Lo que se puede aprender del joven Warren Buffett
Una ojeada a 10 de las primeras inversiones del legendario inversor revela su diligencia, su paciencia y su voluntad de apostar a lo grande
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Al difunto Charlie Munger le gustaba decir que para ser un buen inversor hay que pescar donde hay peces. Pero para ser un gran inversor, hay que pescar donde ni siquiera llegan los barcos. Ese es uno de los temas que aborda el nuevo libro sobre los métodos y la forma de pensar del gran inversor en los inicios de una carrera extraordinaria. Buffett's Early Investments, de Brett Gardner, analiza diez de las empresas por las que apostó Warren Buffett entre 1950 y 1966, cuando rondaba los 20 y los 30 años.
¿Podría alguien hacer hoy lo que Buffett hizo entonces? En cierto modo, debería ser incluso más fácil: la información está disponible de forma universal, la negociación es prácticamente gratuita y los particulares tienen ventajas vitales sobre los inversores institucionales. En otros muchos aspectos, es mucho más difícil: los mercados son más eficientes, las gangas están casi extinguidas y todo el mundo quiere pescar en los mismos sitios. Para emular el éxito inicial de Buffett, hay que pensar como casi nadie lo hace y también se necesita mucha paciencia y mucho valor.
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Buffett no ha querido comentar en detalle las lecciones del libro, y me dijo por correo electrónico esta semana: "Responderé a cualquier pregunta que se me haga en la reunión anual [la de 2025 de Berkshire Hathaway] sobre el Sr. Gardner". Gardner, analista de Discerene Group, una sociedad de inversión privada de Stamford, Connecticut, hizo algo inteligente y extremadamente laborioso: analizó cada una de las diez empresas que aparecen en el libro utilizando únicamente la información financiera de que disponía Buffett antes de comprarlas. Gardner dedicó muchos sábados durante siete años, y luego se empleó a tiempo completo en 2023, en localizar y rastrear informes anuales de hace décadas, estudios de analistas, manuales de datos financieros corporativos publicados anualmente por Moody's y otras fuentes poco conocidas. Las diez inversiones que analiza son Marshall-Wells, Greif Bros. Cooperage, Cleveland Worsted Mills, Union Street Railway, Philadelphia and Reading Coal and Iron, British Columbia Power, American Express, Studebaker, Hochschild, Kohn & Co. y Walt Disney.
Casi todos estos nombres son ahora desconocidos, y la mayoría de ellos lo eran ya entonces. "Cualquiera que analizara las acciones se daría cuenta de que estaban baratas", escribe Gardner sobre Marshall-Wells. Pero no mucha gente se fijó en el mayorista de ferretería con sede en Duluth, Minnesota, Greif Bros., fabricante de barriles y contenedores, que cotizaba esporádicamente en la Midwest Stock Exchange. Sin embargo, Buffett fue mucho más allá de lo obvio para analizar y acumular estas acciones. Décadas antes de ser famoso, se desplazaba a las sedes de las empresas para acribillar a preguntas a los directivos.
Buffett fue mucho más allá de lo obvio para analizar y acumular estas acciones
En virtud de una norma promulgada por la Comisión del Mercado de Valores en el 2000, los ejecutivos de las empresas ya no pueden compartir información significativa con un inversor que no faciliten a todos. Pero Buffett no se limitó a interrogar a los directivos, sino que leyó todas las fuentes públicas disponibles. La paciencia fue la clave. Se presentó en una planta de Greif Bros. y pasó horas aprendiendo todo sobre los barriles de la mano de un empleado de primera línea.
En 1964, American Express se vio afectada por un escándalo relacionado con el almacenamiento de aceite vegetal en una de sus filiales. Buffett y un socio visitaron innumerables restaurantes, hoteles y comercios para comprobar que la demanda de cheques de viaje y tarjetas de crédito de Amex no se había visto afectada. Por otro lado, las acciones de Union Street Railway cambiaban de manos tan raramente que Buffett tuvo que publicar anuncios en un periódico local de New Bedford, Massachusetts, invitando a los accionistas locales a vendérselas. Tardó más de dos años en comprar una cantidad significativa.
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Otro componente fundamental del éxito inicial de Buffett fue el coraje de apostar a lo grande. Como escribe Gardner, "las buenas oportunidades de inversión son escasas; Buffett las aprovechaba cada vez que las descubría". En 1950, Buffett invirtió aproximadamente una cuarta parte de su patrimonio neto en Marshall-Wells. En 1951, tenía más de la mitad de su patrimonio en la aseguradora Geico. En 1966, American Express se había convertido en casi el 40% de los activos totales de su sociedad de inversión.
Por supuesto, el rápido ascenso de Buffett —pasó de gestionar unos 500.000 dólares en 1957 a 68 millones una década más tarde— significaba que podía tirar la casa por la ventana. Sacudir empresas comprando grandes paquetes de acciones e influyendo en el consejo de administración es algo que la mayoría de los inversores individuales no pueden hacer. Sin embargo, hoy en día todo inversor puede permitirse un lujo que no estaba al alcance del joven Buffett. Puede invertir la mayor parte de su asignación de acciones en un fondo indexado al mercado. De ese modo, puede estar seguro de que la mayor parte de sus activos no obtendrán rendimientos inferiores. Luego, con lo que le quede —digamos, entre el 5% y el 10% de su dinero para acciones— puede hacer apuestas concentradas en unas pocas empresas que todavía podrían estar pasadas por alto e infravaloradas.
El rápido ascenso de Buffett significaba que podía tirar la casa por la ventana
Es necesario buscar en los remansos de los mercados financieros, donde los inversores institucionales rara vez se aventuran y en los fondos cotizados en bolsa que aún no han proliferado. Por ejemplo: bancos comunitarios, empresas en quiebra o derivadas, empresas de "microcapitalización" con un valor total de mercado inferior a 1.000 millones de dólares; y valores huérfanos que han sido expulsados de los principales índices bursátiles.
Estos enfoques son arriesgados y requieren el tipo de análisis intensivo en el que se especializó Buffett. No son para todo el mundo, y no hay nada malo en admitir que no son para uno mismo. No obstante, Wall Street está más obsesionado que nunca con perseguir sin sentido lo que sea más popular. Como demuestra el historial del joven Buffett, se puede ganar mucho dinero fijándose en dónde están todos los barcos de pesca y llevando la caña y el sedal a otra parte.
*Contenido con licencia de The Wall Street Journal. Traducido por Federico Caraballo
Al difunto Charlie Munger le gustaba decir que para ser un buen inversor hay que pescar donde hay peces. Pero para ser un gran inversor, hay que pescar donde ni siquiera llegan los barcos. Ese es uno de los temas que aborda el nuevo libro sobre los métodos y la forma de pensar del gran inversor en los inicios de una carrera extraordinaria. Buffett's Early Investments, de Brett Gardner, analiza diez de las empresas por las que apostó Warren Buffett entre 1950 y 1966, cuando rondaba los 20 y los 30 años.