticos. Además, se introdujeron gradualmente, dando tiempo a las empresas para adaptarse. Sí, la producción industrial mundial se vio presionada en 2019, pero había recibido un pequeño impulso en 2018, a medida que las empresas acumulaban inventario.

Esta vez, si los países seleccionados se niegan a ceder, las tasas arancelarias efectivas de Estados Unidos podrían convertirse repentinamente en las más altas desde finales de la década de 1930. Además de golpear el crecimiento interno y estimular la inflación, esto podría hacer descarrilar una red de complejas cadenas de suministro que, como demostró la pandemia, puede tener efectos impredecibles. Y lo que es peor, las probabilidades de que esto ocurra parecen mayores cuando se trata de forzar a aliados a largo plazo con sistemas democráticos sólidos que cuando se trata de países como China, ya que no está claro hasta qué punto se permitirá a los líderes políticos dar marcha atrás.

Foto: Raúl Mínguez. (Cámara de Comercio de España)

Por ejemplo, Canadá, que a pesar de estar sumida en una crisis política, ha respondido a la amenaza de los aranceles con una renovada unidad en todo el espectro político, desde el partido de centro-izquierda de Trudeau hasta aquellos de la derecha que antes se consideraban cercanos a las posiciones de Trump, como el primer ministro de Ontario, Doug Ford. Ford se ha comprometido a retirar de las tiendas de su territorio las bebidas alcohólicas fabricadas en Estados Unidos y ha anulado un contrato de internet de alta velocidad que había firmado con Starlink, la empresa de Elon Musk. Independientemente de los resultados políticos finales, los productores estadounidenses podrían enfrentarse a una reacción duradera de los consumidores de los países afectados. Además, la experiencia del Reino Unido tras el Brexit también demuestra que la mera incertidumbre de interrupciones intermitentes y negociaciones prolongadas obliga a las empresas a adoptar una actitud defensiva y lastra la inversión empresarial.

Otra cosa sería que los aranceles tuvieran beneficios económicos a largo plazo. En contra de lo que se suele afirmar en los libros de texto, esto puede ocurrir: el traslado de la producción de bienes comercializables complejos al interior de los países puede acabar impulsando la productividad nacional, si se hace de forma selectiva al tiempo que se presta apoyo gubernamental a las empresas orientadas a la exportación. Hay muchos estudios económicos que sugieren que este tipo de estrategia de "fomento de las exportaciones" puede tener éxito, como la utilizada por los países asiáticos en desarrollo en el siglo XX. El uso de aranceles para impulsar los vehículos eléctricos fabricados en Estados Unidos frente a competidores más baratos, por ejemplo, es similar a la forma en que China los lanzó al mercado. Sin embargo, los economistas coinciden en que blindar completamente las industrias nacionales frente a la competencia, como hizo América Latina en las décadas de 1950 y 1960, no funciona.

Los productores estadounidenses podrían enfrentarse a una reacción duradera de los consumidores de los países afectados

La nueva panoplia de aranceles propuestos por Trump no tiene en mente objetivos económicos tan concretos: su único propósito es causar conmoción. Canadá, por ejemplo, compra a Estados Unidos más productos de los que vende, incluidos automóviles, sin tener en cuenta la energía. Otros aranceles propuestos por Trump, como los que gravan bienes intermedios como los semiconductores, podrían ser aún más perjudiciales para la industria estadounidense.

Por último, consideremos lo siguiente: al mostrarse demasiado indiferentes con respecto a los aranceles, los inversores ya han aumentado las posibilidades de que la administración estadounidense se acerque al límite, confiando en que los mercados hayan dado señales de que el resultado no será demasiado severo. Con el S&P 500 cotizando a unas elevadas 22 veces los beneficios, el cambio de "América primero" a "los aranceles primero" es algo de lo que hay que desconfiar, y mucho.

*Contenido con licencia de The Wall Street Journal. Traducido por Federico Caraballo

Los inversores que ven en la nueva guerra comercial del presidente Trump un perro ladrador pero poco mordedor han tenido hasta ahora la razón. Esto podría ser un problema.

Aranceles Donald Trump Wall Street Journal
El redactor recomienda