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El riesgo de confiar en una reversión a la media de los mercados en 2025
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El riesgo de confiar en una reversión a la media de los mercados en 2025

A pesar de que algunas tendencias se han extendido este año, las bolsas ya no son lo que eran y no hay que esperar que se repitan patrones del pasado

Foto: Bolsa de Nueva York. (Getty/Spencer Platt).
Bolsa de Nueva York. (Getty/Spencer Platt).
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Las acciones ya no son lo que eran. En 2024, las tendencias extremas de los mercados se han vuelto aún más exageradas. La renta variable estadounidense, que ya había duplicado con creces el rendimiento de la internacional entre 2000 y 2023, ha obtenido una rentabilidad adicional del 29%, frente a menos del 9% de la no estadounidense, según los índices MSCI. Esto se debe a una mayor apreciación del dólar estadounidense y a que los Siete Magníficos relacionados con la tecnología —Apple, Microsoft, Amazon.com, Alphabet, Meta Platforms, Tesla y Nvidia— han crecido hasta representar alrededor de un tercio del S&P 500, frente a aproximadamente un cuarto al término de 2023.

El "rally" de las megacapitalizaciones ha sido tan brutal que el S&P SmallCap 600 se ha quedado rezagado a pesar de recibir un empujón del "Trump trade". Entre los fatídicos periodos pasados en los que las pequeñas capitalizaciones tuvieron ratios precio/beneficio relativos tan bajos como los actuales se incluyen la era del Nifty Fifty de los años setenta y la burbuja de las puntocom de finales de los noventa. Tras estos episodios, los valores de pequeña capitalización superaron significativamente a los "blue chips".

Foto: Firma: Reuters/Dado Ruvic.

El Stoxx Europe 600 también parece barato, y no solo porque cuente con poca tecnología. Las acciones estadounidenses son más caras en todos los sectores. Por ejemplo, Unilever tiene un PER de 18 frente a 24 de Procter & Gamble, y Exxon Mobil de 14 frente a 8 de Shell. Además, el dólar no ha sido tan sólido en términos ajustados a la inflación desde los años 80, lo que supuso el inicio de una depreciación que duró décadas. Por lo tanto, si los patrones del pasado se reafirman, los inversores a largo plazo solo deben evitar las operaciones masificadas, comprar valores con descuento y mantenerse tranquilos. Pero se trata de un enorme "si...". "Las tendencias históricas se están quebrando permanentemente en tiempo real a medida que megafuerzas, como el auge de la inteligencia artificial, transforman las economías", afirmó BlackRock en su reciente previsión para 2025.

La principal gestora de activos del mundo recomienda a los inversores que se queden con las acciones estadounidenses, apuesten por los fondos de gestión activa y se adentren en los mercados privados. Esto se alinea convenientemente con la propia estrategia comercial de BlackRock —que recientemente anunció la compra de la firma de crédito privado HPS Investment Partners—, pero subraya con acierto que las valoraciones no existen por sí solas.

Si los patrones del pasado se reafirman, los inversores a largo plazo solo deben evitar las operaciones masificadas

Tras la crisis financiera de 2008-09, el producto interior bruto de la mayoría de los países occidentales se estancó en una trayectoria descendente incluso cuando el crecimiento se recuperaba. Esto echó por tierra las ideas preconcebidas de que las economías tienden a la reversión a la media y popularizó el estudio de la "histéresis", es decir, cómo las perturbaciones a corto plazo pueden tener efectos duraderos.

Luego vino la pandemia, que Estados Unidos corrigió enviando dinero en efectivo a los hogares y aumentando las prestaciones por desempleo. También se benefició de haber promovido gigantes tecnológicos que se subieron a la doble ola de una economía más digital durante el COVID y el auge de la IA generativa después. Y funcionó: el producto interior bruto estadounidense ya está por encima de lo que sugería la tendencia anterior al COVID. Mientras tanto, la eurozona, más austera y de "vieja economía", parece haber sufrido otro duradero golpe. Las sorpresas económicas positivas de principios de 2024 se han visto contrarrestadas por unos últimos meses decepcionantes.

Foto: Inversores en la bolsa de Nueva York. (Getty/Spencer Plat)

Durante todo el periodo postpandémico, el Banco Central Europeo ha seguido el ejemplo de la Reserva Federal y ha fijado los tipos de interés agresivamente altos, sin tener en cuenta que se enfrentaba a una economía más débil. El modelo de la Unión Europea basado en las exportaciones se ve más amenazado que nunca por el exceso de capacidad de China y la amenaza de los aranceles estadounidenses. Las actuales crisis políticas en Alemania y Francia hacen aún más difícil que el bloque establezca una política industrial coherente, a pesar del plan de acción del expresidente del BCE Mario Draghi.

En cuanto a los mercados emergentes, puede que experimentaran un auge a principios de la década de 2000, pero la promesa de convergencia económica ha resultado no cumplirse fuera de Asia. Desde la crisis financiera de 2008-09, estas naciones han aprendido a protegerse mejor frente a las perturbaciones financieras, pero esto ha supuesto permitir que las monedas locales se deprecien más y acumular reservas en dólares. Además, la revolución del esquisto ha convertido a Estados Unidos en un exportador neto de energía. Todas estas son fuentes de fortalecimiento para el dólar. Por mucho que Donald Trump prefiera un tipo de cambio más barato, la experiencia de la década de 1980 sugiere que se necesitaría un esfuerzo internacional coordinado para lograrlo.

La revolución del esquisto ha convertido a Estados Unidos en un exportador neto de energía

Tomemos el ejemplo de las empresas estadounidenses de pequeña capitalización. Hace dos décadas, su rentabilidad sobre activos era solo ligeramente inferior a la del S&P 500. Ahora es un tercio, tanto porque las empresas de megacapitalización se han vuelto más rentables como porque hay menos pequeñas empresas de alta calidad que coticen en bolsa. Entre el máximo de 1996 y 2022, el número de empresas estadounidenses que cotizan en bolsa cayó un 43%, aunque siguió creciendo en el extranjero, según muestran las cifras de los Indicadores de Desarrollo Mundial (WDI) del Banco Mundial. En general, esto se debe a que las megacorporaciones con mucho dinero están comprando más empresas, según la investigación. Sin embargo, la duplicación del tamaño de los mercados privados en los últimos 10 años también está contribuyendo a que las mejores pequeñas empresas sigan siendo privadas durante más tiempo. La empresa media que cotiza en el Nasdaq es cada vez más grande y antigua.

Basta con que unas pocas superestrellas eludan el universo de pequeña capitalización para justificar una valoración más baja para todas. Kenneth French y Eugene Fama identificaron que el rendimiento superior de estos valores en el pasado ha procedido de unas pocas empresas que se gradúan a una categoría mayor. Sin duda, las enormes divergencias en aspectos como los ratios PER podrían estar indicando cierta sobrevaloración en los mercados. Pero los inversores que apuestan por una simple reversión a la media podrían sentirse decepcionados. Este no es el mercado de nuestros abuelos.

*Contenido con licencia de The Wall Street Journal. Traducido por Federico Caraballo

Las acciones ya no son lo que eran. En 2024, las tendencias extremas de los mercados se han vuelto aún más exageradas. La renta variable estadounidense, que ya había duplicado con creces el rendimiento de la internacional entre 2000 y 2023, ha obtenido una rentabilidad adicional del 29%, frente a menos del 9% de la no estadounidense, según los índices MSCI. Esto se debe a una mayor apreciación del dólar estadounidense y a que los Siete Magníficos relacionados con la tecnología —Apple, Microsoft, Amazon.com, Alphabet, Meta Platforms, Tesla y Nvidia— han crecido hasta representar alrededor de un tercio del S&P 500, frente a aproximadamente un cuarto al término de 2023.

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