El plan de la Reserva Federal para reducir los tipos de interés vuelve a cambiar
Los inversores esperan una tercera bajada de tipos consecutiva y los funcionarios de la Fed están dispuestos a ralentizar —o incluso detener— la bajada de tipos tras este recorte
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El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, tuvo que garantizar a algunos compañeros escépticos que el banco central no iba a mandar señales de alarma de forma inadvertida cuando los condujo a empezar a bajar los costes de endeudamiento a finales de verano con una reducción valiente y mayor de lo habitual de medio punto. Ahora se enfrentan a otro posible punto de inflexión. Los responsables de la Fed volvieron a bajar su tipo de referencia en noviembre en un cuarto de punto, mientras los inversores confían en que se produzca la tercera bajada consecutiva esta semana.
Powell está tratando de encontrar el ritmo adecuado en medio de indicios de que el mercado laboral se tambalea menos y la inflación es un poco más firme de lo que parecía en septiembre. Se enfrenta a las reticencias de algunos de sus compañeros a seguir recortando y a la menor convicción de otros que apoyaron firmemente las dos primeras medidas. Una opción esta semana sería recortar un cuarto de punto, y luego utilizar las nuevas proyecciones económicas para insinuar con fuerza que el banco central está dispuesto a ir más despacio en las reducciones.
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"En este momento, tanto un recorte como una retención podrían estar justificados", afirma Jon Faust, quien se desempeñó como asesor principal de Powell desde 2018 hasta principios de este año. Lo que los funcionarios digan sobre la trayectoria de la tasa de los fondos federales probablemente será "más importante que lo que decidan sobre la reunión de diciembre en particular".
La tasa de los fondos federales influye en los costes de endeudamiento de toda la economía, incluidas las tasas de hipotecas, tarjetas de crédito y préstamos para vehículos. Subirla tiende a frenar la contratación, el gasto y la inversión, mientras que bajarla estimula esa actividad. Pero estos efectos se producen con lo que los economistas denominan desfases largos y variables, lo que significa que los banqueros centrales pueden tardar un año o más en saber si han apretado demasiado o demasiado poco.
Excederse o quedarse corto
Algunos funcionarios han sugerido que se opondrían a un recorte esta semana. Estos "halcones" temen dilapidar la credibilidad de la Reserva Federal permitiendo que la inflación se mantenga muy por encima de su objetivo durante un cuarto o quinto año. Incluso si los funcionarios siguen pensando que el crecimiento de los precios se desacelerará gradualmente hasta su objetivo, algunos podrían tener menos confianza en ese pronóstico debido a las promesas del presidente electo Donald Trump de deportar trabajadores e imponer aranceles cuando asuma el cargo el próximo mes. Esas medidas podrían revertir dos avances que han apuntalado las previsiones optimistas de inflación de los funcionarios: la caída de los precios de los bienes y la desaceleración del crecimiento salarial. "Si yo estuviera sentado en el comité ahora mismo como miembro con derecho a voto, discreparía con un recorte", asegura Eric Rosengren, que fue presidente de la Fed de Boston entre 2007 y 2021.
También les inquieta que la euforia del mercado y de activos especulativos como el bitcoin pueda alimentar un gasto que mantenga atrincherada la inflación. Dada la reciente actividad económica, "es difícil pensar que el nivel de los tipos de interés sea restrictivo en este momento", afirmó la gobernadora de la Fed, Michelle Bowman, en un discurso este mes. La presidenta de la Fed de Dallas, Lorie Logan, advirtió del peligro de recortar demasiado lo que considera una creencia errónea de que un tipo de interés más 'normal' para la economía es uno mucho más bajo. Comparó la situación con la de un capitán de barco cuyo sonar pudiera confundir el barro con el agua.
Algunos funcionarios han sugerido que se opondrían a un recorte esta semana
Otro grupo de funcionarios, incluido Powell, ha sugerido que comparten esa preocupación, pero no creen que la Fed corra el riesgo de recortar demasiado —todavía—, dado lo alto que han subido los tipos en los últimos dos años. "Somos conscientes del riesgo de ir demasiado lejos o demasiado rápido, pero también del riesgo de no ir lo bastante a fondo", dijo Powell el mes pasado. "Parece que estamos justo donde tenemos que estar".
Los mercados laborales siguen en un delicado equilibrio. Las tasas de contratación son bajas, pero también lo son los despidos. La economía ha añadido más de 140.000 empleos de media en los seis meses transcurridos hasta noviembre, una cifra respetable. Sin embargo, la tasa de desempleo ha subido hasta el 4,2%, desde el 3,7% de principios de año. Los sectores de la economía más sensibles a los tipos altos, como el de la vivienda, han tardado en beneficiarse de los recientes recortes.
A puerta cerrada
Gran parte del trabajo de Powell consiste en forjar acuerdos entre un comité a veces difícil de manejar formado por otros 18 funcionarios. Esto ha resultado complejo en algunos momentos, ya que la inflación ha disminuido a trompicones durante el pasado año. Algunos funcionarios moderados que se habían mostrado reacios a señalar el fin de las subidas de tipos empezaron a cambiar de opinión hace un año, tras una serie de informes de inflación más favorables. En las proyecciones económicas de la reunión de diciembre de 2023, el gobernador de la Reserva Federal, Christopher Waller, previó seis recortes de un cuarto de punto para 2024, más que ninguno de sus homólogos. Más tarde, cuando la inflación se estancó en primavera, Waller sugirió que la Fed podría mantenerse al margen hasta finales de este año.
Durante meses, Powell y sus compañeros insistieron en que necesitaban un punto de partida creíble para empezar a recortar. "La primera vez que se cambia de dirección, adquiere quizá más importancia de la que debería", comenta Faust. "La gente lo toma como una señal de que se está dando el visto bueno". Llegado el Día del Trabajo, celebrado el primer sábado de septiembre en EE.UU., Powell se estaba poniendo cada vez más nervioso ante el riesgo de que el banco central, humillado por haber errado tanto con la inflación en 2021, sobrecompensara manteniendo los tipos demasiado altos mientras los sectores de la economía sensibles a los tipos se congelaban. El mercado laboral empezó a dar señales de una desaceleración potencialmente más brusca de lo esperado, con una tasa de desempleo que subió hasta el 4,3% en los datos publicados en agosto. La inflación había reanudado su descenso anterior.
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Los funcionarios de la Reserva Federal suelen preferir coreografiar los grandes movimientos sin provocar sorpresas en los mercados. El 6 de septiembre, el último día antes de que los funcionarios comenzaran a observar su tradicional "período de calma" previo a las reuniones, un par de discursos llevaron a los inversores a pensar que se prefería un cuarto de punto más modesto. No obstante, a puerta cerrada y reunido con un círculo más reducido de asesores, Powell llegó a la conclusión de que debían empezar con el recorte mayor de medio punto. La idea se inspiró en la del expresidente de la Reserva Federal Alan Greenspan, que a menudo persuadía a sus colaboradores planteando las decisiones políticas como la gestión de distintos riesgos.
En este caso, se consideró que el riesgo de arrepentirse de un recorte mayor era muy bajo. Habían esperado tanto para recortar los tipos que, incluso si la economía avanzaba a toda velocidad, la mayoría de los funcionarios pensaban que simplemente podrían frenar varios recortes adicionales previstos. Por el contrario, realizar un recorte menor solo para descubrir que el mercado laboral se estaba ralentizando bruscamente sería un problema mucho más difícil de solucionar.
Un disidente solitario
Powell suele consultar por teléfono a los 12 presidentes de los bancos regionales y se reúne con los otros seis gobernadores con sede en Washington el jueves y el viernes anteriores a la reunión de la semana siguiente. Powell y su equipo también distribuyen una serie de documentos informativos en los que se exponen los argumentos a favor de tres opciones políticas diferentes. Algunos necesitaron poco convencimiento para empezar a lo grande, mientras que otros se mostraron algo inquietos. Las anteriores reducciones de medio punto coincidieron con tensiones financieras más dramáticas. Bowman, que había estado advirtiendo de los riesgos latentes de una inflación más tenaz, supo al ver esos documentos informativos sobre políticas que no podría apoyar la propuesta de Powell. Acabó emitiendo un voto discrepante, el primero de un gobernador de la Reserva Federal desde 2005.
Para evitar múltiples desacuerdos y ganarse a los miembros que compartían sus reservas, Powell les convenció de que podría vender la decisión en declaraciones públicas posteriores como una recalibración hecha desde una posición de fortaleza, y no como el comienzo de una carrera de pánico hacia la bajada de tipos. "No hay nada... que sugiera que el Comité tiene prisa por hacerlo", dijo Powell en la rueda de prensa posterior a la reunión. En su lugar, describió el "buen y sólido comienzo" del recorte de tipos "como una señal de nuestro compromiso de no quedarnos atrás".
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Unas semanas después de la reunión, las revisiones de los datos del gobierno mostraron que el crecimiento de los ingresos y las tasas de ahorro personal habían sido más fuertes de lo que se había informado inicialmente. Esto eliminó las preocupaciones sobre una posible recesión y sugirió que tal vez no era necesaria una medida de mayor envergadura.
Waller, que inicialmente se había mostrado partidario de un recorte menor, pero al que se convenció para que apoyara la medida más amplia, rechazó recientemente una pregunta sobre si se arrepentía de la decisión. Lo comparó con contratar un seguro para el coche. "Uno se pregunta: ¿Por qué contrato un seguro de coche? Porque puedo tener un accidente, pero si el accidente no ocurre, ¿piensas que fue una decisión estúpida contratarlo? Pues no"
*Contenido con licencia de The Wall Street Journal. Traducido por Federico Caraballo
El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, tuvo que garantizar a algunos compañeros escépticos que el banco central no iba a mandar señales de alarma de forma inadvertida cuando los condujo a empezar a bajar los costes de endeudamiento a finales de verano con una reducción valiente y mayor de lo habitual de medio punto. Ahora se enfrentan a otro posible punto de inflexión. Los responsables de la Fed volvieron a bajar su tipo de referencia en noviembre en un cuarto de punto, mientras los inversores confían en que se produzca la tercera bajada consecutiva esta semana.