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Cómo ver a través del ritual del fracaso de Wall Street
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Cómo ver a través del ritual del fracaso de Wall Street

A los analistas y estrategas del mercado les encanta predecir lo que pasará el año que viene. No permitamos que este desacertado ritual nos impida ver el verdadero valor de los activos

Foto: Exteriores de la bolsa de Nueva York. (Getty/Spencer Platt)
Exteriores de la bolsa de Nueva York. (Getty/Spencer Platt)
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Cada diciembre, Wall Street predice el rendimiento que obtendrán los distintos activos durante el próximo año. Cada enero, las predicciones empiezan a equivocarse. Probablemente ya sabes que este ritual anual de predicción es absurdo. Lo que quizá no sepas es que también es tóxico. Aun así, podemos utilizarlo como inspiración para aclarar nuestra forma de pensar acerca de las inversiones.

¿Hasta qué punto son inexactas las previsiones de mercado a un año? Es como buscar a medianoche en una caverna sin luz un gato negro que no está allí. Al comenzar 2024, la previsión media de rentabilidad del S&P 500 era del 7,4% por parte de los analistas bursátiles y del 1,3% por parte de los estrategas de mercado. La rentabilidad real, dividendos incluidos: 25,02%. Para 2023, los analistas predijeron una ganancia del 17,5% para el S&P 500; los estrategas, una subida del 6,2%. El S&P obtuvo una subida del 26,3%, con dividendos.

Foto: Bolsa  de Nueva York. (Reuters/Lucas-Jackson)

En los últimos 20 años, según Joachim Klement, estratega de inversiones de Panmure Liberum en Londres, la correlación entre las previsiones y los rendimientos reales del mercado fue mínima para los analistas y nula para los estrategas. Naturalmente, tras dos años consecutivos de rendimientos superiores al 25%, los analistas y estrategas han aumentado sus previsiones para 2025 hasta el 13,4% y el 12,5%, respectivamente. Los bancos, las agencias de valores y las grandes empresas de asesoramiento financiero también suelen pronosticar la rentabilidad a un año de otros activos, como los bonos, el oro, las materias primas, los bienes inmuebles y, más recientemente, el bitcoin. No hay razón para suponer que sus ouijas funcionen con más precisión que en el caso de las acciones.

Sin embargo, el objetivo de todas estas predicciones no es ser exacto. Se trata de entablar conversaciones con los clientes y generar operaciones. Estas predicciones son poderosas herramientas de venta y las previsiones de Wall Street, por muy equivocadas que resulten ser, ejercen una fuerza magnética sobre nuestra mente. Hace décadas, los psicólogos Daniel Kahneman y Amos Tversky pidieron a la gente que estimara el porcentaje de países de las Naciones Unidas que se encontraban en África. Primero, sin embargo, los participantes observaban el giro de una rueda de la fortuna numerada del 0 al 100. De media, si la rueda dejaba de girar en el número 10, la gente estimaba que alrededor del 25% de los miembros de la ONU eran países africanos. Si la rueda caía en el 65, los participantes calculaban que el 45% de los países de la ONU estaban en África.

Tras dos años consecutivos de rendimientos superiores al 25%, los analistas y estrategas han aumentado sus previsiones para 2025

Es lo que se conoce como efecto anclaje, una propiedad automática de la mente humana. Cuando pensamos en algo de lo que no sabemos mucho —para mucha gente, la composición de la ONU; para todo el mundo, el rendimiento futuro de los mercados financieros— somos muy sugestionables. Incluso un número aleatorio puede constituir la base de nuestras expectativas. Por eso estas perennes previsiones del mercado no son simplemente infructuosas. Son tóxicas. Una vez que una empresa de corretaje, un banco, un asesor financiero o un "finfluencer" predice que en 2025 las acciones estadounidenses subirán un 10%, que el oro ganará un 15% o que el bitcoin subirá un tropecientos por ciento, esas cifras se alojan inconscientemente en nuestra mente. Tus propias estimaciones se inclinarán hacia ellas, te des cuenta o no. Rubin Miller, fundador de Peltoma Capital Partners, una empresa de asesoramiento de inversiones de Austin (Texas), tiene un antídoto contra el efecto tóxico de anclarse en las predicciones de Wall Street.

Él separa la rentabilidad esperada a un año de los principales activos en dos categorías: previsibles e imprevisibles. ¿Efectivo y bonos a corto plazo? Previsibles, a menudo dentro de un rango muy estrecho. ¿Bonos a largo plazo? Imprevisibles: Puede que ganen un 5%. O tal vez pierdan algo así como un 29%, como en 2022, o ganen un 40%, como en 1982. ¿Bolsas estadounidenses? Imprevisibles: Tal vez ganen aproximadamente su media a largo plazo del 10%. O quizá caigan un 37%, como en 2008, o ganen un 53%, como en 1954. O cualquier cosa intermedia, o más aún. ¿Inmuebles, oro, bitcoin? También son impredecibles.

Foto: Foto: Reuters/Marco-Bello.

Miller no quiere decir que no se puedan estimar los rendimientos futuros a largo plazo de muchos activos. Cree que es vital para cualquiera que elabore un plan financiero hacer previsiones plausibles de las tasas a las que crecerán las inversiones a largo plazo. Sin embargo, también quiere que sus clientes se den cuenta de que es "absurdo" pensar que alguien puede predecir los rendimientos a corto plazo de la mayoría de los activos. No obstante, hay que tener en cuenta lo que ocurre cuando se elimina una expectativa de precio de un activo.

Michael Saylor, presidente ejecutivo de MicroStrategy, proclamó recientemente que la empresa terminará comprando 1.000 millones de bitcoins al día, valorados en 1 millón de dólares cada uno. Eso establece automáticamente un ancla de un millón de dólares para el precio futuro del bitcoin (y, quizá no por casualidad, implica que MicroStrategy podría tener algún día un valor total en bolsa cercano al billón de dólares). Esa ancla hace que el precio reciente del bitcoin de aproximadamente 93.000 dólares parezca una ganga. Ahora, sin embargo, imagina seguir el modelo de Miller y admitir honestamente que el valor futuro del bitcoin es impredecible. De repente, no tienes ancla de precio. En lugar de lo que valdrá, debes centrarte en si valdrá algo y por qué.

Hay que tener en cuenta lo que ocurre cuando se elimina una expectativa de precio de un activo

Eso no significa que no puedas comprar bitcoin. Significa que, si lo compras, necesitas mejores razones que su reciente evolución de precios o las predicciones a corto plazo de un puñado de promotores. Deberías ser capaz de responder a preguntas como ¿Puede el bitcoin seguir siendo resistente a la piratería informática? ¿Es una cobertura eficaz contra la inflación?

Olvidarse del precio del bitcoin te ayudará a llegar a tus propias conclusiones sobre las razones para poseerlo o no. Y lo que es mejor, cuando te reúnas con tus asesores financieros, el modelo de Miller alejará la discusión de lo que ellos esperan que haga el mercado y la acercará a lo que tú quieres hacer. El comienzo del año es el mejor momento para pensar no en los próximos doce meses, sino en todos los años venideros.

*Contenido con licencia de The Wall Street Journal. Traducido por Federico Caraballo

Cada diciembre, Wall Street predice el rendimiento que obtendrán los distintos activos durante el próximo año. Cada enero, las predicciones empiezan a equivocarse. Probablemente ya sabes que este ritual anual de predicción es absurdo. Lo que quizá no sepas es que también es tóxico. Aun así, podemos utilizarlo como inspiración para aclarar nuestra forma de pensar acerca de las inversiones.

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