Mis amigas han tenido divorcios caros: esto es lo que he aprendido de ellos
Conozco a muchas parejas que han roto o están pensando en hacerlo, lo que me ha hecho reflexionar mucho sobre mi propia relación
Mi novia y yo vemos la nevera de nuestro apartamento como un gran collage.
En los últimos años, después de ir a una boda tras otra, hemos creado sin darnos cuenta un álbum de invitaciones de bodas y otros recuerdos. Sin embargo, hace poco decidimos que era hora de renovar el collage de la nevera. Y al hacerlo, nos dimos cuenta de algo deprimente: la mayoría de las parejas felices que aparecían en las fotos estaban divorciadas, habían roto o estaban replanteándose seriamente su relación.
Como amiga, he aprendido mucho de mis amigos recién divorciados, y admiro la resistencia, el optimismo y la fortaleza que han demostrado ante sus rupturas. Pero como columnista de finanzas personales, también he aprendido muchas lecciones económicas de estos nuevos divorciados, y creo que la información es relevante no solo para otras parejas casadas.
Una amiga logró ahorrar cerca de 100,000 dólares gracias a su acuerdo prenupcial tras una rápida separación; mientras que otra mujer que conozco escapó de una relación económicamente abusiva con menos de mil dólares en su cuenta de ahorros.
Darla Gale, terapeuta afincada en California y fundadora de Heartstrings Counseling, explica que a menudo habla con sus clientes sobre cómo dar sentido a estas relaciones y a las consecuencias económicas que conllevan. Compartir lecciones y experiencias es una forma de hacerlo. "El dinero sale mucho a relucir en mi consulta, porque las dificultades económicas son uno de los motivos de divorcio", dice. "Puede ser muy alentador decir: 'Puedo hacer esto por mí misma. Simplemente no tenía las herramientas para hacerlo por mi cuenta'".
Juntos no siempre es mejor
La ruptura de una relación puede traer consigo una serie de lecciones financieras que influyen en la forma en que hablamos de dinero en nuestras relaciones en el futuro, ya seamos la novia, el novio o la persona que se saca una foto junto a la tarta. En mis artículos anteriores, he investigado bastante sobre lo beneficioso que puede ser para las parejas combinar sus finanzas. Los estudios demuestran que esto les permite maximizar su potencial de crecimiento patrimonial e incluso hace que ambos miembros de la pareja se sientan más felices en la relación.
No obstante, tras presenciar su primera oleada de divorcios, muchos jóvenes están adoptando un enfoque diferente. "Estoy haciendo muchos acuerdos prematrimoniales para gente más joven, y la mayoría quiere mantener su dinero separado, lo cual es interesante y muy diferente de cómo se hacían los acuerdos prematrimoniales hace 10 o 20 años", señala Lisa Zeiderman, abogada especializada en divorcios de Nueva York.
Tras su primera oleada de divorcios, muchos jóvenes "quiere mantener su dinero separado"
Gale asegura que ahora suele ver parejas que hacen ambas cosas: compartir gastos en una cuenta conjunta, por ejemplo, pero manteniendo fondos separados "para que no parezca que una persona tiene más control". Inspiradas por este planteamiento, mi novia y yo hemos optado por algo parecido. Para ahorrar para el pago inicial de una futura casa, contribuimos con cantidades casi idénticas a una cuenta de ahorro conjunta de alto rendimiento que abrimos juntas. También compartimos una tarjeta de crédito para hacer la compra, pagar las facturas del veterinario de nuestro perro o hacer frente a otros gastos comunes.
Pero al mismo tiempo, cada una tiene su propia cuenta corriente y de ahorro, para sus necesidades individuales. De este modo, si alguna vez ocurre un desastre, ambas podemos mantener un cierto nivel de autonomía personal y rehacer nuestras vidas. Al fin y al cabo, como dice Gale, "Autonomía es igual a igualdad".
A mayor edad, mejor... y peor
Estas son las buenas noticias que he sacado al analizar el divorcio desde el punto de vista personal (y de las finanzas personales): En general, las parejas de "millennials" se divorcian menos que las de generaciones anteriores a edades similares. El economista Brett House, profesor de prácticas profesionales en la división de economía de la Columbia Business School, atribuye este descenso a dos factores importantes: los millennials se casan más tarde, por lo que es más probable que hayan recibido más educación a la edad de su primer matrimonio.
Ahora bien, esperar para casarse no protege contra las consecuencias económicas de un divorcio; en todo caso, casarse más tarde significa que ambos cónyuges han tenido más tiempo para acumular más activos que podrían dar lugar a conflictos financieros una vez separados. "La gente puede ser más madura y más consciente de sí misma y tener más claro lo que quiere de una relación que en años anteriores", dice House.
Gale recomienda establecer claramente esas prioridades financieras al principio de la relación, cuando todo parece aún de color de rosa. "No hay que esconderse, sino empezar la relación y decir: 'Voy a tener una cuenta bancaria separada, ya sea para salir o para tener un fondo de 'entretenimiento', pero la autonomía es muy importante para mí'". Y fíjate en la reacción de tu posible pareja a una conversación así: eso también puede influir en tu decisión de construir una vida con ella.
No comprometas tu carrera
En sus muchos años asesorando a mujeres y trabajando en tribunales de divorcio, Zeiderman cuenta que a menudo da el mismo consejo a las jóvenes que van a casarse: no pierdas de vista tu carrera; ya que ha visto de primera mano lo difícil que es para muchas personas, al comprometer sus propias trayectorias profesionales, reconstruir sus ingresos tras el divorcio. "Son muchos los que deciden dejar que la otra persona desarrolle su carrera y, al final, no pueden compensarlo con la manutención conyugal ni con el reparto de sus bienes", dice. "Mantente en el mercado laboral. Es necesario".
Nos gusta pensar que eso es sencillo, pero en la práctica, que ambos miembros de la pareja den prioridad a sus carreras no es tarea fácil. Este verano me embarcaré en una nueva carrera como escritora independiente y presentadora de podcasts; al mismo tiempo, mi novia, también periodista, viajará por toda Francia para cubrir los Juegos Olímpicos de verano. Hablamos de antemano sobre lo importante que será este verano para nosotras en lo que respecta al trabajo, y acordamos que, aunque nuestra relación —y nuestra paciencia— puede ponerse a prueba, concedernos un poco de tolerancia mutua durante este período de alta presión nos ayudará mucho. Desarrollar nuestras carreras profesionales nos beneficiará a las dos, pero también es un seguro para ambas.
¿Y si rompemos?
"La previsión es más fácil cuando las cosas van bien", me dijo Zeiderman. Y sus palabras se me quedaron grabadas. Recordé las docenas de conversaciones que he tenido con amigos divorciados. Muchos de ellos lamentaban no haber hablado nunca de sus objetivos, hábitos o estrategias monetarias con sus parejas antes de casarse. Con demasiada frecuencia, decían, les preocupaba que sacar el tema de las finanzas empañara la emoción de la fase de luna de miel; luego, meses o años después, las palabras no dichas se endurecían y se convertían en resentimiento.
Mi novia y yo tenemos una "cita de dinero" mensual fija en el calendario. Hacemos tiempo para acurrucarnos en el sofá, las dos solas, y revisar nuestras finanzas domésticas. Para nosotras, eso significa repasar el extracto bancario y comprobar los progresos realizados hacia nuestros objetivos financieros. En otras ocasiones, hemos comparado los precios de las próximas compras, hemos pagado deudas e incluso hemos compartido la situación de nuestras cuentas personales.
"La previsión es más fácil cuando las cosas van bien" me dijo Zeiderman, y recordé las charlas que he tenido con amigos divorciados
A nadie le gusta pagar facturas o calcular los totales de las deudas, pero nos esforzamos por hacer que el proceso sea lo menos doloroso posible. Sin embargo, creo que el tema que he preparado para este mes puede ser el más incómodo hasta ahora. Y es que, inspirándome en Zeiderman y Gale, esta vez he planeado algo particularmente "especial" para nuestra cita sobre el dinero: la conversación de "¿y si rompemos?"
Quiero planificar cómo dividiríamos nuestros bienes compartidos y luego poner estos detalles por escrito, juntas. Si pasara algo en el futuro, podríamos dejar a un lado nuestras diferencias para confiar en este plan y hacer que el desembrollo de nuestras finanzas fuera mucho más sencillo.
Por suerte para mí, mi novia ya me conoce lo suficiente como para ver el romanticismo que esconde este gesto.
*Contenido con licencia de The Wall Street Journal. Traducido por Federico Caraballo
Mi novia y yo vemos la nevera de nuestro apartamento como un gran collage.
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