El mercado está en modo 'sobrerreacción': no se fíe de las reacciones a los datos macro
El problema es que los datos aislados tienen poco valor nutricional duradero para los mercados y estos podrían cogerse una rabieta
Los inversores se están comportando como niños hambrientos de azúcar a los que se les ofrece una piruleta, agarrándola con entusiasmo para luego gritar cuando se la vuelven a quitar.
El lunes, las piruletas llegaron en forma de noticias económicas levemente negativas. El índice manufacturero del Institute of Supply Management fue un poco más débil de lo previsto. Esto provocó una extraordinaria carrera de compra de bonos y acciones, ya que aumentaron las apuestas de que la Reserva Federal subiría los tipos de interés de forma menos agresiva.
El subidón de azúcar se prolongó hasta el martes, los rendimientos de los bonos siguieron cayendo y las acciones tuvieron un buen comienzo, impulsadas por la caída de las ofertas de empleo, señal de un mercado laboral debilitado.
El problema es que los datos aislados tienen poco valor nutricional duradero para los mercados. Los mercados podrían cogerse una rabieta si les vuelven a confiscar las piruletas, como ha ocurrido varias veces en los últimos meses. Peor aún, toda la historia de que las malas noticias son buenas noticias volverá a traer malas noticias cuando parezca que la recesión está en camino.
Hay una buena razón por la que los datos económicos han ganado importancia sobre otros factores a la hora de mover los mercados. El temor de los inversores está justificado: la Fed subirá mucho más los tipos para aplastar la inflación, llevándose por delante la economía en el proceso. Las perspectivas de los tipos de interés dominan los movimientos de los precios de las acciones.
Eso es razonable, pero el problema es que los datos económicos oscilan de un mes para otro, mientras que el mercado los trata como si no hubiera duda de su certeza. Cualquier dato tiene el potencial de crear enormes oscilaciones y cambios de dirección. Por tanto, aumenta con creces la probabilidad de que se produzcan reacciones exageradas.
La reacción del lunes fue grande para un cambio tan pequeño en el ISM. Los rendimientos del Tesoro a 10 años cayeron 0,15 puntos porcentuales, empatando con la segunda mayor caída del año, solo por detrás del miércoles pasado, cuando el Banco de Inglaterra comenzó inesperadamente a comprar bonos del Estado. El S&P 500 se disparó un 2,6%. Compárese con el informe del ISM de principios de julio, que se quedó más lejos que el lunes pasado de cumplir las previsiones del consenso, pero que solo hizo que los rendimientos del Tesoro cayeran la mitad, y que las acciones subieran un 1%.
Según Jonathan Golub, estratega jefe de renta variable estadounidense de Credit Suisse, "la caída de los rendimientos del Tesoro es impresionante".
Igual de extremos fueron los movimientos en la dirección opuesta que se produjeron en junio y septiembre, a raíz de unas cifras de inflación ligeramente superiores a las previstas. En junio, la inflación sorprendentemente alta provocó una fuerte venta de dos días. En septiembre, la inflación se situó en el 8,3%, en lugar del 8,1% previsto, y las acciones se desplomaron un 4,3% en el día, mientras que los rendimientos a dos años subieron 0,19 puntos porcentuales.
¿Por qué los mercados son tan sensibles a los datos que normalmente se consideran una mera guía imprecisa de la economía que debe tomarse en el contexto de otros informes? He aquí tres teorías:
En primer lugar, la Fed está pendiente de los datos, así que nosotros también deberíamos estarlo. El presidente de la Fed, Jerome Powell, ha dejado claro que la Fed está prestando atención a las cifras, en lugar de confiar en sus modelos. Los datos económicos que salen a la luz entre las reuniones de la Fed no habían tenido un impacto tan fuerte sobre los tipos de interés desde principios de los noventa. Dado que los tipos están teniendo un efecto desmesurado en los mercados por sí mismos, los datos que se cree que influyen en los tipos deberían mover también mucho los precios.
En segundo lugar, la liquidez es terrible. La combinación de mercados volátiles y una política monetaria más estricta ha hecho que los operadores y los creadores de mercado estén menos dispuestos a asumir riesgos, lo que significa que los precios se mueven más en ráfagas de compra o venta. También se espera que los precios sigan oscilando: la volatilidad implícita de los bonos estadounidenses, medida por el índice ICE BofA MOVE, alcanzó un máximo en medio del caos del Reino Unido de la semana pasada que no se veía desde el primer confinamiento por la pandemia en 2020, y antes de eso, desde la crisis financiera de 2008-09.
En tercer lugar, existe un temor generalizado a que algo se rompa a raíz del endurecimiento de la Fed, lo que hace que todo el mundo se centre en el corto plazo y sea mucho más sensible a cualquier problema potencial. La semana pasada, el mercado de bonos del Estado británico se resquebrajó y tuvo que ser salvado, y el lunes, las acciones y los bonos de Credit Suisse se vieron machacados por rumores infundados en internet.
"Nadie quiere asumir riesgos en este entorno, porque una publicación cualquiera en Twitter o una pequeña corriente a la baja puede crear el caos", expone Vineer Bhansali, fundador y director de inversiones del fondo de cobertura LongTail Alpha, con sede en Newport Beach. "Cuando las cosas van a la baja, nadie quiere ponerse delante".
Sin embargo, esto solo son teorías, y ninguna es totalmente satisfactoria. Pero mientras todo el mundo se centre en los datos económicos, cualquiera que se preocupe por el rendimiento a corto plazo debe prestarles también mucha atención. Como mínimo, los inversores deberían reconocer la falta de fiabilidad inherente a cualquier informe económico y el riesgo de reacción exagerada del mercado. Las piruletas son bonitas, pero no proporcionan un sustento real.
*Contenido con licencia de 'The Wall Street Journal'.
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