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EEUU-Arabia Saudí: 15 presidentes y 7 reyes después, el idilio se tambalea
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Pacto de países antagónicos

EEUU-Arabia Saudí: 15 presidentes y 7 reyes después, el idilio se tambalea

La falta de confianza personal acelera una ruptura que lleva años siendo impulsada por fuerzas geopolíticas y económicas

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RIYADH, Arabia Saudí—Un pacto no escrito que une a Estados Unidos y Arabia Saudí ha sobrevivido a 15 presidentes y siete reyes, a un embargo petrolero árabe, dos guerras del golfo Pérsico y los atentados terroristas del 11 de septiembre. Ahora, se está fracturando bajo dos líderes que no se gustan ni confían el uno en el otro.

Según cuentan miembros del Gobierno saudí, el príncipe heredero saudí, Mohammed bin Salman, el gobernante de 37 años del reino, ridiculiza al presidente Biden en privado, burlándose de las meteduras de pata del líder de 79 años y cuestionando su agudeza mental. Afirman que ha expresado ante sus asesores que no ha quedado impresionado con Biden desde sus días como vicepresidente, y que prefiere al expresidente Donald Trump.

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Biden dijo en la campaña de 2020 que veía "muy poco valor social que redimiese al actual Gobierno de Arabia Saudí". Se negó a hablar con el príncipe Mohammed durante más de un año y, cuando finalmente se reunieron en Jeddah en julio, las autoridades saudíes presentes notaron que Biden no quería estar allí, y no estaba interesado en las discusiones políticas. Los funcionarios estadounidenses aseguran que Biden dedicó mucho tiempo y energía a las reuniones.

Las fuerzas geopolíticas y económicas han estado abriendo brechas en la relación entre Estados Unidos y Arabia Saudí durante años. Pero la enemistad entre Biden y el príncipe Mohammed ha agravado la tensión, y es probable que se complique aún más.

"Rara vez ha sido la cadena de expectativas rotas y de insultos y humillaciones percibidas mayor que ahora", sostiene Aaron David Miller, un antiguo diplomático estadounidense en Oriente Medio que ahora trabaja en la Fundación Carnegie para la Paz Internacional. "Casi no hay confianza ni respeto mutuo".

Foto: El presidente junto a su mujer en la presentación del Diwali. (Reuters)

La decisión de la OPEP+, liderada por Arabia Saudí, de recortar la producción de petróleo —subiendo los precios del crudo en un momento de alta inflación, justo antes de unas elecciones en Estados Unidos y a pesar de las peticiones de Estados Unidos para que no lo hicieran— ha cimentado la decisión de ambos líderes de reconsiderar una relación estratégica que ha apuntalado la economía mundial y la geopolítica de Oriente Medio durante casi 80 años, poniendo sobre la mesa medidas de represalia antaño impensables. Según la Casa Blanca, Biden quiere revisar si la relación con Arabia Saudí sirve a los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos, lo que se sumaría a una reevaluación realizada por la Administración el año pasado. Algunos funcionarios saudíes también opinan que ahora puede ser el momento de reevaluar la relación con Estados Unidos.

La invasión rusa de Ucrania y la respuesta de Occidente han exacerbado las tensiones, ya que el recorte de la producción apuntaló los precios del petróleo que ayudan a financiar el esfuerzo bélico del presidente Vladímir Putin y socavó las sanciones lideradas por Estados Unidos contra Moscú.

Según el Gobierno de Biden, la guerra en Ucrania es un momento histórico decisivo que requiere que los países elijan un bando, y el recorte de la OPEP+ acerca a los saudíes al bando ruso. Los saudíes han visto una oportunidad para hacer valer sus propios intereses en un mundo en el que Estados Unidos no es la superpotencia indiscutible, manteniendo que pueden apoyar a Ucrania y trabajar con Rusia en la OPEP+ al mismo tiempo.

Según los funcionarios saudíes, les frustra que la relación se siga entendiendo solo en términos de petróleo y la seguridad. Riad ha presentado la reciente decisión de la OPEP+ como vital para sus principales intereses nacionales, una decisión técnica que, según ellos, era necesaria para evitar una caída precipitada de los precios del crudo. El príncipe Mohammed considera ahora que los altos precios del petróleo son quizás su última oportunidad para utilizar los recursos naturales del reino para modernizar la economía saudí y construir un futuro pospetróleo.

Foto: Plataforma petrolífera en México (EFE/Edgar Ávila)

Arabia Saudí tiene previsto poner de relieve ese esfuerzo esta semana en Riad, con su conferencia sobre la Iniciativa de Inversión Futura. Los organizadores anunciaron que no invitaron a funcionarios estadounidenses, que han asistido anteriormente a nivel de gabinete, después de que la Administración de Biden sopesara retirarse de participar.

"Nuestra agenda económica es fundamental para nuestra supervivencia. No se trata solo de energía y defensa", afirmó el ministro de Asuntos Exteriores saudí, el príncipe Faisal bin Farhan, en una entrevista. "Puede que lo fuera hace 50 años, pero ciertamente no es el caso hoy".

El príncipe Faisal negó que el príncipe Mohammed se haya burlado en privado de Biden o que haya dicho a sus ayudantes que no estaba impresionado por él y que prefería a Trump.

"Estas alegaciones hechas por fuentes anónimas son totalmente falsas", aseguró el príncipe Faisal. "Los líderes del reino siempre han mantenido el máximo respeto por los presidentes de Estados Unidos, basado en la creencia del reino en la importancia de tener una relación basada en el respeto mutuo".

Según los funcionarios estadounidenses, Biden ha impulsado la relación más allá del petróleo al trabajar para profundizar los lazos entre Arabia Saudita e Israel, dos países que se acercaron durante la presidencia de Trump y comparten la visión de Irán como la mayor amenaza de la región. Aunque Israel y Arabia Saudí no tienen relaciones diplomáticas formales, han estado ampliando secretamente su cooperación en materia de seguridad con la ayuda de la Casa Blanca.

Foto: Foto: EFE.

Según Adrienne Watson, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Biden "se ha comprometido con líderes de toda la región" para establecer "un Oriente Medio más estable e integrado".

Es probable que el camino que queda por recorrer sea complicado. Para Washington, están en riesgo las operaciones antiterroristas, los esfuerzos para contener a Irán y la mayor integración de Israel en la región. Para los saudíes, una ruptura con Estados Unidos pondría en peligro su seguridad nacional y sus ambiciosas reformas económicas. También están en juego comercio e inversiones mutuas por valor de cientos de miles de millones de dólares.

La próxima gran prueba de la relación tendrá lugar a principios de diciembre, cuando coincidan tres acontecimientos de gran importancia para los mercados energéticos mundiales: una nueva reunión de la OPEP+, los planes de la Unión Europea de embargar el petróleo ruso y los del G-7 de limitar el precio del crudo ruso.

Los saudíes han indicado que podrían aumentar la producción de petróleo en diciembre si el mercado pierde crudo ruso a causa del embargo de la UE o del tope de precios del G-7, según miembros del Gobierno saudí. Los funcionarios estadounidenses se muestran escépticos de que Riad quiera o pueda hacer eso, y opinan que esto será una prueba de fuego clave para saber cuál es la posición del reino: con Ucrania y sus partidarios occidentales o con Rusia.

Biden y el príncipe Mohammed trataron de establecer una relación personal en julio, durante el viaje del presidente a Jeddah, donde chocaron los puños antes de una reunión de tres horas. Sin embargo, el presidente enfureció al príncipe al plantear inmediatamente las acusaciones de derechos humanos, según personas cercanas a las conversaciones, incluyendo la muerte en 2018 de Jamal Khashoggi, un periodista saudí con sede en Washington que fue asesinado y desmembrado por un equipo de agentes saudíes dentro del consulado del reino en Estambul.

Foto: Los voluntarios extranjeros liberados, a su llegada a Riyad. (Saudi Press Agency)

El asesinato de Khashoggi, que era un columnista del Washington Post, sigue siendo el punto de fricción más importante entre los dos mandatarios. Uno de los primeros actos de Biden como presidente fue la publicación de un informe de los servicios de inteligencia estadounidenses que concluía que el príncipe heredero había ordenado la operación para capturar o matar a Khashoggi, una acusación que el Gobierno saudí niega.

El desacuerdo refleja la sensación del príncipe Mohammed de que es inaceptable seguir sacando a relucir el asesinato y la sensación de Biden de que los valores de Estados Unidos exigen que no se pase por alto, opina Jon Alterman, director del programa de Oriente Medio en el Center for Strategic and International Studies, un think tank de Washington.

"La apuesta estadounidense es que los saudíes necesitan a Estados Unidos y entrarán en razón, y la apuesta saudí es la contraria", explica Alterman. Añade que la Casa Blanca ha ignorado la naturaleza personal de los lazos entre Estados Unidos y Arabia Saudí, ya sea porque no sabe cómo tratar con el príncipe Mohammed o porque no quiere hacerlo.

En el pasado, los reyes saudíes y los presidentes estadounidenses fueron capaces de capear los periodos turbulentos con fuertes relaciones personales. En 2005, pocos años después de que 15 saudíes participaran en los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, el presidente George W. Bush recibió al príncipe heredero Abdullah en su rancho de Texas, donde los dos hombres fueron fotografiados cogidos de la mano.

Foto: Volodimir Zelenski. (EFE/EPA/Presidencia de Ucrania)

A principios de la década de 1970, los saudíes nacionalizaron parcialmente los intereses petrolíferos estadounidenses en el reino y lanzaron un embargo petrolífero que dio paso a una inflación paralizante. Sin embargo, el presidente Richard Nixon se reunió con el rey Faisal y brindó por su sabiduría durante una cena de estado en Jeddah en 1974.

"Cuando se trata de un país básicamente dirigido por cinco personas, hay que hacerlo a nivel personal", afirma Steven Cook, experto en Oriente Medio del Consejo de Relaciones Exteriores, un centro de estudios con sede en Nueva York.

Desde la década de 1940, la relación de Washington con esta monarquía dinástica insular creció en torno a un entendimiento implícito de que Estados Unidos garantizaría la integridad territorial de Arabia Saudí y el reino musulmán mantendría el flujo de petróleo hacia una economía global dominada por Estados Unidos.

Esos cálculos han cambiado con el tiempo. Los saudíes llegaron a vender a Estados Unidos más de 2 millones de barriles de petróleo al día, pero esa cifra se ha reducido a menos de 500.000 barriles diarios, según la Administración de Información Energética de Estados Unidos. EEUU creció hasta convertirse en el mayor productor de petróleo del mundo, y China es ahora el mayor comprador de petróleo saudí, seguido de India.

Tras décadas de guerra, Washington ha tratado de reducir los enredos en Oriente Medio para centrarse en una China en ascenso y una Rusia resurgente. La principal iniciativa estadounidense en la región —el acuerdo de contención nuclear con Irán de la era Obama— también ha tensado las relaciones con Arabia Saudí, que se opone a levantar las sanciones a menos que Teherán también frene su apoyo a las milicias regionales y la proliferación de misiles balísticos que amenazan a Riad. A los saudíes les molesta que la Administración Obama negociase con su archienemigo sobre cuestiones vitales de seguridad nacional sin consultarles.

Foto: Rescatistas junto a un edificio dañado por un ataque de misiles rusos. (Reuters/Valentyn Ogirenko)

"El petróleo a cambio de seguridad ha muerto", opina Ayham Kamel, director de Oriente Medio y el Norte de África de la empresa de asesoramiento sobre riesgos políticos Eurasia Group. "Las dos partes parecen tener problemas para aceptar que ese viejo acuerdo ha terminado, con Riad centrado en la seguridad y Washington en el petróleo".

Cuando Biden fue elegido, el príncipe Mohammed se reunió con sus asesores en un palacio costero para completar un plan para cortejar al nuevo presidente, según personas familiarizadas con el asunto.

Los saudíes hicieron algunas concesiones en un tema en el que Biden había hecho campaña —los derechos humanos—, incluyendo finalmente la liberación de Loujain al-Hathloul, una destacada defensora de los derechos de las mujeres que dice haber sido torturada durante su detención, y de dos presos saudíes. Así mismo, arreglaron rápidamente una disputa con su vecino Qatar después de liderar un boicot económico contra él que Trump había apoyado inicialmente.

Según las personas familiarizadas, la respuesta de Biden sorprendió al príncipe Mohammed. En sus primeras semanas en el cargo, el presidente congeló las ventas de armas saudíes, revirtió una decisión de última hora de la Administración Trump de etiquetar a los rebeldes Houthi de Yemen como una organización terrorista extranjera, y publicó el informe de inteligencia sobre el asesinato de Khashoggi que Trump había descartado previamente.

Para la Administración de Biden, estos pasos fueron una corrección necesaria. Para los saudíes, las primeras decisiones de Biden fueron una bofetada en la cara.

Foto: Donald Trump con el príncipe heredero saudí Mohamed Bin Salmán, en marzo de 2018. (Reuters)

"Las interacciones con la Administración de Biden fueron tan malas durante los dos primeros años que una sola visita no fue suficiente para impulsar a Arabia Saudí a abandonar" su alianza petrolera con Moscú, expone David Schenker, un alto funcionario del Departamento de Estado bajo la Administración Trump y ahora un compañero en el Washington Institute for Near East Policy, un think tank.

En una relación que históricamente ha sido dirigida por los propios presidentes y reyes, la Casa Blanca entregó el expediente saudí a Brett McGurk, del Consejo de Seguridad Nacional, y a Amos Hochstein, del Departamento de Estado, quienes, a pesar de su amplia experiencia diplomática, tienen poca influencia o mandato político en comparación con los funcionarios que manejaron la relación en administraciones anteriores.

La pareja se comunicaba principalmente con dos de los hermanos del príncipe Mohamed: El príncipe Abdulaziz, ministro de Petróleo, y el príncipe Khalid bin Salman, recientemente ascendido a ministro de Defensa. Los dos estadounidenses ejercieron una fuerte presión dentro de la Administración para que se comprometieran con los saudíes, y cuando éstos se opusieron a la producción de petróleo de Estados Unidos durante el verano, Hochstein envió al príncipe Abdulaziz una nota en la que sugería que se sentía traicionado, según ha informado The Wall Street Journal.

La Casa Blanca se muestra cautelosa ante la posibilidad de que la relación se rompa, lo que podría poner en peligro operaciones de seguridad delicadas. Según Sullivan, el presidente consultaría con miembros de ambos partidos —algunos de los cuales están prometiendo una acción dramática— sobre cómo responder a Arabia Saudí, incluyendo posibles cambios en la asistencia de seguridad de Estados Unidos, cuando el Congreso vuelva a reunirse después de las elecciones de mitad de mandato el próximo mes.

Foto: Una plataforma petrolífera. (EFE/Robert Perry)

"El presidente no va a actuar precipitadamente", aseguró Sullivan ante la CNN.

Los saudíes saben que no pueden sustituir a Estados Unidos como socio de seguridad de la noche a la mañana. Poco después de la reunión en Viena, los funcionarios saudíes se reunieron con grupos de expertos y funcionarios estadounidenses de bajo nivel para exponer sus argumentos. Argumentaron que Washington había subestimado lo mucho que Arabia Saudí ha ayudado a Ucrania y que les sorprendió la reacción estadounidense a la decisión de la OPEP+, según las plataformas de la reunión.

Hay una opción drástica sobre la mesa: algunos funcionarios saudíes han dicho en privado que el reino podría vender los bonos del Tesoro estadounidense que posee si el Congreso aprobara una legislación contra la OPEP, según personas familiarizadas con el asunto. Las tenencias saudíes de bonos del Tesoro de Estados Unidos aumentaron a 119.200 millones de dólares en junio, frente a los 114.700 millones de dólares de mayo, según datos del Tesoro de Estados Unidos. Arabia Saudí es el decimosexto mayor tenedor de bonos del Tesoro de Estados Unidos, según los datos federales.

"Es difícil imaginar a cualquiera de las partes diciendo Muy bien, volvamos a poner esto en orden", se lamentó Cook, del Consejo de Relaciones Exteriores.

-Con la contribución de Benoit Faucon, Nancy A. Youssef y Michael Amon.

*Contenido con licencia de The Wall Street Journal.

RIYADH, Arabia Saudí—Un pacto no escrito que une a Estados Unidos y Arabia Saudí ha sobrevivido a 15 presidentes y siete reyes, a un embargo petrolero árabe, dos guerras del golfo Pérsico y los atentados terroristas del 11 de septiembre. Ahora, se está fracturando bajo dos líderes que no se gustan ni confían el uno en el otro.

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