Nadie quiere entrar a los clubs de 'alumni' de las universidades de élite… y están cerrando
A medida que pierden popularidad, algunos están implementando códigos de vestimenta menos estrictos, descuentos en las cuotas y citas rápidas para ganar socios
El campus de la Universidad de Princeton, Nueva Jersey. (Getty Images/William Thomas Cain)
Buscaron formas de adaptar el club al siglo XXI, haciéndolo menos anticuado y más atractivo para los alumni más jóvenes que no estaban vinculados a los casi 160 años de historia del club. Una de las propuestas de modernización preveía una nueva zona de trabajo, una cafetería que diera a la acera y un salón en la cuarta planta con un bar, según una presentación a los miembros de la junta a la que tuvo acceso The Wall Street Journal.
The Wall Street Journal. Melissa Korn y Andrea Fuller
La historia de los clubs de la Ivy League de Nueva York se remonta al siglo XIX. Durante años, estas organizaciones estuvieron consideradas entre las más prestigiosas del país. Hoy en día, según antiguos miembros, los clubs han pasado de moda. Son víctimas de una decoración anticuada, una comida mediocre y, en algunos casos, de códigos de vestimenta obsoletos: durante la mayor parte de su historia, estos clubs han exigido que los hombres lleven chaqueta y corbata, lo que no encaja con los exalumnos más jóvenes.
Sin embargo, cada vez más graduados de la Ivy League acuden a una nueva generación de clubs privados como Casa Cipriani, Zero Bond y Soho House, en medio de una nueva Edad de Oro para los clubs de socios que cuentan con instalaciones como una piscina en la azotea o un restaurante "omakase". "Cuando oyes a la gente hablar de los clubs de moda, no mencionan los clubs universitarios", afirma David Gutstadt, promotor inmobiliario y antiguo alumno de Princeton, cuya empresa con sede en Filadelfia fue consultada para renovar ese club antes de que cerrara.
La pandemia supuso otro duro golpe para los clubs, que dejaron de percibir los ingresos de sus restaurantes y otros servicios cuando éstos cerraron debido a las restricciones impuestas por el COVID-19. Algunos socios, ya hartos, se dieron de baja definitivamente. En los últimos tiempos, el auge del activismo universitario por la guerra en Gaza ha complicado la relación de algunos socios jóvenes con los clubs. Dos recién licenciados de la Ivy League que ahora viven en Nueva York afirmaron que las severas medidas adoptadas por sus universidades contra las protestas a favor de Palestina les convencieron para no unirse a uno de los clubs de su alma mater.
Cada vez más graduados de la Ivy League acuden a una nueva generación de clubs privados
Las universidades de élite con clubs en Nueva York tienden a mantener en privado la mayor parte de la información sobre su membresía, pero algunos acontecimientos recientes sugieren cierta inquietud. El Yale Club cambió su proceso de admisión para aceptar socios sin afiliación a la universidad. Ahora casi cualquier persona puede solicitar su ingreso en el club si cuenta con el aval de al menos dos miembros, según un documento del propio club. Ningún representante de este club quiso hacer comentarios sobre los cambios en el sistema de admisión.
El Penn Club acumula una década de pérdidas anuales netas de socios desde su creación a mediados de los noventa, según un miembro de la dirección. El Cornell Club ha perdido entre 280.000 y 2,1 millones de dólares por año fiscal desde 2016, según muestran las declaraciones de impuestos. El Princeton Club es probablemente el que más ha sufrido. Perdió aproximadamente un tercio de sus miembros durante la pandemia, según informó una fuente al tanto de la situación. En 2021, el club dejó de pagar un préstamo de 40 millones de dólares vinculado a su edificio en la West 43rd Street. Un comprador desconocido que utilizaba una empresa fantasma adquirió la propiedad por 8 millones de dólares en diciembre.
Los clubs de las universidades de élite siguen siendo relativamente homogéneos, explica Gutstadt, lo que refleja la base de antiguos alumnos de las universidades. No obstante, los jóvenes buscan entornos que reflejen la diversidad de la ciudad. El Harvard Club, fundado en 1865, fue el primero en establecerse, y Princeton le siguió de cerca. Al principio, los clubs de la Ivy League estaban formados por hombres de negocios que querían celebrar reuniones al margen de la mirada pública, según Zack Bates, director ejecutivo de la consultora Private Club Marketing.
Al igual que sus respectivas universidades, los clubs no aceptaron mujeres como socias hasta décadas después de su fundación. En el Yale Club, las mujeres fueron admitidas por primera vez en 1969, aunque algunas partes del club siguieron siendo exclusivas para hombres hasta los años setenta. Aunque una barra de bar más moderna y un código de vestimenta más informal podrían ayudar a atraer a un grupo más joven de antiguos alumnos al Princeton Club, algunos de los miembros más veteranos de la junta del club se han mostrado en general reacios a grandes cambios, según Steven Morales, exempleado del Princeton Club. Esos miembros son venerados, dijo Morales. "No se les puede cuestionar".
Vestimenta informal y citas rápidas
Aun así, los clubs han suavizado hasta cierto punto sus normas en los últimos años. Durante décadas, los códigos de vestimenta han constituido una línea divisoria entre los alumni más mayores y los más jóvenes. En 1999, el Yale Club fue el primero de los clubs de la Ivy League en Manhattan en permitir vestir de manera informal los viernes, en un intento de atraer a socios más jóvenes y creativos.
Durante décadas, los códigos de vestimenta han constituido una línea divisoria entre los alumni más mayores y los más jóvenes
Regina Jaslow, licenciada en 1997 por la Wharton School, se incorporó a la dirección del Penn Club en 2005. Como directora de marketing para socios, ayudó a atraer a miembros jóvenes introduciendo eventos nocturnos de networking y citas rápidas. El club pronto revirtió una caída de 10 años en el número de socios e incluso recuperó sus pérdidas, afirmó. Sin embargo, seguía teniendo problemas para retener a los profesionales de más de 30 años.
Algunas de las estrategias del Penn Club para atraer a socios jóvenes se utilizan en todo el ámbito de la Ivy League. Mientras que los antiguos alumnos más veteranos pueden pagar cerca de 2.000 dólares de cuota anual, los clubs ofrecen descuentos a los exalumnos más recientes.
En el Harvard Club, los graduados de la promoción de 2024 sólo pagan 100 dólares por su primer año, que se les devuelven en forma de una tarjeta regalo del club por valor de 100 dólares. Para los antiguos alumnos de Harvard residentes en Nueva York, las cuotas oscilan entre 520 y 2.598 dólares anuales. El Cornell Club ha organizado eventos exclusivos para jóvenes antiguos alumnos y ha ofrecido a los recién graduados inscripciones gratuitas en gimnasios para atraerlos.
Si todos estos esfuerzos fracasan, los clubs se podrían enfrentar a una eventual crisis. "Sus socios actuales desaparecerán", afirma Bates, asesor de clubs privados.
*Contenido con licencia de The Wall Street Journal. Traducido por Federico Caraballo