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Los inversores retoman su idilio con el éxito a corto plazo
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Ante las subidas de tipos

Los inversores retoman su idilio con el éxito a corto plazo

Las empresas están empezando a entender las implicaciones de las acciones de la Fed: si quieren una cotización saludable, deben centrarse en los beneficios de hoy, no en los proyectos 'moonshot'

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Los inversores vuelven a centrarse en el corto plazo, lo que está alejando a los consejeros delegados del gasto en grandes proyectos a largo plazo. ¿La causa? Principalmente, la Reserva Federal y sus agresivas subidas de tipos de interés.

En pocas palabras, ¿por qué apostar por empresas arriesgadas que posiblemente se amorticen en 10 años cuando se puede ganar un 4,5% en una letra del Tesoro a un año totalmente segura? Los tipos de interés animan con fuerza a los inversores a tener una perspectiva a más corto plazo.

El año pasado, los inversores perdieron su entusiasmo por las apuestas especulativas a muy largo plazo, y las acciones de las empresas de crecimiento en fase inicial con pérdidas en campos como los taxis en línea, los coches eléctricos, los comestibles instantáneos, el turismo espacial e, incluso, el paseo de perros por internet se desplomaron.

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Este año, el malestar se ha extendido a los mayores valores de crecimiento. La semana pasada, las acciones de Meta Platforms, anteriormente conocida como Facebook, se desplomaron un 25% en un día después de que su fundador, Mark Zuckerberg, insistiera en que seguiría adelante con una apuesta a escala de moonshot en el desarrollo de la realidad virtual. Los inversores no quieren financiar proyectos a largo plazo con rendimientos que incluso el propio Zuckerberg admite que no tiene forma de prever.

En el entorno actual, los inversores prefieren ver el dinero en efectivo en lugar de tirar el dinero en lo desconocido. Las empresas están empezando a entender las implicaciones: si quieren un precio de las acciones saludable, deben centrarse en obtener beneficios hoy. Esto es importante tanto para los inversores como para la economía.

Cuando los tipos estaban a cero y la Reserva Federal compraba bonos del Estado, los inversores sentían que debían asumir más riesgos para obtener rentabilidad. Las empresas podían pedir préstamos por menos dinero que antes y, a medida que se desvanecía el recuerdo de la crisis financiera mundial de 2008-09, los accionistas animaban a quienes tenían lo que se percibía como buenas ideas a gastar a lo grande para intentar hacer realidad los planes moonshot.

Foto: La vicepresidenta Económica, Nadia Calviño. (EFE/Zipi Aragón)

Tales apuestas son en su mayoría historia, porque la Fed y otros bancos centrales han estado subiendo frenéticamente los tipos de interés para hacer frente a la inflación galopante. Solo en el último año, el coste real de los préstamos a 10 años ha pasado de estar un punto porcentual por debajo de la inflación a estar 1,5 puntos por encima. Se trata de un cambio gigantesco, el mayor con diferencia desde 2003, año en que comienzan las cifras del Tesoro para los títulos protegidos contra la inflación.

ARK Innovation, quizás el fondo con mayor exposición a empresas que persiguen ideas de alto riesgo y alta recompensa a largo plazo, ha perdido más de tres cuartas partes de su valor desde su máximo en febrero del año pasado.

Foto: Productos del Beyond Meat. (EFE/Sascha Steinbach)

Fuera del mundo de las apuestas salvajes en un futuro lejano, se siguen financiando proyectos de capital con resultados más predecibles, pero los directores ejecutivos dicen que eso podría no durar.

Ryan Hammond, estratega de renta variable estadounidense de Goldman Sachs, afirma que este año el mayor recorte del gasto se ha producido en las recompras, ya que las empresas acumulan efectivo, mientras que los gastos de capital, o capex, y la investigación y el desarrollo siguen creciendo. Sin embargo, el próximo año puede ser diferente: prevé una fuerte caída en la tasa de crecimiento de las inversiones.

"Cuando el crecimiento se ralentiza, normalmente los inversores recompensan a las empresas que devuelven el efectivo a los accionistas", dijo. "Hay cierto escepticismo sobre la inversión en un momento en el que la economía se ralentiza. El retorno de la inversión ¿será suficiente para compensar el mayor coste del capital?".

La proporción de líderes empresariales que planean aumentar el gasto de capital es la más baja desde 2013, aparte de la pandemia, según la Reserva Federal de Nueva York. La proporción que planea recortar el capex se ha duplicado desde febrero, ascendiendo hasta el 18%, aunque sigue siendo muy inferior a la alcanzada en recesiones pasadas.

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Salman Ahmed, jefe global de Macroeconomía de Fidelity International, afirma que la fuerza que conserva el capex refleja el dinero fácil del pasado. "Es un indicador del frenesí del año pasado y desaparecerá", asevera. "Los principales indicadores de este año —las OPI y las fusiones y adquisiciones se han desplomado— me espero que aparezcan en las cifras de capex del próximo año".

Otros tipos de capex pueden considerarse más positivos, y no cabe duda de que las empresas siguen gastando, por ahora. La encuesta a fabricantes que la Reserva Federal de Filadelfia realizó el mes pasado reveló que son más las empresas que prevén aumentar el gasto en proyectos de ahorro de energía y equipos no informáticos que las que planean reducirlo, aunque ocurre lo contrario en el caso de edificios, ordenadores y software. Los esfuerzos del Gobierno estadounidense para fomentar la producción de microchips, el proteccionismo en las subvenciones a los coches eléctricos y la preocupación de las empresas por las cadenas de suministro deberían apoyar el capex nacional.

La adopción del cortoplacismo hace honor a los argumentos de quienes afirman que el exceso de pensamiento a corto plazo ha sido un azote para la economía. La realidad, como ya he escrito antes, es que los mercados se han alegrado de financiar proyectos excepcionalmente a largo plazo durante una década, arrojando dinero a las empresas para que se lancen a la conquista de terrenos con pérdidas.

Esto está cambiando, y el riesgo es que a las empresas les resulte más difícil justificar proyectos que merezcan la pena y sean rentables, lo cual es bueno para la economía, aunque la renovada disciplina de inversión ponga fin a muchos proyectos inútiles y costosos.

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Hay otros factores en juego además de la Fed. Es probable que se desarrolle una versión más amplia de lo que les ocurrió a las petroleras después de que sus acciones quedaran aplastadas en 2016. Tras años en los que los accionistas les animaban a perforar y expandirse, el desplome de los precios del crudo cambió el enfoque de los inversores hacia el retorno del capital, y los ingenieros que lideraban el sector cedieron sus dominios a los contables.

La interacción entre las fuerzas fundamentales y los deseos de los accionistas siguen desalentando las inversiones de las grandes petroleras. Puede que los precios del crudo sigan estando cerca de los 90 dólares y que los beneficios y el precio de las acciones estén por las nubes, pero se espera que la demanda de petróleo se debilite en los próximos años y las valoraciones son bajas.

"El objetivo es mantener y hacer crecer la empresa con el menor capital posible", exponía Pierre Breber, director financiero de Chevron, a los analistas la semana pasada. "Y el mercado no nos paga por el crecimiento".

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Wall Street ha pasado por el mismo cambio que con el petróleo, aplicando de repente un coste de capital mucho más alto a través de la bajada de los precios de las acciones y el aumento de los costes de los préstamos. Los moonshots están descartados, los planes de publicidad y de creación de marcas se están reduciendo y el capex para la expansión será el siguiente en la lista. La mejor esperanza para el capex son los proyectos a corto plazo en los que los inversores y los departamentos financieros pueden ver los beneficios inmediatos de una mayor eficiencia.

Los valores que den prioridad a los balances más sólidos y devuelvan el efectivo sobrante a los accionistas superarán a los que sigan invirtiendo dinero en el crecimiento. Probablemente, sean solo las empresas con mayor historial de innovación, enormes reservas de efectivo o la capacidad de ignorar la presión de los inversores las que seguirán haciendo apuestas salvajes y ambiciosas de alto riesgo y alta recompensa.

*Contenido con licencia de The Wall Street Journal

Los inversores vuelven a centrarse en el corto plazo, lo que está alejando a los consejeros delegados del gasto en grandes proyectos a largo plazo. ¿La causa? Principalmente, la Reserva Federal y sus agresivas subidas de tipos de interés.

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