Las empresas de combustibles limpios parecían el negocio del siglo. Ahora se hunden

Las "startups" que prometían propulsar aviones, barcos y camiones con combustibles limpios están fracasando antes de despegar, lo que demuestra lo difícil que será desligar a muchas industrias del petróleo y el gas.

Una empresa respaldada por United Airlines que recaudó cientos de millones de dólares para convertir la basura en combustible para aviones ha cerrado. Otra, respaldada por Airbus, JetBlue y GE Aerospace, que trabajaba con hidrógeno para propulsar aviones, ha quebrado. Chevron, BP y Shell, por su parte, están frenando sus proyectos de producción de biocombustibles a partir de grasas de cocina, aceites, grasas y material vegetal.

"El entusiasmo de los primeros momentos no ha estado a la altura de las expectativas", declaró Andy Marsh, director ejecutivo de Plug Power, una empresa emergente que acaba de inaugurar una de las primeras plantas estadounidenses de producción de hidrógeno verde, posible sustituto de los combustibles fósiles en industrias como la siderúrgica y la química.

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Las acciones de Plug Power se han desplomado más de un 90% desde la aprobación de la ley climática estadounidense hace dos años. Las acciones de la empresa de biocombustibles Gevo, donde Marsh es miembro del consejo de administración, han bajado un 80% en ese periodo. Los fracasos y retrasos están acabando prácticamente con el optimismo inicial tras la aprobación de la ley climática. El aumento de los costes ha retrasado los plazos de los proyectos y dificultado la recaudación de fondos. Los retrasos del Gobierno a la hora de completar los créditos fiscales se suman a los retos.

Sin combustibles limpios, se espera que las emisiones de muchas empresas sigan aumentando, amenazando los objetivos climáticos estadounidenses y mundiales. Industrias como la aviación y el transporte marítimo dependen de los nuevos combustibles porque la energía eólica y solar y las baterías no pueden satisfacer sus enormes necesidades energéticas.

Sin combustibles limpios, se espera que las emisiones de muchas empresas sigan aumentando

La compañía de transporte marítimo Maersk declaró hace poco que encargará hasta 60 nuevos buques que puedan funcionar con gas natural licuado y fueloil, en parte debido a la incertidumbre sobre el desarrollo de los combustibles ecológicos. Air New Zealand se ha convertido posiblemente en la primera aerolínea en retirar su objetivo de emisiones para 2030, alegando la limitada disponibilidad de combustibles alternativos para sus aviones. "Es realmente difícil conseguir que una nueva tecnología haga lo que la industria de los combustibles fósiles lleva haciendo más de 80 años", afirma Jimmy Samartzis, director general de LanzaJet, una startup respaldada por Shell, Southwest Airlines y Microsoft.

LanzaJet iniciará pronto la producción en una planta de Georgia, una de las primeras dedicadas al combustible de aviación sostenible en EEUU. La construcción acabó siendo mucho más cara de lo que la empresa esperaba y el combustible de la empresa, fabricado a partir de etanol, cuesta aproximadamente el doble que el combustible convencional para aviones sin subvenciones. En United Airlines, empresa pionera en la producción de biocarburantes e hidrógeno, el ritmo de las inversiones se ha ralentizado este año. Esto refleja la incertidumbre política ante las elecciones presidenciales de noviembre y los problemas de liquidez y recaudación de fondos de muchas empresas, según Andrew Chang, director gerente de la división de riesgo de United. "Si no se puede conseguir dinero, no hay nada de qué hablar", afirmó.

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Muchos proyectos de combustibles limpios han caído en saco roto, en parte debido a las grandes cantidades de energía que necesitan. Los altos tipos de interés, las interrupciones de la cadena de suministro y las costosas mejoras de las redes eléctricas han hecho subir los precios de la electricidad. Los productores de combustibles limpios también compiten por la electricidad renovable con grandes empresas tecnológicas que gestionan centros de datos de inteligencia artificial y a menudo pueden pagar precios más altos por la energía. "La única forma de solucionarlo es reducir el coste de la electricidad verde", afirma Andrew Forrest, uno de los mayores defensores del hidrógeno.

Forrest, multimillonario fundador del gigante australiano del hierro Fortescue, afirmó que el objetivo de producción de hidrógeno de su empresa para 2030 parece ahora poco realista. Fortescue planea producir su propia energía limpia para fabricar hidrógeno en Australia y está considerando hacer lo mismo en Arizona. En Estados Unidos, la lentitud de las subvenciones nacionales y la debilidad de la demanda están empujando a Plug Power y a competidores como Electric Hydrogen a expandirse en el extranjero, desbaratando las expectativas que había cuando se aprobó la ley climática. Air Products and Chemicals, una gran empresa de hidrógeno y gas, ha declarado que está esperando a que se completen las normas sobre créditos fiscales antes de tomar una decisión de inversión en un proyecto de hidrógeno de 4.000 millones de dólares en Texas.

Muchos proyectos de combustibles limpios se han convertido han caído en saco roto, en parte debido a las grandes cantidades de energía que necesitan

La caída de los precios de los créditos para muchos combustibles limpios en el marco de los programas reguladores de California y de la Agencia de Protección del Medio Ambiente también está afectando a las finanzas. Una de las víctimas parece ser Fulcrum BioEnergy, la nueva empresa respaldada por United que decía poder convertir la basura en combustible para aviones. La empresa había desarrollado el proceso durante más de 15 años y operaba en una planta de Nevada antes de dejar de pagar los préstamos. Al parecer, su sitio web ya no funciona y tampoco ha sido posible ponerse en contacto con sus directivos. United no ha querido hacer comentarios.

Universal Hydrogen, una startup que trabajaba en el uso de hidrógeno en la aviación, lleva tiempo tratando de resolver problemas logísticos y de ingeniería que se han vuelto demasiado complejos porque los precios del hidrógeno se han mantenido obstinadamente altos. En algunos casos, los problemas son internos. Alder Fuels, una startup que convierte la biomasa en combustible, sigue trabajando en su tecnología después de que su fundador y consejero delegado, Bryan Sherbacow, fuera declarado culpable de malversación de fondos, y luego reemplazado, según un portavoz.

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La clave de la supervivencia está en encontrar modelos de negocio capaces de reducir los costes el tiempo suficiente para superar estas difíciles condiciones, según los ejecutivos. En Cemvita Factory, una startup respaldada por Occidental Petroleum y United que utiliza microbios para producir materias primas para combustibles, su director ejecutivo, Moji Karimi, afirmó que generar liquidez es prioritario sobre los resultados climáticos. Eso significa ser flexible en cuanto a los combustibles que fabrica.

"Para poder lograr ese impacto climático, primero tenemos que no morir", recalcó.

*Contenido con licencia de The Wall Street Journal. Traducido por Federico Caraballo