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Ni subvencionar monovolúmenes, ni bonos fiscales: por qué nadie acierta con la política de natalidad
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Ni subvencionar monovolúmenes, ni bonos fiscales: por qué nadie acierta con la política de natalidad

Los países han puesto en marcha una serie de beneficios para fomentar las familias numerosas, todavía sin éxito

Foto: Una familia con su hijo. (Getty)
Una familia con su hijo. (Getty)
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Imaginemos que tener hijos viniera acompañado de préstamos baratos de más de 150.000 dólares, un monovolumen subvencionado y una exención de por vida del impuesto sobre la renta. ¿Tendría la gente más hijos? Parece ser que no.

Estos son algunos de los beneficios —junto con guarderías baratas, vacaciones adicionales y tratamientos de fertilidad gratuitos— que se han ofrecido a los padres en diferentes partes de Europa, una región a la cabeza de la escasez mundial de bebés. La población total de Europa se redujo durante la pandemia y va camino de disminuir en unos 40 millones para 2050, según las estadísticas de las Naciones Unidas. Las tasas de natalidad llevan disminuyendo en todo el mundo desarrollado desde los años sesenta. Pero el descenso ha afectado a Europa con más fuerza y rapidez de lo que esperaban los demógrafos, un presagio de la repentina caída de la tasa de fertilidad en Estados Unidos en los últimos años.

Invertir el descenso de la natalidad se ha convertido en una prioridad nacional entre los gobiernos de todo el mundo, incluidos los de China y Rusia, donde Vladímir Putin declaró 2024 como "el año de la familia". En Estados Unidos, tanto Kamala Harris como Donald Trump han prometido replantearse las políticas familiares del país. Harris quiere ofrecer una prima de 6.000 dólares por tener un bebé, mientras que Trump ha propuesto la fecundación in vitro gratuita y deducciones fiscales para los padres.

Foto: Hasta 500 euros al mes para las familias que tengan niños pequeños: requisitos y cómo solicitar el cheque bebé (iStock)

Europa y otras economías demográficamente castigadas de Asia, como Corea del Sur y Singapur, llevan una generación haciendo frente a la marea poblacional con generosas ayudas a los padres. Sin embargo, el descenso de la fertilidad persiste en casi todos los grupos de edad, ingresos y niveles educativos. Los que tienen muchos hijos suelen decir que los tendrían incluso sin las prestaciones y los que no los tienen dicen que las prestaciones no marcan la diferencia.

Hay dos países europeos que dedican más recursos a las familias que casi cualquier otra nación: Hungría y Noruega. A pesar de sus programas, tienen tasas de fertilidad de 1,5 y 1,4 hijos por mujer, respectivamente, muy por debajo de la fecundidad de reemplazo de 2,1, el nivel necesario para mantener estable la población. La tasa de fertilidad de Estados Unidos es de 1,6. Los demógrafos sugieren que la reticencia a tener hijos se debe a un cambio cultural fundamental más que a una cuestión puramente económica. Antes me decía: "Soy demasiado joven. Tengo que terminar la carrera. Tengo que encontrar pareja. De repente me desperté y tenía 28 años, estaba casada, tenía coche, casa y un trabajo flexible, y ya no había excusas", explica la noruega Nancy Lystad Herz. "Aunque ahora no hay barreras prácticas, me di cuenta de que no quiero tener hijos".

El modelo húngaro

Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, tanto Hungría como Noruega dedican más del 3% de su PIB a la ayuda a la familia, una cantidad superior a la que gastan en sus respectivos ejércitos. Hungría afirma que en los últimos años su gasto en políticas para las familias ha superado el 5% del PIB. Estados Unidos gasta alrededor del 1% del PIB en este tipo de ayudas a través de créditos fiscales por hijo y programas dirigidos a los estadounidenses con rentas bajas.

El programa húngaro de préstamos subvencionados para la vivienda ha ayudado a casi 250.000 familias a comprar o mejorar sus casas, según el gobierno. Orsolya Kocsis, una joven de 28 años que trabaja en recursos humanos, sabe que tener hijos les ayudaría a ella y a su marido a comprar una casa más grande en Budapest, pero no es suficiente para que cambie de opinión sobre no querer tener hijos. "Si dijéramos que vamos a tener dos hijos, podríamos comprar una casa nueva mañana mismo", dice. "Pero moralmente, no me sentiría bien habiendo traído una vida a este mundo para comprar una casa".

Hungría afirma que su gasto en políticas para las familias ha superado el 5% del PIB

La promoción de la maternidad, conocida como pronatalismo, es uno de los pilares del programa populista del primer ministro Viktor Orbán. La Cumbre Demográfica de Budapest, que se celebra cada dos años en Hungría, se ha convertido en un punto de encuentro de destacados políticos y pensadores conservadores. El expresentador de Fox News Tucker Carlson y JD Vance, candidato a vicepresidente de Trump, han elogiado las políticas familiares de Orbán.

Orbán considera que tener hijos dentro de lo que ha denominado un modelo familiar "tradicional" es un deber nacional, así como una alternativa a la inmigración para aumentar la población. Las ayudas a la crianza de los hijos en Hungría se reservan sobre todo a las parejas casadas, heterosexuales y de clase media. Las parejas que se divorcian pierden las ayudas subvencionadas y, en algunos casos, tienen que devolverlas. La población húngara, que ahora no llega a los 10 millones de habitantes, lleva disminuyendo desde los años ochenta. El país tiene aproximadamente el tamaño del estado estadounidense de Indiana. "Como somos tan pocos, siempre existe el temor de que estemos desapareciendo", afirma Zsuzsanna Szelényi, directora del Instituto de la Democracia del CEU y autora de un libro sobre Orbán.

Foto: Foto: EFE. Opinión
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La tasa de fertilidad húngara se desplomó tras la caída de la Unión Soviética y en 2010 era de 1,25 hijos por mujer. Orbán, padre de cinco hijos, y su partido Fidesz volvieron al poder ese año tras haber sido derrocados a principios de la década de 2000. En la década siguiente amplió el sistema de ayudas a la familia y la tasa de fertilidad húngara aumentó a 1,6 hijos por mujer en 2021. Ivett Szalma, profesor adjunto de la Universidad Corvinus de Budapest, dijo que, como en muchos otros países, las mujeres húngaras que habían retrasado el momento de tener hijos tras la crisis financiera mundial por fin se estaban poniendo al día. Después, el progreso se estancó. La tasa de fertilidad húngara ha descendido en los dos últimos años. Hasta agosto de este año han nacido en el país unos 51.500 niños, un 10% menos que en el mismo periodo del año anterior. Muchas mujeres húngaras aducen la falta de financiación de los sistemas públicos de sanidad y educación y las dificultades para conciliar trabajo y familia como parte de sus dudas a la hora de tener más hijos.

Anna Nagy, exabogada de 35 años, tuvo a su hijo en enero de 2021. Recibió un préstamo de unos 27.300 dólares que no tuvo que empezar a devolver hasta que el niño cumplió los tres años. Nagy había dejado su trabajo antes de quedarse embarazada, pero seguía recibiendo ayudas por maternidad financiadas por el gobierno, equivalentes al 70% de su antiguo salario, durante los dos primeros años y una cantidad menor durante un tercer año. Antes pensaba que quería tener dos o tres hijos, pero ahora solo quiere uno. Le frustra la insinuación de que los retos demográficos son responsabilidad suya, ya que los economistas apuntan al aumento de la inmigración y a una mayor edad de jubilación como otras compensaciones a las tensiones financieras sobre los presupuestos públicos derivadas del descenso de la población. "No es nuestro deber como mujeres húngaras mantener viva la nación", afirma.

Familias numerosas

Hungría es especialmente generosa con las familias que tienen varios hijos o que dan a luz a edades tempranas. El año pasado, el gobierno anunció que restringiría el programa de préstamos utilizado por Nagy a las mujeres menores de 30 años. Las familias que se comprometen a tener tres o más hijos pueden obtener más de 150.000 dólares en préstamos subvencionados. Otras ventajas son la exención de por vida de impuestos de carácter personal para las madres con cuatro o más hijos, y hasta siete días más de vacaciones anuales para ambos progenitores. En el marco de otro programa que ya ha expirado, casi 30.000 familias utilizaron una subvención para comprar un monovolumen, según el gobierno.

Los detractores de las políticas familiares húngaras afirman que el dinero se malgasta en personas que habrían tenido familias numerosas de todos modos. También se ha criticado al gobierno por excluir a grupos como la minoría romaní y los húngaros más pobres. Para muchos de los incentivos se exigen cuentas bancarias, historiales de crédito y un historial laboral estable. La oficina de prensa de Orbán se ha negado a hacer comentarios. Tünde Fűrész, director de un instituto de investigación demográfica respaldado por el gobierno, discrepó en cuanto a que las políticas sean excluyentes y dijo que los préstamos se utilizaban más en zonas económicamente deprimidas.

También se ha criticado al gobierno húngaro por excluir de las ayudas a grupos como la minoría romaní y los húngaros más pobres

Los programas gubernamentales no fueron un factor determinante para Eszter Gerencsér, de 37 años, que dijo que ella y su marido siempre quisieron tener una familia numerosa. Tienen cuatro hijos, de 3 a 10 años. Recibieron unos 62.800 $ en préstamos a bajo interés a través de programas gubernamentales y 35.500 $ en subvenciones. Utilizaron el dinero para comprar y renovar una casa a las afueras de Budapest. Cuando tuvo a su cuarto hijo, el gobierno le perdonó 11.000 dólares de la deuda y su familia recibe una ayuda mensual de unos 40 dólares por cada hijo.

La mayoría de las mujeres húngaras se quedan en casa con sus hijos hasta que cumplen dos años, tras lo cual se reducen las ayudas por maternidad, pero las guarderías públicas son gratuitas para las familias numerosas como la suya. Gerencsér trabajó de forma intermitente entre sus embarazos y volvió a trabajar a tiempo completo, en un empleo público, a principios de este año. Sigue pensando que la sociedad húngara está en contra de las madres y dice que le costó encontrar trabajo porque a los empresarios les preocupaba que tuviera que tomarse muchas vacaciones. La reputación internacional del país como un lugar ideal para la familia es "lo que se llama un buen marketing", afirma.

La generosidad nórdica

Noruega lleva décadas incentivando los nacimientos con generosos permisos parentales y guarderías subvencionadas. En Noruega, los nuevos padres pueden disfrutar de casi un año de permiso totalmente remunerado, o de unos 14 meses con un salario del 80%. Más de tres meses se reservan a los padres para fomentar un cuidado más equitativo y las madres tienen derecho a tomarse al menos una hora en el trabajo para dar el pecho o sacarse leche. El objetivo del gobierno nunca ha sido explícitamente animar a la gente a tener más hijos, sino facilitar a las mujeres la conciliación de carrera profesional e hijos, dice Trude Lappegard, profesora de demografía de la Universidad de Oslo. Noruega no restringe las prestaciones a los padres solteros ni a las parejas del mismo sexo.

Su tasa de fertilidad, de 1,4 hijos por mujer, ha descendido de forma constante desde casi 2 en 2009. A diferencia de Hungría, la población noruega sigue creciendo por ahora, debido sobre todo a la inmigración. "Es difícil saber por qué la población tiene menos hijos", declaró Kjersti Toppe, ministra noruega de Infancia y Familia, en un correo electrónico. La ministra explicó que el gobierno ha aumentado las ayudas mensuales a los padres y ha creado un comité para investigar el "baby bust" o descenso de la natalidad y las formas de revertirlo. Cada vez hay más mujeres sin hijos o con un solo hijo y el porcentaje de mujeres de 45 años con tres o más hijos cayó al 27,5% el año pasado, frente al 33% en 2010.

Foto: Las pensiones contributiDos personas ancianas caminando por un parque, a 29 de noviembre de 2023, en Madrid (España). EUROPA PRESSvas subirán un 3,8% en 2024

Las mujeres también esperan más para tener hijos, ya que la edad media a la que tuvieron su primer hijo alcanzó los 30,3 años el año pasado. El aumento global de los costes de la vivienda y un plazo más largo para establecerse profesionalmente probablemente influyan, según los investigadores. Las madres primerizas de más edad también pueden enfrentarse a otras dificultades: las mujeres de 35 años o más corren un mayor riesgo de infertilidad y complicaciones en el embarazo. Gina Ekholt, de 39 años, afirma que las políticas del gobierno le han ayudado a compensar gran parte de los costes de tener un hijo y le han permitido mantener su carrera como asesora sénior en la organización sin ánimo de lucro Save the Children Noruega. Tuvo a su hija a los 34 años, tras someterse a un tratamiento de fecundación in vitro subvencionado por el Estado que le costó unos 1.600 dólares.

Quería tener más hijos, pero no puede por problemas de fertilidad. Recibe una ayuda mensual de unos 160 dólares, que compensa casi totalmente la cuota mensual de 190 dólares de la guardería. "Desde el punto de vista económico, no ha supuesto un bache. Lo que me ha resultado difícil es intentar tener otro hijo", afirma. "El concepto de que deberíamos tener más hijos, y que eres muy egoísta si sólo has tenido uno, son las cosas que me han pasado factura". Su amiga Ewa Sapieżyńska, una escritora y científica social polaco-noruega de 44 años con un hijo, la ha ayudado a ver el lado positivo del estilo de vida de hijo único. "Para mí, la decisión no tiene que ver con el dinero. Se trata de mi vida", afirma.

*Contenido con licencia de The Wall Street Journal. Traducido por Federico Caraballo

Imaginemos que tener hijos viniera acompañado de préstamos baratos de más de 150.000 dólares, un monovolumen subvencionado y una exención de por vida del impuesto sobre la renta. ¿Tendría la gente más hijos? Parece ser que no.

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