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Cambian las tornas: el jefe a la oficina y el empleado a la playa
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Las oficinas siguen sin llenarse

Cambian las tornas: el jefe a la oficina y el empleado a la playa

Los directivos que esperan convencer a los trabajadores de que vuelvan a la oficina. Cambian sus vistas al mar en las casas de vacaciones por mares de escritorios vacíos

Foto: Imagen: EC.
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Hace poco conseguí algo que antes parecía imposible: hice una llamada sin previo aviso al jefe de un importante bufete de abogados un viernes por la tarde en agosto… y le llamé al número fijo de su oficina.

"¿Por qué estás en tu escritorio y no en Cape Cod o en un lago de Maine?", pregunté cuando Michael Caccese, presidente del K&L Gates en Boston, contestó.

"Estamos tratando de animar a nuestros asociados y a otros abogados a entrar", explicó. "Alguien en mi posición tiene que predicar con el ejemplo".

Esta solía ser la época del año en la que el responsable solía estar fuera de casa, si no de vacaciones, sí esperando el fin de semana para disfrutar el sol del verano.

En muchas industrias de cuello blanco, esta flexibilidad era una de las ventajas de la antigüedad en la era precovid. Mientras los trabajadores de a pie trabajaban en sus cubículos hasta las 5 de la tarde los viernes, los ejecutivos podían escribir algunos correos electrónicos mientras se bronceaban o hacer un par de llamadas de negocios desde sus segundas casas o las cubiertas de sus barcos.

Foto: Una mujer descansa ante las altas temperaturas. (EFE/Luis Millán)

No estaban del todo desahogados, pero se habían ganado el privilegio de mezclar trabajo y diversión. Los compañeros con menos responsabilidad generalmente aceptaban esta hegemonía en el lugar de trabajo.

Eso era antes.

Ahora, prácticamente todos los que demostraron su productividad a distancia en plena pandemia —y, admitámoslo, también los que no lo hicieron— se sienten con derecho a trabajar donde les plazca, especialmente cuando hace calor. Y muchos directivos creen que no pueden decir a sus subordinados que vuelvan a la oficina para colaborar en persona sin practicar lo que predican.

Esta dinámica ha creado algunos escenarios invertidos este verano: los jefes suelen estar atados a un escritorio mientras los empleados se conectan desde sus retiros en la arena.

Caccese, cuyo bufete tiene más de 40 sedes en todo el mundo, me dijo que la oficina de Boston cuenta con unos 120 abogados, pero que tal vez una cuarta parte de ellos estaba en el edificio cuando llamé.

Muchos directivos creen que no pueden decir a sus subordinados que vuelvan a la oficina para colaborar en persona

"Los viernes, en verano, es bastante solitario", dijo.

El aislamiento, junto con las telarañas en la bolsa de golf y la tumbona, puede ser el precio que paga un directivo por intentar convencer a los trabajadores de que vuelvan a la oficina. Aunque parece que la economía se está debilitando un poco y algunos directores generales están planteando exigencias más contundentes, muchos jefes no pueden salirse con la suya jugando con otras reglas.

"Irse a los Hamptons el jueves por la noche, si se espera que todos los demás estén en la oficina el viernes, no va a ir bien en el entorno actual", dice Jim Link, director de RRHH de la Society for Human Rescource Management.

Añade que los jefes de recursos humanos aconsejan a los ejecutivos que modelen la asistencia a la oficina que esperan de sus subordinados. (Los resultados parecen ser variados, ya que la tasa media nacional de ocupación de oficinas ronda el 43% este verano, según estimaciones de Kastle Systems que realiza un seguimiento de las tarjetas de acceso a los edificios).

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La paridad en los acuerdos fuera de la oficina representa un cambio cultural drástico en ciertos sectores.

Jerry Maginnis, que dirigió la oficina de Filadelfia de KPMG hasta su jubilación en 2015, dice que la temporada de verano tradicionalmente ponía de manifiesto la brecha entre los contables senior y los júniores.

"Muchos de los socios tenían casas de vacaciones", dice Maginnis, cuya propia escapada está en la costa de Jersey. "No era raro que se tomaran un lunes o un viernes libre —quizá un lunes y un viernes— e históricamente esa ventaja no estaba al alcance de los más jóvenes. Lo que observo últimamente es que los jóvenes profesionales de entre 20 y 30 años se han acostumbrado a no estar en la oficina, y les gusta mucho".

Ahora es miembro del consejo de administración o asesor de varias empresas, y dice que los empleadores son cada vez más complacientes, independientemente de su rango, porque el mercado laboral sigue siendo ajustado y los negocios se siguen haciendo.

Foto: Ángel Serrano, CEO de zityhub.

Los viajes que combinan negocios y placer son populares este verano, dice Sameer Ahuja, presidente de la empresa de 'software' deportivo GameChanger. Por ejemplo, alguien podría reservar una estancia de dos semanas cerca del océano, pasando una semana de vacaciones y trabajando a distancia durante la otra.

Permitir este tipo de excursiones es clave para contratar y retener a los mejores ingenieros, dice, y añade que, de todas formas, aproximadamente el 60% de su equipo de 110 personas es remoto. Antes de la pandemia, la plantilla era de la mitad de personas y trabajaban diariamente en una oficina de Manhattan.

Ahuja, que ahora trabaja en a oficina de Nueva York dos o tres días a la semana, dice que la gente es más productiva que nunca en una configuración híbrida. Aun así, señala que es un cambio bastante grande respecto al pasado reciente, cuando la mayoría de los trabajadores se habrían sentido cohibidos o perezosos si hubieran llegado a una reunión con los pies en la arena.

Foto: Un hombre teletrabaja desde su domicilio. Foto: Emilio Naranjo. (EFE) Opinión

"Ya no se sienten así", dice. "Ni siquiera se piensa un segundo en: 'oh, esta persona está en la playa'".

Lillian Magidow, que dirige el desarrollo de negocios de una gran empresa de alimentación, dice que este verano ha organizado reuniones desde las oficinas de Minnesota y Wisconsin mientras sus subordinados directos estaban de aventuras en el extranjero. Los papeles parecen cambiados, aunque dice que no puede quejarse. Disfruta de su propia libertad para trabajar desde casa la mayor parte del tiempo, y bromea con que los miembros de su equipo tienen a veces conexiones de Internet más fuertes en sus viajes que en ciertos estados del Medio Oeste, lo que hace que las videollamadas sean más fluidas.

Además, como directora intermedia, quiere demostrar a los ejecutivos que están por encima de ella que se puede trabajar bien en cualquier lugar.

"Es un nuevo experimento", dice. "Me gusta viajar y me gustaría tener esa flexibilidad".

En el pasado la mayoría de los trabajadores se habrían sentido cohibidos si hubieran ido a una reunión con los pies en la arena

El problema es que muchos directivos —sobrecargados por los dos últimos años— siguen sin sentir que pueden tomarse un descanso, dice Liz Fosslien, que dirige las comunicaciones de Humu, una empresa de recursos humanos. Dice que el trabajo de su firma con otras empresas indica que los jefes son a menudo más susceptibles al agotamiento que las personas a las que dirigen.

Cuando la semana pasada realicé otra llamada inesperada —esta vez a un banco de Oklahoma—, me encontré con el vicepresidente senior Cory Christofferson en su oficina. Me dijo que muchos de sus compañeros de trabajo han hecho temporadas remotas este verano en el aire más fresco de Colorado, una de sus escapadas favoritas también.

Sin embargo, no se ha escapado tan a menudo como le gustaría. Los negocios han exigido su atención y, aunque sabe que podría trabajar en otro lugar, Christofferson dice que demuestra su compromiso con los clientes estando en la oficina.

"He estado atado al escritorio la mayor parte del verano" dice.

*Contenido con licencia de 'The Wall Street Journal'

Hace poco conseguí algo que antes parecía imposible: hice una llamada sin previo aviso al jefe de un importante bufete de abogados un viernes por la tarde en agosto… y le llamé al número fijo de su oficina.

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