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Blindar una cartera contra las caídas de las bolsas es imposible en este mercado de locos
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Invertir en riesgo de recesión

Blindar una cartera contra las caídas de las bolsas es imposible en este mercado de locos

Las acciones y los bonos están bajando a la par como no lo habían hecho en años

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Las buenas noticias son malas noticias, y el viernes fueron muy buenas y, por tanto, muy malas. Los datos mensuales de empleo en Estados Unidos mostraron un mercado laboral superfuerte, con más puestos de trabajo creados de lo esperado y un desempleo que alcanzó el nivel más bajo en 53 años. Las acciones y los bonos cayeron y el rendimiento de estos últimos (que evoluciona de forma inversa al precio) aumentó. Así es el mundo de la alta inflación, que está creando serios problemas para aquellos que intentan blindar sus carteras contra pérdidas graves.

El patrón básico de los mercados de las últimas dos décadas se ha invertido. Los inversores se acostumbraron a él, pero ya no funciona: los datos económicos sólidos significaban mayores beneficios, por lo que eran buenos para las acciones, pero también significaban un poco más de inflación, por lo que eran malos para los bonos, haciendo subir los rendimientos. Durante 20 años, hubo una fuerte tendencia a la subida de las acciones en los días en que subían los rendimientos de los bonos, y viceversa.

Foto: La sede del BCE en Frankfurt, Alemania. (Getty/Thomas Lohnes)

Ahora el mercado de valores también está pendiente de la inflación y de los planes de la Reserva Federal, por lo que los datos económicos buenos son malos para las acciones, sin dejar de serlo también para los bonos (rendimientos más altos).

Lo que empeora aún más la situación es que las dos últimas décadas (y más allá) han tenido una tendencia subyacente de reducción de los rendimientos de los bonos, lo que significa que tener bonos protegía una cartera en los días malos, porque los rendimientos caían y los precios subían cuando bajaban los precios de las acciones, lo que permitía ganar dinero a largo plazo. Los inversores obtenían un seguro gratuito. Ahora, el beneficio se ha convertido en pérdida, ya que el patrón se invierte y los rendimientos de los bonos aumentan.

La cartera estándar de bajo riesgo, compuesta por un 60% de acciones y un 40% de bonos, se ha visto muy perjudicada. Este año, las acciones estadounidenses han perdido un 21%, y los bonos a 10 años, un 17%, contando en ambos los ingresos reinvertidos, lo que, de mantenerse, sería el peor resultado de un año natural para una cartera 60/40 en datos que se remontan a 1980. Jim Reid, estratega del Deutsche Bank, calcula que, tras la inflación, una estrategia de acciones y bonos ponderada por igual habrá tenido su peor año desde 1974 y, en Alemania, el peor desde la creación del marco alemán en 1948.

Foto: renta-variable-fija-inversiones-bra

La correlación, una medida formal del vínculo entre las acciones estadounidenses y los rendimientos de los bonos, muestra que se han movido en direcciones opuestas en los últimos 200 días de negociación con más fuerza que en cualquier otro momento desde principios de 2007, justo antes de la crisis financiera mundial. El vínculo no es ni de lejos tan fuerte como en los setenta, los ochenta o los noventa, pero si las presiones inflacionistas se convierten en una característica permanente, las acciones y los bonos podrían acabar cotizando como entonces, haciendo que los inversores tengan que pagar mucho más para proteger sus tenencias.

No se trata de un comportamiento irracional de los inversores. Los tipos de interés más altos siempre han sido malos para las acciones, pero en la época en que el vínculo entre las acciones y los bonos era a la inversa, la perspectiva de una economía mejor también traía consigo la perspectiva de un crecimiento de los beneficios que compensaba con creces el daño de los tipos más altos. Para los bonos del Tesoro, una economía mejor y los consiguientes tipos más altos casi siempre son simplemente malos.

El problema para las acciones viene de que la economía está a plena capacidad. En lugar de traer un mayor crecimiento real y beneficios, el aumento de la fuerza en una economía con poca o ninguna holgura solo trae inflación. El precio de los bienes, y los salarios, suben, lo que es difícil de gestionar para las empresas. Mientras tanto, la inflación adicional conlleva tipos más altos, lo cual es malo.

Foto: Un niño ondea la bandera británica. (EFE/Yoan Valat)

Si esto dura, los inversores tendrán que acostumbrarse a mayores oscilaciones en las carteras, menor amortiguación de los bonos y más búsqueda de activos que ofrezcan diversificación.

A corto plazo podría no durar, aunque esto no debería tranquilizar a los accionistas.

"Pasará bastante rápido de ser que lo malo es bueno a que lo malo es malo [para las acciones] porque la gente dirá 'Oh, no, hay una recesión", afirma Ben Funnell, que dirige la asignación de activos para CCLA Investment Management, en Londres.

Por el lado positivo, una recesión debería rebajar la inflación con mayor rapidez y reducir los rendimientos de los bonos, lo que significa que los bonos deberían ganar cuando las acciones se vean afectadas de nuevo. El aumento de los rendimientos significa que ahora hay más espacio para que los rendimientos vuelvan a bajar, por lo que los bonos deberían volver a ofrecer una protección decente (a diferencia de los bonos alemanes en 2020, donde los rendimientos ya eran tan bajos que los precios apenas subieron a pesar del cierre de la economía).

Foto: Gráfico del bono estadounidense a 2 años. (Reuters/Brendan McDermid)

A largo plazo, el debate sigue estando muy equilibrado entre la vuelta a la "nueva normalidad" de los tipos bajos que rigió a partir de 2010, cuando las acciones estaban muy correlacionadas con los rendimientos de los bonos, y un nuevo mundo de mayores presiones inflacionistas.

Yo preveo que se mantendrá la presión alcista sobre la inflación, lo que significa que se necesitarán tipos más altos para cumplir el objetivo del 2% de la Fed y que el vínculo entre las acciones y los bonos se parecerá más al de los años setenta y ochenta. Los trabajadores han ganado poder político, los gobiernos tienen menos miedo a los grandes déficits, la desglobalización y el proteccionismo absoluto han reducido el comercio transfronterizo y la eficiencia, y no se repetirá el ‘shock’ que supuso la llegada de cientos de millones de trabajadores chinos compitiendo de repente en la economía mundial.

Foto: La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva. (EFE/Lenin Nolly)

Frente a esto, la tecnología sigue prometiendo opciones más baratas. La relación entre la renta variable y la renta fija posterior al año 2000 podría reafirmarse también debido a la memoria muscular de los inversores. En los años noventa, las presiones inflacionistas habían disminuido, pero hubo que esperar hasta finales de la década para que se produjera un cambio sostenido en la correlación.

Por ahora, los inversores están en apuros. Si esto dura, tendremos que acostumbrarnos a un mundo en el que volvamos a aceptar que hay un coste si se quiere amortiguar una cartera contra las pérdidas en los malos tiempos.

*Contenido con licencia de “'The Wall Street Journal'.

Las buenas noticias son malas noticias, y el viernes fueron muy buenas y, por tanto, muy malas. Los datos mensuales de empleo en Estados Unidos mostraron un mercado laboral superfuerte, con más puestos de trabajo creados de lo esperado y un desempleo que alcanzó el nivel más bajo en 53 años. Las acciones y los bonos cayeron y el rendimiento de estos últimos (que evoluciona de forma inversa al precio) aumentó. Así es el mundo de la alta inflación, que está creando serios problemas para aquellos que intentan blindar sus carteras contra pérdidas graves.

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