Adiós a las certidumbres: invertir en 2022 era fácil; en 2023, ya no lo es
El año pasado fue uno de esos momentos en que las certezas abundan, pero, tanto para los alcistas como para los bajistas, esas certezas han desaparecido
A veces, invertir parece fácil. El negocio de ganar dinero no, ese siempre es difícil. Pero hay momentos en que el mercado facilita tener una visión sólida y decidir dónde poner el dinero.
El año pasado fue uno de esos momentos, pero, tanto para los alcistas como para los bajistas, las certezas han desaparecido. Las acciones entraron en 2022 sobrevaloradas gracias al exceso de confianza de los alcistas, lo que proporcionó la más simple de las señales a los bajistas. Los bonos empezaron el año pasado habiendo ignorado voluntariamente la inflación galopante y la necesidad de la reacción tardía de la Reserva Federal. Cuando tanto los bonos como las acciones tomaron una trayectoria (bajista) clara, también fue fácil para los operadores, ya que los mercados pasaron de no prestar atención a la inflación a centrarse en ella, excluyendo todo lo demás. Las buenas noticias sobre la economía eran malas noticias para las acciones y los bonos, porque significaban más inflación y tipos de interés más altos.
Invertir vuelve a ser difícil, porque las señales sencillas han desaparecido. Las valoraciones de las acciones, medidas por la relación entre el precio y los beneficios a 12 meses vista, han vuelto a situarse cerca de su media a largo plazo. Los rendimientos de los bonos han subido desde niveles estúpidamente bajos, pero el rendimiento a 10 años sigue estando muy por debajo del 4% alcanzado en otoño. Los movimientos de ambas han sido grandes, pero ninguna de ellas es barata en términos históricos. Las burbujas de los valores especulativos de tecnología, energías limpias y cannabis, así como de las criptomonedas, se han desinflado.
El mercado ya no se mueve exclusivamente en función de las perspectivas de inflación. Las subidas de tipos de la Fed siguen siendo importantes, como siempre, pero después de un año en el que la dirección de la política era obvia, ahora hay mucho espacio para el desacuerdo sobre lo que la Fed debería hacer, lo que hará y cuándo lo hará. La recesión vuelve a ser una amenaza ampliamente debatida para los beneficios, pero la magnitud de la amenaza sigue sin estar clara. Las buenas noticias sobre la economía pueden seguir siendo malas noticias para los inversores, porque significan tipos de interés más altos. Pero ahora las buenas noticias sobre la economía también pueden ser buenas noticias para los inversores, porque significan que es menos probable que haya una recesión.
La semana pasada, los datos económicos volvieron a sembrar la confusión: el mercado laboral sigue siendo increíblemente fuerte, mientras que la industria se enfrenta a dificultades. El miércoles, el informe mensual del Institute for Supply Management mostró que el sector manufacturero volvió a debilitarse en diciembre, alcanzando su punto más débil desde mayo de 2020, con una rápida caída de los nuevos pedidos. Mientras tanto, su índice de empleo aumentó, respaldado por las cifras de nóminas mejores de lo esperado del viernes, y la tasa de desempleo es ahora igual a la más baja desde 1969. Además, el crecimiento de los salarios fue inesperadamente débil, mientras que otro informe del ISM sobre los servicios mostró una contracción en diciembre por debajo de las peores previsiones de los economistas encuestados por Reuters.
Estas cifras son compatibles con una recesión este mismo año, ya que el desempleo solo suele aumentar mucho después del inicio de una recesión. Pero también es posible que la economía avance sin problemas, puesto que la escasez de mano de obra favorece un mercado laboral caliente a expensas de los márgenes de beneficio, lo que lleva a un crecimiento más débil, pero no a una recesión. La materialización de uno u otro resultado es muy importante, pero es difícil confiar en predicciones sobre cuál tendrá lugar.
Incluso el sentimiento de los inversores es desconcertante. Durante las vacaciones se compraron muchas opciones de venta para protegerse de la caída de los precios de las acciones, lo que elevó la proporción de opciones de venta frente a las opciones de compra alcistas a un máximo histórico, sugiriendo que había mucho miedo (normalmente un buen momento para comprar). Sin embargo, las encuestas realizadas entre los inversores revelan que estos se muestran cautos, en lugar de presa del pánico, y los indicadores de sentimiento —como el índice Levkovich de Citigroup— que combinan múltiples medidas son neutrales, al igual que el VIX, una medida de la volatilidad implícita de las acciones.
No hay duda de que es importante, en especial para los beneficios de este año, saber si habrá o no recesión
Puede que haya llegado el momento de que los inversores vuelvan a pensar como antes. Después de tres años en que todo ha sido extremo, por fin las cosas están volviendo a la normalidad. Los acontecimientos recientes nos han condicionado a esperar que se produzcan grandes oscilaciones en la política gubernamental, la demanda, la oferta, la inflación y los tipos de interés, lo que aporta indicadores claros de la dirección de los precios de los activos. Ahora tenemos que acostumbrarnos de nuevo a la moderación y a la continua incertidumbre que conlleva para la inversión.
No hay duda de que es importante, en especial para los beneficios de este año, saber si habrá o no recesión. Claro que importa si la Reserva Federal empieza a bajar los tipos a finales del verano o espera hasta el año que viene. Y, por supuesto, si la inflación se mantiene o no. Pero no tenemos que preocuparnos por perdernos una burbuja o por el estallido de una burbuja, una pandemia o el peligro de una crisis. Las cosas están volviendo a la normalidad, y eso es bueno.
*Contenido con licencia de The Wall Street Journal.
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