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Los inversores apuestan a que Trump hará que se pueda volver a invertir en Europa
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Los inversores apuestan a que Trump hará que se pueda volver a invertir en Europa

La gran esperanza es que Europa se apresure a aplicar reformas frente a las amenazas competitivas de EEUU

Foto: Donald Trump durante un mitin en Montana, Estados Unidos. (Getty/Michael Ciaglo)
Donald Trump durante un mitin en Montana, Estados Unidos. (Getty/Michael Ciaglo)
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La situación en Europa es desalentadora, ¿pero será suficiente? Las élites del continente reunidas en Davos coincidieron en que todo está fatal, después de años insistiendo en que todo iba bien. La combinación de las amenazas arancelarias del presidente Trump, el entusiasmo en Estados Unidos por la desregulación y años de crecimiento estancado han empujado a los líderes europeos a darse cuenta de que tal vez, solo tal vez, maniatar a las empresas de la región con trámites burocráticos es una mala idea.

El problema en Europa consiste en hacer realmente algo al respecto. Los cambios importantes solo se producen cuando Europa se ve afectada por una crisis, de modo que las figuras más destacadas están intentando exagerar la sensación de crisis. La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, en su intervención ante el Foro Económico Mundial en la estación de esquí suiza, llegó a calificar la situación de "existencial".

Foto: El presidente de EEUU, Donald Trump, en el Despacho Oval. (Reuters/ Carlos Barria).

Todo esto importa no solo para el futuro de Europa, sino para los inversores en general, ya que muchos se han sentido incómodos por lo bien que les ha ido a los mercados estadounidenses en comparación con el resto del mundo. Algunos piensan que la divergencia es insostenible y que invertir en el extranjero es una forma de diversificar las apuestas. Si Europa logra cambiar de rumbo, debería impulsar el crecimiento y ayudar a las acciones europeas, que, aunque han subido mucho en lo que va de año, solo han subido un 50% en la última década. Esto contrasta con la triplicación de las acciones estadounidenses.

El problema radica en convencer a los europeos de que están lo bastante amenazados como para cambiar su estilo de vida por las acciones de crecimiento. "Temo que nos regulemos de tal manera que nos volvamos poco competitivos", afirma Niclas Mårtensson, consejero delegado de Stena Line, la compañía sueca de ferries. "Ahora hay más ganas de competir desde una perspectiva europea". "Estamos impacientes por la regulación europea", señala Kasim Kutay, consejero delegado de Novo Holdings, que gestiona los activos de aproximadamente 150.000 millones de dólares de la fundación danesa Novo Nordisk. "Se está innovando mucho en Europa, pero las empresas están emigrando a EEUU porque es allí donde pueden lanzar sus productos". Y añade: "Las cosas avanzan a una velocidad demasiado lenta y no es suficiente".

Muchos de los inversores están incómodos por lo bien que les ha ido a los mercados estadounidenses en comparación con el resto del mundo

La gran esperanza es que Europa actúe con mayor rapidez en la aplicación de las reformas reunidas por Mario Draghi, antiguo presidente del BCE y primer ministro italiano, en un importante informe el año pasado. La gran victoria sería una unión de los mercados de capitales, la unión de los mercados financieros de la región mediante la eliminación de la regulación que se solapa país por país. Estos esfuerzos se remontan a hace una década, pero apenas se ha avanzado en ello. También se necesitan sistemas energéticos integrados y un entorno más favorable al desarrollo de la inteligencia artificial.

Hasta ahora, no se ha hablado de eliminar regulaciones, sino de dejar de aumentarlas. En concreto, los líderes europeos debatieron en Davos la supresión de los requisitos de información medioambiental a través de tres normativas distintas y contradictorias que entrarán en vigor próximamente. "Esto es una prueba", asegura un ministro que participa en las negociaciones para retrasar las directrices de información. "Si ni siquiera pueden hacer esto, no hay esperanza". La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha encomendado a Valdis Dombrovskis, excomisario de Comercio, la tarea de simplificar las normativas.

Foto: Christine Lagarde en Davos. (EFE/Michael Buholzer)

El impulso desregulador de Trump podría suponer el empujón necesario para que el resto de líderes europeos se sumen a la iniciativa. "Una situación límite, un enemigo común, podría ayudar", seañala Ronald Wuijster, consejero delegado de APG Asset Management, que gestiona 616.000 millones de euros de fondos de pensiones holandeses. Aunque en Davos pareció que muchos de los gobernantes lo entendían, no está nada claro que los votantes estén dispuestos a aceptar las concesiones. "No estoy seguro de que los políticos nacionales sean capaces de vendérselo al electorado", explica Yann Le Pallec, presidente de S&P Global Ratings, con sede en París.

Los problemas son muchos. Los países más pequeños no quieren perder sus bolsas, consecuencia probable de la unificación de los mercados de capitales. Alemania no quiere que el italiano UniCredit compre su Commerzbank, y las fusiones bancarias transfronterizas siguen siendo problemáticas para muchos países. Los agricultores franceses y holandeses odian los acuerdos de libre comercio, como los recientes tratados firmados con México y con el grupo de países latinoamericanos Mercosur, que deben ser ratificados por los Estados de la UE. Sin embargo, como señala Philipp Hildebrand, vicepresidente de BlackRock y exdirector del banco central suizo, esto podría ser como a principios de los noventa, cuando la presión sobre Europa tras el colapso de la Unión Soviética condujo a la expansión hacia Europa del Este y al tratado de Maastricht que creó la UE. "No se trata tanto de saber qué hacer, Draghi ya lo ha planteado. Es cuestión de hacerlo", dice.

Los países más pequeños no quieren perder sus bolsas, consecuencia probable de la unificación de los mercados de capitales

El compromiso es la esencia de la política europea, y Beata Javorcik, economista jefe del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo, ve cierta esperanza en un nuevo gran acuerdo. La mayoría de los responsables políticos se están dando cuenta de que es un momento de "ahora o nunca". Quizá lo mejor para las acciones europeas no sería tanto un mayor crecimiento —porque las grandes empresas europeas obtienen gran parte de sus ingresos fuera de la región—, sino que unos mercados de capitales unificados despertaran a los ahorradores de su autocomplacencia y les animaran a asumir riesgos en bolsa. Es difícil imaginar que los políticos europeos salgan de su conformismo y asuman algún riesgo con la desregulación, pero si lo hacen, tiene el potencial de transformar el continente y los mercados financieros.

*Contenido con licencia de The Wall Street Journal. Traducido por Federico Caraballo

La situación en Europa es desalentadora, ¿pero será suficiente? Las élites del continente reunidas en Davos coincidieron en que todo está fatal, después de años insistiendo en que todo iba bien. La combinación de las amenazas arancelarias del presidente Trump, el entusiasmo en Estados Unidos por la desregulación y años de crecimiento estancado han empujado a los líderes europeos a darse cuenta de que tal vez, solo tal vez, maniatar a las empresas de la región con trámites burocráticos es una mala idea.

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