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La democracia estadounidense ya se ha repuesto del covid. La China autoritaria aún lo arrastra
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La democracia estadounidense ya se ha repuesto del covid. La China autoritaria aún lo arrastra

Aislado de la presión política y de la opinión pública, el presidente chino Xi Jinping se aferró a la política "cero covid" durante demasiado tiempo

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Cuando el covid-19 estalló por primera vez en 2020, Estados Unidos se esforzó por mantener un equilibrio entre sobrevivir y subsistir. Los casos y las muertes se dispararon mientras los confinamientos devastaron la producción económica y provocaron manifestaciones en todo el país.

China, por el contrario, fue un modelo de eficiencia autoritaria. Las pruebas masivas, los confinamientos y las fronteras cerradas suprimieron los brotes. Esto permitió a la mayoría de los chinos llevar una vida normal sin miedo a la infección, generando un amplio apoyo a la política "covid cero" (según lo que llegaba al exterior de sus fronteras).

El Partido Comunista de China esgrimió estas respuestas divergentes como prueba de su modelo de gobierno superior. Según un académico chino, Estados Unidos había perdido su histórica "capacidad de autorrectificación".

Foto: Protestas en China por la política de 'covid cero'. (Reuters/Mark R. Cristino) Opinión

Hoy en día, es China la que se tambalea ante repetidos y draconianos confinamientos, mientras el número de casos sigue aumentando. La confianza de los ciudadanos se ha erosionado. Las protestas se extendieron durante el fin de semana, algunas de ellas desafiando no solo las restricciones de covid, sino al gobierno del Partido Comunista, una muestra de desafío arriesgada y casi inaudita.

La inversión de la dinámica de la pandemia muestra que lo que era una ventaja para China en 2020 —una autoridad centralizada indiferente a los derechos individuales con un monopolio de la información— se ha convertido en una desventaja.

La respuesta de China al brote inicial se convirtió en un modelo para el mundo

Históricamente, el control de las epidemias exigía que algunos individuos sacrificaran su libertad en aras de la salud colectiva de la comunidad. La gestión de esta solución es naturalmente más fácil en China, que subordina los derechos individuales a los colectivos, que en Estados Unidos, donde los derechos individuales son primordiales.

Así, la respuesta de China al brote inicial en Wuhan se convirtió en un modelo para el mundo: las restricciones, el seguimiento y las pruebas masivas fueron exhaustivas, obligadas y eficaces. Al aceptar estallidos concentrados de turbulencias económicas, China logró mantener la estabilidad económica general con un número notablemente reducido de muertes.

Pero esa estrategia ha colapsado este año con la aparición de variantes mucho más contagiosas. Los confinamientos aumentaron en frecuencia y severidad, pero no suprimieron realmente el virus. Esto condujo a un aumento de la miseria pública y a la erosión del apoyo, al menos en las grandes ciudades, a las políticas de covid cero.

Foto: Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, durante una cumbre virtual con China. (Reuters)

En una democracia, las protestas no solo están permitidas, sino que forman parte del mecanismo de retroalimentación a través del cual el gobierno diseña y ajusta sus políticas. En abril de 2020, más de un centenar de personas acudieron al Capitolio del estado de Michigan para protestar contra las restricciones de covid de la gobernadora Gretchen Whitmer. No fueron detenidos, aunque sí se les tomó la temperatura.

En un principio, Whitmer se mostró desafiante, pero, ante la oposición de las empresas, de la legislatura controlada por los republicanos y del Tribunal Supremo del estado, acabó eliminando las restricciones y se negó a volver a introducirlas incluso cuando las nuevas variantes dispararon los casos.

El choque de intereses contrapuestos y centros de poder que dificultó la respuesta de Estados Unidos al covid-19 ha dado lugar a un equilibrio político y económico. El covid-19 no ha desaparecido, pero las restricciones y los mandatos sí lo han hecho, y la vida económica ha vuelto a la normalidad. La pandemia ha dejado de ser un punto de inflamación política. Whitmer fue reelegida este mes tras una campaña en la que el aborto ocupó un lugar mucho más destacado que los confinamientos.

Foto:  Jiang Zemin, en una foto de archivo en 1994. (Reuters/Will Burgess)

En China, el mecanismo de retroalimentación de la opinión pública es mucho más atenuado. El presidente Xi Jinping no sintió ninguna presión para abandonar la política de covid cero, a pesar de que los costes empezaron a superar con creces los beneficios, y la opinión pública se vio empujada a un punto de ruptura.

En EEUU, una riada de información, a menudo contradictoria, alimentó feroces desacuerdos sobre las medidas y los medicamentos contra el virus. En China, el Partido Comunista monopolizó el suministro de información. Pero en lugar de utilizarlo para preparar al público para vivir con el virus, hizo lo contrario al presentar sistemáticamente la alternativa al covid cero como una distopía de enfermedad y muerte.

Un cambio repentino de política equivale a admitir el fracaso

En lugar de aprobar las vacunas occidentales de ARNm, defendió las vacunas chinas, mucho menos eficaces. Esto ha dejado a la población china menos preparada para el inevitable fin de las restricciones.

Al concentrarse el poder en Xi, la gobernanza china se ha vuelto a veces caprichosa a la par que inflexible, los mismos defectos que los críticos chinos atribuyen a Estados Unidos.

"La reputación personal de Xi está directa e inextricablemente ligada al éxito de la política de covid cero", escribió en octubre Yanzhong Huang, experto en política sanitaria del Council on Foreign Relations. "Un cambio repentino de política equivale a admitir el fracaso, lo que supondría el riesgo de socavar su autoridad política dentro del partido".

Foto: Dos personas caen al suelo durante las manifestaciones antirrestricciones covid en China. (Reuters/Tyrone Siu)
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En Estados Unidos, los estados solían estar en desacuerdo con la Casa Blanca, pero esto les permitía seguir enfoques diferentes. Los estados dirigidos por los republicanos tendían a dar prioridad a las reaperturas, mientras que los estados dirigidos por los demócratas tendían a dar prioridad al control de las infecciones. En China, los líderes locales han aprendido que sus carreras dependen de la adhesión inquebrantable a los edictos de Xi Jinping, incluido el de covid cero.

Sin embargo, esos edictos se han vuelto irreconciliables. A principios de noviembre, Pekín anunció un paquete de medidas destinadas a aligerar la carga de las restricciones por covid mediante la reducción de las pruebas masivas y los requisitos de cuarentena. Pero esto entraba en conflicto con la insistencia en que los gobiernos locales también mantuvieran los brotes bajo control.

Ernan Cui, analista de Gavekal Dragonomics, señaló en un informe que las ciudades de Shijiazhuang y Zhengzhou adoptaron inicialmente el enfoque más laxo, solo para ver cómo se disparaban las infecciones. Ante ese resultado, escribió, dieron marcha atrás y volvieron a imponer estrictos cierres.

Foto: Protesta en Pekín durante el fin de semana. (Reuters/Thomas Peter)

"El gobierno central, los gobiernos locales y la población en general parecen estar ahora de acuerdo en que los confinamientos masivos ya no son deseables", reza el informe, añadiendo que unas restricciones más suaves no detendrán la propagación del covid. Predijo que China se centrará en ralentizar, y no en detener, la propagación del virus. Una reapertura ordenada, precedida de una amplia vacunación y nuevos tratamientos, "ya es prácticamente imposible".

No hay que sobreinterpretar estos acontecimientos. Una salida caótica de la política covid cero ahora no invalida su éxito en años anteriores, ni nos dice nada sobre la durabilidad del sistema autocrático de gobierno de Xi Jinping. Del mismo modo, el hecho de que Estados Unidos haya logrado una coexistencia relativamente pacífica con el virus no justifica su respuesta, a menudo caótica, de 2020.

*Contenido con licencia de The Wall Street Journal

Cuando el covid-19 estalló por primera vez en 2020, Estados Unidos se esforzó por mantener un equilibrio entre sobrevivir y subsistir. Los casos y las muertes se dispararon mientras los confinamientos devastaron la producción económica y provocaron manifestaciones en todo el país.

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