El renacimiento de los chips ya está aquí y va a cambiar el mundo
Ha comenzado un renacimiento de las industrias especializadas y emergentes del futuro. Se están beneficiando de iniciativas gubernamentales localizadas y de asociaciones público-privadas
Un nuevo tipo de destrucción creativa está planteando una paradoja al sector mundial de los semiconductores.
La geopolítica, y otros factores existenciales, han perturbado la globalización tal como la conocíamos, fragmentando las cadenas mundiales de suministro de semiconductores. Pero estas mismas fuerzas también presentan oportunidades históricas de innovación y crecimiento. En otras palabras, el mundo no se está desglobalizando. Se está globalizando de nuevo.
Estos cambios van en contra de un pensamiento económico profundamente arraigado. El modelo económico liberal sostiene que, salvo fallos catastróficos del mercado, los gobiernos deben mantenerse al margen de los mercados. C.C. Wei, director ejecutivo de Taiwan Semiconductor Manufacturing, ha afirmado este mes que las medidas estadounidenses y chinas para controlar el flujo de la tecnología "destruyen la productividad y la eficiencia ganadas con la globalización". El fundador de TSMC, Morris Chang, lo ha expresado en términos más crudos: "La globalización está casi muerta y el libre comercio, también".
Pero la aplicación rígida de los principios económicos de la vieja escuela a los cambios que se están produciendo en la economía mundial plantea problemas importantes.
En primer lugar, el cálculo económico tradicional en torno a los supuestos fallos del mercado no ha tenido en cuenta los costes existenciales de un comportamiento de depredador y centrado en el Estado en un sistema comercial abierto. China ha puesto patas arriba el sistema internacional aprovechando la escala de su economía y sus prácticas neomercantilistas. Por lo tanto, los parámetros que se aplican al comercio abierto y justo ya no son útiles para evaluar las partes de las cadenas de suministro estratégicas.
El modelo tradicional tampoco tiene en cuenta los costes destructivos del cambio climático. Las cadenas de suministro de semiconductores tienen huellas de carbono enormes. El proceso de finalización de una sola oblea —el sustrato utilizado en la fabricación de circuitos integrados— a menudo requiere su envío a través de fronteras internacionales.
Y, por último, el antiguo modelo ha dado lugar a una fabricación altamente concentrada en una única ubicación, Taiwán, que ahora produce el 60% de todos los microchips del mundo y el 90% de los más avanzados. Esta situación es insostenible, dados los riesgos de futuras pandemias, catástrofes naturales y, por supuesto, los geopolíticos.
Ha comenzado un renacimiento de las industrias especializadas y emergentes del futuro. Se están beneficiando de iniciativas gubernamentales localizadas y regionalizadas y de asociaciones público-privadas. Los esfuerzos financiados con fondos públicos, como la Ley de Reducción de la Inflación centrada en el clima de Estados Unidos y el Green Deal europeo, están provocando la aparición de nuevos ecosistemas tecnológicos.
Todo ello está impulsando la demanda de semiconductores especializados. Pero los sectores como el de los vehículos eléctricos pueden prosperar con tecnologías heredadas más antiguas (chips de más de 10 nanómetros), que requieren instalaciones de fabricación mucho menos costosas. Las dos nuevas fábricas de Arizona que TSMC anunció a bombo y platillo requerirán al menos 42.000 millones de dólares para fabricar los chips más avanzados de cinco y tres nanómetros, destinados sobre todo a áreas relacionadas con la defensa, como la supercomputación, la ciencia cuántica y los sistemas avanzados de armamento.
En Estados Unidos, la Ley de Chips y Ciencia ha suscitado profundas asociaciones de innovación y producción en las que participan empresas y universidades. SkyWater Technologies, una empresa estadounidense de semiconductores, ha invertido 1.800 millones de dólares para construir una fundición comercialmente viable en el Discovery Park District de la Universidad de Purdue. Este tipo de asociaciones se multiplicarán. Desde la promulgación de la Ley de Chips en agosto, la inversión privada ha superado los 200.000 millones de dólares.
En términos más generales, el Grupo de los Cinco (Estados Unidos, Japón, Corea del Sur, Países Bajos y Taiwán) comparte valores fundamentales e intereses geopolíticos. Forman el núcleo de un colectivo de reglobalización. Son los pilares de una red más amplia de asociaciones de confianza.
La Unión Europea, Japón, Corea del Sur y Taiwán han promulgado sus propios programas al estilo de la Ley de Chips. Pueden parecer competitivos, pero, a largo plazo, esto debería verse como un desarrollo de suma positiva. Según ha anunciado recientemente Intel, el proceso de globalización de los chips ya incluye la inversión de 85.000 millones de dólares en fundiciones e instalaciones de I+D en Alemania, Irlanda, Italia, Polonia, España y Francia. TSMC ha invertido en una nueva fábrica en Japón, en colaboración con Sony, y ha entablado conversaciones relativas a la construcción de otra en Alemania.
Lejos de desembocar en una carrera hacia el abismo o en un ejercicio de futilidad, como predijeron los escépticos, el Grupo de los Cinco ha comenzado un ejercicio de fertilización cruzada que podría potencialmente expandirse a otros mercados compatibles, desde Israel a Singapur o Costa Rica. Países que históricamente no han formado parte del sector de los semiconductores, como Australia, están explorando formas de unirse al renacimiento.
Japón, Corea del Sur y los Países Bajos deben su dominio de los semiconductores a políticas industriales tempranas. La carrera espacial de la Guerra Fría dio lugar al primer circuito integrado del mundo, fabricado por Fairchild Semiconductor. Pero ningún país debe más a la política industrial que Taiwán, que pasó de ser una economía agraria en los años setenta a convertirse en un foco de la creación de semiconductores. El mismo Morris Chang, el gran maestro de TSMC, desempeñó un papel crucial en ese éxito. Así son los ciclos de globalización y reglobalización.
*Contenido con licencia de Barron’s.
Un nuevo tipo de destrucción creativa está planteando una paradoja al sector mundial de los semiconductores.
- El logro de China para vencer a EEUU en la guerra de los chips (y por qué dudar de ello) Michael Mcloughlin
- Los chips modernos dependen de una 'compañía fantasma' y nadie sabe qué pasará con ella M. Mcloughlin
- Ley europea de chips: la soberanía digital para la recuperación de la soberanía industrial Fide