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La Fed tiene un problema: los datos de los que depende ya no son fiables
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La Fed tiene un problema: los datos de los que depende ya no son fiables

El banco central estadounidense tiene que acabar con su política de "dependencia de datos" y conseguir que los inversores tengan una visión de conjunto

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La Reserva Federal ha vuelto a engañar a los inversores. Después de siete falsas alarmas en las que los mercados preveían una postura más proclive a bajar los tipos de interés por parte de la Reserva Federal de EEUU, la Reserva Federal por fin lo ha indicado a lo grande. Pero los inversores han reaccionado al revés: los rendimientos de los bonos han subido bruscamente y los inversores han apostado por menos recortes de tipos que antes.

¿Qué ha ocurrido? La respuesta puede resumirse en tres palabras: dependencia de datos. La Reserva Federal afirma que establece su política en función de los datos que recibe, especialmente los relativos a la inflación y el empleo. Y esos datos han sido poco fiables y mucho más volátiles de lo habitual, confundiendo a los inversores con una serie de rápidos retrocesos. Los datos empiezan señalando una debilidad económica y luego, en algunas ocasiones tras las revisiones, una mayor fortaleza.

Foto: Foto: EC Diseño.

Desde el recorte de la Fed del mes pasado, los datos económicos han sido mucho más sólidos de lo esperado. La economía también parece más firme. Las débiles cifras de empleo que asustaron a la Reserva Federal con un doble recorte de medio punto porcentual el mes pasado se han invertido en el informe de este mes, que ha sido el tercero más fuerte del año. Las estimaciones de crecimiento económico de la Fed de Nueva York y Atlanta se sitúan por encima del 3% para el tercer trimestre, frente al 2% de finales de agosto. La Reserva Federal debería, por supuesto, examinar los datos. Pero la "dependencia de datos" ha llegado a implicar fijarse solo en los datos recientes, ignorando las proyecciones sobre los efectos de los tipos de interés en la economía en el futuro. Esta dependencia de datos ha provocado una volatilidad innecesaria en los mercados de bonos.

En verano, los datos sugerían que los tipos altos (junto con una ralentización mundial, problemas en China y guerras en Oriente Próximo y Europa del Este) estaban perjudicando a la economía al ralentizarse el mercado laboral. Ahora parece que la economía está en buena forma, que el estímulo de China puede suponer que deje de ser un lastre y que la inflación puede estar más estancada de lo que se pensaba. Si solo se utilizan los datos más recientes, tanto el pesimismo a corto plazo como los pequeños auges se extrapolan, generando grandes oscilaciones en las expectativas de los tipos de interés de la Reserva Federal y, por tanto, de los bonos del Tesoro.

La "dependencia de datos" ha llegado a implicar fijarse sólo en los datos recientes, ignorando las proyecciones sobre el futuro

Los inversores buscan el pensamiento de grupo, en lugar de expresar la sabiduría de la multitud. A medida que crecía la esperanza de que se produjera un recorte de medio punto en septiembre, la probabilidad de que se produjeran nuevos recortes de 1,75 puntos porcentuales o más en junio se disparó hasta el 77%, según CME Fedwatch. ¿Podrían realmente producirse recortes equivalentes a más de un cuarto de punto en las próximas seis reuniones? No. Los operadores dicen ahora que la probabilidad ha retrocedido a cero, donde se situaba antes de que las débiles cifras de empleo de julio desencadenaran una grave, aunque breve, venta masiva.

La dependencia de los datos por parte de la Fed ha exacerbado lo que los psicólogos denominan sesgo de recencia en el mercado, con cambios en un par de meses de datos de empleo o inflación que se traducen en movimientos importantes. La dependencia de datos tenía cierto sentido cuando la Reserva Federal estaba muy preocupada por la inflación y temía que una inflación elevada se transmitiera a las expectativas de inflación futura de los consumidores y las empresas, en una espiral alcista que se autocumpliría.

Foto: Inversores en la bolsa de Nueva York. (Getty/Spencer Platt)

Para romper la espiral, subió los tipos, prediciendo que provocaría una recesión y controlaría las expectativas de precios. Si las subidas de precios anunciadas conducen, a través de las expectativas, a futuras subidas de precios, entonces es razonable centrarse en ellas. Asimismo, hay razones para basarse en los datos del pasado, cuando los tipos estaban estancados en cero. Durante muchos años después de la crisis financiera mundial de 2007-09, la Reserva Federal quiso convencer a los inversores de que tardaría en subir los tipos, esperando a que la economía se pusiera en marcha antes de actuar. El objetivo era bajar los rendimientos a largo plazo y evitar que los brotes verdes de la economía se vieran aplastados por unas expectativas de tipos en alza.

Ambas cosas funcionaron, ya que los rendimientos a 10 años alcanzaron su nivel más bajo de la historia y los mejores datos económicos llevaron a los inversores a valorar las subidas de tipos no en la siguiente reunión tras los datos, sino más adelante. Eso cambió en la inflación postpandémica, según un estudio de la Fed de Cleveland, que descubrió que los operadores de futuros eran supersensibles a las cifras de inflación justo antes de cada reunión de la Fed: una auténtica dependencia de los datos.

Los rendimientos a 10 años alcanzaron su nivel más bajo de la historia

La dependencia de los datos a corto plazo tiene mucho menos sentido cuando la Reserva Federal trata de lograr un aterrizaje suave. Puede permitirse mirar más allá de los turbulentos datos mensuales y centrarse en el panorama general. Es posible que el mercado laboral siga al alza, pero ya no está al rojo vivo. La inflación sigue por encima del objetivo, pero ya no asusta. Si nos alejamos de los datos, la gran pregunta no es cómo reducir unas décimas más la inflación, sino con qué rapidez y hasta dónde bajar los tipos de interés. Para ello es necesario predecir qué nivel de tipos puede soportar la economía a largo plazo.

Los cínicos señalan con razón que las predicciones anteriores de la Reserva Federal han sido terribles. Los escépticos, entre los que me incluyo, señalan el amplio desacuerdo entre los responsables políticos de la Reserva Federal sobre dónde se situarán finalmente los tipos de interés. Pero no es posible contemplar un aterrizaje suave tirando de espejo retrovisor cuando los cambios de tipos tardan medio año o más en tener efecto sobre el empleo y la inflación. Es hora de que la Fed acabe con su "dependencia de datos" e intente que los inversores piensen en el largo plazo.

*Contenido con licencia de The Wall Street Journal. Traducido por Federico Caraballo

La Reserva Federal ha vuelto a engañar a los inversores. Después de siete falsas alarmas en las que los mercados preveían una postura más proclive a bajar los tipos de interés por parte de la Reserva Federal de EEUU, la Reserva Federal por fin lo ha indicado a lo grande. Pero los inversores han reaccionado al revés: los rendimientos de los bonos han subido bruscamente y los inversores han apostado por menos recortes de tipos que antes.

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