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Las bolsas se han recuperado del 'lunes negro', pero muchas cosas no volverán a ser iguales
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Las bolsas se han recuperado del 'lunes negro', pero muchas cosas no volverán a ser iguales

El pánico de la semana pasada en los mercados podría afectar directamente a los ánimos de los inversores, determinando si las fisuras que acabamos de ver se convierten en abismos

Foto: Inversores en la bolsa de Nueva York. (Getty/Spencer Plat)
Inversores en la bolsa de Nueva York. (Getty/Spencer Plat)
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Muchos inversores y analistas del mercado han llegado a la conclusión de que el desplome del pasado lunes fue un mero detalle técnico, aunque aterrador, que la economía está bien y que ahora que el pánico ha remitido, se puede dejar de lado el caos vivido durante el día.

No estoy de acuerdo. El miedo evidenciado el lunes nos indica hacia dónde se dirigen los mercados y cómo se sienten los inversores. También podría afectar directamente a la psicología de los inversores, influyendo a su vez en si las fisuras que acabamos de presenciar en los mercados se convierten en algo mucho más profundo.

Los acontecimientos de la semana pasada indican un cambio de régimen en los mercados. Uno de los detonantes del pánico del lunes fueron las malas cifras de empleo del viernes anterior, que demuestran lo que ya se estaba haciendo evidente: la esperanza en un aterrizaje suave de la economía ha desaparecido. Por supuesto, las malas cifras de empleo de un mes no indican una recesión, ni siquiera cuando se añaden a algunos informes empresariales que sugieren un consumidor más débil. Pero los inversores han pasado de preocuparse de que la economía sea demasiado fuerte para permitir que la Reserva Federal recorte los tipos a preocuparse de que la Reserva Federal esté siendo demasiado lenta a la hora de recortarlos a medida que la economía se hunde.

Foto: Foto: Getty/Spencer Platt.

El nuevo régimen implica que los inversores verán la economía con otros ojos. Ya no todo es de color de rosa, y eso significa que el mercado no puede ignorar las malas noticias, como hizo a principios de año. Al mismo tiempo, la percepción de que estamos en la cúspide entre un aterrizaje duro y uno suave significa que los inversores son más propensos a reaccionar de forma exagerada a los datos, como el jueves, cuando las nuevas solicitudes de subsidio de desempleo se situaron ligeramente por debajo de las previsiones y las acciones subieron más de un 2% para tener su mejor día desde 2022. Incluso si todo sale bien, el camino tendrá sus baches. Tampoco sabemos si los excesos que se habían acumulado han desaparecido del sistema. Lo más probable es que no se eliminaran en las pocas horas que tardó el mercado en desplomarse el lunes por la mañana, antes de que comenzara la recuperación.

Sin duda, algunas posiciones muy apalancadas se cerraron a toda prisa. David Kostin, estratega jefe de renta variable estadounidense de Goldman Sachs, calcula que el apalancamiento de los fondos de cobertura cayó desde el nivel más alto de los últimos tres años hasta aproximadamente la media. Los estrategas de JP Morgan creen que alrededor del 70% de las operaciones de "carry trade" con yenes (que consisten en tomar prestados yenes a bajo coste para comprar divisas de mayor rentabilidad, como el peso mexicano) se han deshecho. Pero nadie lo sabe con certeza.

Ya no todo es de color de rosa, y eso significa que el mercado no puede ignorar las malas noticias, como hizo a principios de año

Aquí es donde entra en juego la psicología. Una vez que nuestras posiciones se han desplomado, ¿reaccionamos ante la subida de los precios aprovechando la oportunidad para salir mientras podamos? Si esto ocurre, el mercado pasa de la mentalidad de comprar cuando el precio cae a la de vender cuando el precio sube, y se hace aún más difícil que las acciones suban a medida que se reduce el apalancamiento restante. La evidencia de anteriores crisis es que los inversores parecen cambiar de parecer, al menos durante un tiempo. La del lunes no fue una caída repentina o "flash crash", algo que suele durar solo unas horas y que suele deberse a errores de los operadores, a grandes operaciones en momentos del día sin liquidez o a algoritmos mal escritos, más que a posiciones abarrotadas. Pero psicológicamente podría tener el mismo efecto.

La mayor caída repentina se produjo en mayo de 2010 y duró menos de una hora. El S&P 500 tardó una semana en volver a su nivel anterior a la caída, pero no se mantuvo. Un mes más tarde, las acciones estaban más bajas que en el punto más bajo de la caída, y todavía estaban analizando el mínimo del día de la caída a finales de agosto, cuando la promesa de la Fed de flexibilización cuantitativa revitalizó el mercado alcista.

Foto: Foto: Reuters/Leah Millis

En agosto de 2015 se produjo un desplome más tradicional, con el S&P hundiéndose un 5% intradía al desinflarse la burbuja bursátil china. De nuevo se produjo una rápida recuperación, pero de nuevo los precios más altos no pudieron mantenerse. A finales de septiembre se volvieron a poner a prueba los mínimos, y los efectos en cadena de la desaceleración de China sobre los precios del petróleo arrastraron a las acciones más abajo que en el mínimo del desplome de febrero de 2016. Este mínimo estableció un objetivo para los operadores.

Lo mismo ocurre en otros mercados. El rendimiento del Tesoro a 10 años se desplomó 0,37 puntos porcentuales en octubre de 2014 por unas cifras de ventas minoristas ligeramente decepcionantes que normalmente tendrían poco efecto. El repentino desplome —o repunte, ya que los precios subieron a medida que caían los rendimientos— se revirtió casi por completo al final del día, y siguió un breve periodo de subida de los rendimientos. Pero los rendimientos tardaron solo tres meses en volver a caer por debajo del mínimo intradía. Por supuesto, no todo es psicología. La economía y la Reserva Federal harán lo suyo, lo que podría dar lugar a un nuevo auge de los precios de las acciones.

Pero creo que el desplome del lunes pasado volvió a cambiar la mentalidad de los inversores. Eso implicará que los vendedores aparecerán más rápidamente cuando los precios suban, y los compradores serán más reacios a participar cuando los precios caigan. Preste atención.

*Contenido con licencia de The Wall Street Journal. Traducido por Federico Caraballo

Muchos inversores y analistas del mercado han llegado a la conclusión de que el desplome del pasado lunes fue un mero detalle técnico, aunque aterrador, que la economía está bien y que ahora que el pánico ha remitido, se puede dejar de lado el caos vivido durante el día.

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