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¿Quién pagará los platos rotos de la nueva senda de tipos de la Fed? No mire muy lejos

Aunque la economía europea es mucho más débil, los bancos centrales podrían seguir el ejemplo de la Reserva Federal

Foto: Sede de la Fed en Washington. (Getty/Anna Moneymaker)
Sede de la Fed en Washington. (Getty/Anna Moneymaker)
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Como muchos de los productos estadounidenses, la política monetaria del país podría tener su mayor impacto en el extranjero. La última reunión de política monetaria de la Reserva Federal, celebrada a mediados de diciembre, fue mal recibida por los inversores en renta variable. Aunque los funcionarios bajaron los tipos de interés por tercera vez consecutiva, se mostraron más agresivos con respecto a 2025. Los mercados de derivados, que a finales de septiembre preveían entre cuatro y cinco bajadas de tipos, ahora solo prevén una.

Con todo, tanto el S&P 500 como el Nasdaq han registrado un repunte notable durante la semana pasada, impulsados por la habitual persecución de gangas navideñas. Sin embargo, el Stoxx Europe 600 ha tropezado. A diferencia de Estados Unidos, los productos interiores brutos de la zona euro y del Reino Unido no han retomado la senda de crecimiento que tenían antes de la pandemia. Europa alberga muchas menos empresas tecnológicas, y el estímulo fiscal ha sido menos generoso. La fiebre manufacturera de China amenaza el modelo centrado en la exportación de las principales economías de la eurozona.

Además, los elevados costes de los préstamos parecen haber sido mucho más eficaces a la hora de frenar la demanda de préstamos bancarios en la eurozona que en Estados Unidos en 2023 y 2024, según las encuestas oficiales. Teniendo en cuenta cómo han fijado su política el Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra, habría sido difícil anticiparlo. Si bien el primero fue el que primero recortó los tipos este año y el segundo se ha quedado ahora un poco rezagado, ambos han pasado los últimos tres años moviéndose básicamente al mismo ritmo que la Reserva Federal.

Sin duda, la zona euro sigue teniendo costes de endeudamiento más bajos en términos absolutos. Los tipos de referencia se sitúan en el 3%, frente al objetivo del 4,25% al 4,5% en Estados Unidos. Pero esto se debe a que los funcionarios de la Reserva Federal calculan que el "tipo neutral" se sitúa en torno al 2,9% en Estados Unidos, mientras que la presidenta del BCE, Christine Lagarde, lo estima entre el 1,75% y el 2,5% en la zona euro, dado su menor crecimiento a largo plazo. Los inversores apuestan por que el BCE baje los tipos el próximo año para situarse en el extremo inferior de esta horquilla, mientras la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra se mantienen estables.

Los tipos de referencia se sitúan en el 3%, frente al objetivo del 4,25% al 4,5% en Estados Unidos

De hecho, en el cálculo que los bancos centrales tienen que hacer ahora entre reaccionar ante el reciente repunte de la inflación o ante el peligro de una ralentización económica, el BCE debería poner definitivamente más peso en lo segundo, y lo mismo debería hacer el Banco de Inglaterra. La media de las previsiones de Wall Street sugiere que la divergencia en el crecimiento económico a través del Atlántico seguirá aumentando en 2025. Con el restablecimiento de las normas fiscales de la Unión Europea en abril, la austeridad podría reaparecer, o al menos seguir siendo un tema delicado en medio de las crisis políticas de Alemania y Francia. Las perspectivas del Reino Unido se ven ensombrecidas por la consolidación presupuestaria, los posibles aranceles comerciales y la falta de una agenda coherente centrada en el crecimiento.

Esto deja al Banco de Inglaterra y al BCE la tarea de actuar. Ambos se han opuesto a menudo a la idea de que siguen los pasos de la Reserva Federal. Sin embargo, la experiencia de los últimos años debería hacer reflexionar a los inversores. En 2022, los bancos centrales decidieron colectivamente esperar antes de reaccionar ante la inflación. En 2023, se mostraron excesivamente agresivos, y en 2024 se coordinaron para llevar a cabo una relajación prudente. 2025 podría ser el año en que los tipos sean "menos altos durante más tiempo", o así lo confirmó la Fed este mes.

Foto: Foto: Reuters/Andrew Kelly. Opinión
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Las previsiones relativamente optimistas del BCE, que ven un crecimiento del PIB de la zona euro del 1,1% en 2025 y del 1,4% en 2026, parecen permitir esta dinámica. Unos tipos nacionales más altos de lo previsto serían perjudiciales para la renta variable europea: dañarían las valoraciones, serían un lastre para el consumo y harían subir el euro y la libra en relación con el dólar estadounidense, lo que reduciría el valor de los beneficios en el extranjero.

¿Por qué los bancos centrales occidentales son tan reacios a romper filas? Para empezar, el reciente repunte de la inflación mundial sugiere que los bancos centrales tienen en realidad una capacidad bastante limitada para hacer cumplir sus mandatos e influir en los precios, que pueden verse muy influidos por fenómenos mundiales impulsados por la oferta. La inflación puede aumentar aunque el crecimiento se debilite. Para minimizar las reacciones políticas, su incentivo es imitarse unos a otros, a menudo luchando en la guerra del ayer, en lugar de anticiparse a las necesidades futuras de sus economías nacionales concretas. En ausencia de una recesión, no esperemos que Europa pase a un estímulo monetario total, a menos que Estados Unidos lo haga primero.

*Contenido con licencia de The Wall Street Journal. Traducido por Federico Caraballo

Como muchos de los productos estadounidenses, la política monetaria del país podría tener su mayor impacto en el extranjero. La última reunión de política monetaria de la Reserva Federal, celebrada a mediados de diciembre, fue mal recibida por los inversores en renta variable. Aunque los funcionarios bajaron los tipos de interés por tercera vez consecutiva, se mostraron más agresivos con respecto a 2025. Los mercados de derivados, que a finales de septiembre preveían entre cuatro y cinco bajadas de tipos, ahora solo prevén una.

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