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De electricista a marine en 10 días: así forman los veteranos de EEUU a los ucranianos
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Kiev trata de recuperar el territorio ocupado

De electricista a marine en 10 días: así forman los veteranos de EEUU a los ucranianos

Los voluntarios extranjeros pagan su propio sueldo para ayudar a preparar a los civiles para la siguiente fase de la batalla con Rusia; "muchos nunca han empuñado un arma"

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Los reclutas de los marines ucranianos, ataviados con trajes de faena desparejados, se desperezaban sobre la hierba, amartillando sus fusiles de asalto y apuntando a los objetivos. Luego, para sorpresa de sus instructores estadounidenses, uno a uno comenzaron a apretar el gatillo.

"¡Alto el fuego!", gritó Steven Tomberlin, de 62 años, un policía retirado de Colorado que supervisaba esta parte del entrenamiento. "Hasta que yo dé la orden. Tú. No. No. Hacer. Nada". Cuando se reanudaron los disparos, las balas impactaron en la berma de tierra, a menudo muy lejos del objetivo.

"La mayoría de esta gente acaba de ser movilizada. Ayer eran electricistas o conductores de tractores, y muchos nunca han tenido un arma en sus manos", dijo el teniente séenior Anton Solohub, subcomandante de este batallón de marines ucranianos, mientras observaba el primer día de un curso intensivo impartido por un grupo de veteranos, en su mayoría estadounidenses.

"Estos instructores han prometido que convertirán a mis hombres en una especie de fuerza especial en 10 días", reflexionó el teniente Solohub. "Vamos a ver".

Foto: El presidente de EEUU, Joe Biden. (EFE/Michael Reynolds)

La guerra más sangrienta de Europa desde 1945 ha masacrado decenas de miles de tropas en ambos bandos, aniquilando brigadas enteras. Aunque Ucrania ha movilizado a varios cientos de miles de hombres para reponer las filas, el mayor problema al que se enfrenta actualmente es cómo entrenar a estos antiguos civiles para el brutal combate contra un enemigo mejor armado y más numeroso, especialmente cuando Kiev trata de recuperar el territorio ocupado.

El Ejército ucraniano sufre una grave escasez de instructores cualificados, porque se necesitan tropas de combate experimentadas en el frente. Los soldados en servicio activo del Reino Unido, Estados Unidos y Canadá que solían llevar a cabo misiones de entrenamiento aquí fueron retirados en febrero, y un nuevo programa de entrenamiento en suelo británico solo puede suplir parte de la carencia.

Ahí es donde entran voluntarios como Tomberlin, que solía entrenar a comandos afganos.

Foto: Fuerzas de Defensa Territorial en las afueras de Kiev la semana pasada. (Getty/Chris McGrath)

Los entrenadores se encuentran entre los miles de occidentales que acudieron a Ucrania después de que el presidente Volodímir Zelenski anunciara en los primeros días de la guerra que el país acogería a cualquiera que estuviera dispuesto a luchar por su independencia. Muchos se unieron a la nueva Legión Internacional, que desde entonces ha sufrido importantes bajas en combate. Varios de estos combatientes occidentales han sido capturados por Rusia y otros han muerto.

Los voluntarios más veteranos y experimentados, como Tomberlin, consideraron que serían mucho más útiles impartiendo sus conocimientos a los reclutas ucranianos que sentados en una trinchera, una valoración compartida por los altos mandos ucranianos. "Aquí hay mucha hambre de lo que ofrecemos", dijo Tomberlin, que ya ha entrenado a unos 270 soldados ucranianos. "Estos chicos estarán mejor preparados que el 75% del Ejército ucraniano".

La unidad a la que se unió Tomberlin se llama a sí misma Grupo de Entrenamiento de Asalto Móvil, o MATG. Incluye alrededor de una docena de estadounidenses, además de algunos británicos, canadienses e israelíes, asistidos por traductores y personal de apoyo ucranianos.

Foto: Un momento del 'juicio' contra los tres extranjeros en la Corte Suprema de la autoproclamada República Popular de Donetsk. (Reuters)

Los miembros del grupo volaron a Ucrania por su cuenta, atraídos por las imágenes televisivas de destrucción, y se unieron a través de conexiones informales aquí en Nicolaiev, una ciudad del sur de Ucrania que el Ejército ruso no logró capturar en marzo. Nicolaiev sigue siendo un lugar peligroso, sometido a bombardeos diarios y bombardeos de cohetes.

Aunque el Gobierno de Estados Unidos aconseja a todos los ciudadanos estadounidenses que abandonen Ucrania, no impone sanciones a los que viajan aquí para ayudar al Ejército ucraniano.

"Muchos soldados ucranianos me han dicho que esto es lo más significativo que han hecho en su vida, y yo les digo lo mismo", dijo uno de los entrenadores del MATG, Brian Bentley, de 29 años, un exmarine estadounidense que tenía previsto hacer un curso de academia de policía en Detroit, pero que decidió venir a Ucrania en su lugar.

Para Rusia, estos instructores representan un objetivo prioritario. El líder de MATG, Bradley Crawford, que se retiró de la infantería del Ejército estadounidense como sargento de primera clase, dice que sus datos se encontraron en el teléfono de un miembro de un escuadrón de asalto ruso capturado recientemente en Nicolaiev. Un misil ruso cayó cerca de la casa donde se alojaba el mes pasado, causándole algunas quemaduras y otras lesiones menores.

Foto: Artillería ucraniana. (EFE)
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"A los rusos no les gusta que estemos aquí", dijo Crawford, de 39 años, un veterano de la guerra de Irak de Ohio que está aquí desde abril y que lleva un uniforme con parches de la bandera ucraniana y estadounidense.

La naturaleza feroz de la guerra hace que sus alumnos ucranianos aprendan rápidamente, añade. "No tienen otra opción y el tiempo no está de su lado", dijo Crawford. "En Afganistán e Irak, sí teníamos peligros, pero aquí estamos enviando a estos chicos a una guerra cinética completa, no a una especie de contrainsurgencia".

La 36ª Brigada de Marines de Ucrania, a la que pertenecen estos reclutas, estaba desplegada en la ciudad de Mariúpol, en el mar de Azov, cuando comenzó la guerra, y fue rápidamente cercada. En esencia, ha dejado de existir, con unos 1.000 marines muertos, heridos o capturados, según los funcionarios de Kiev, tras meses de algunos de los combates urbanos más intensos de la historia militar reciente. Creado de nuevo, este batallón de varios centenares de soldados y el resto de la 36ª brigada se están entrenando para una nueva misión: recuperar la cercana ciudad de Jersón, la única capital regional ucraniana que Rusia consiguió tomar desde la invasión del 24 de febrero.

El nuevo comandante del batallón, el capitán Oleksandr Buntov, y muchos de sus hombres son originarios de Jersón. El capitán ha conseguido sacar a su familia, pero algunos otros marines todavía tienen cónyuges, hijos o padres que viven bajo la ocupación rusa.

Foto: Obuses M777 utilizando municiones guiadas M982 Excalibur. (USMC)

"Mi motivación es férrea: liberar mi hogar", dijo el capitán Buntov. "Sé que será duro, y por eso nos estamos preparando, y por eso necesitamos que estos instructores enseñen aquí". El combate urbano cuerpo a cuerpo es el tipo de combate más duro, no importa cuánto tiempo se entrene, y el ataque es mucho más duro que la defensa.

El capitán Buntov y los demás jefes superiores del batallón son oficiales curtidos en la batalla, pero la mayoría de sus comandantes subalternos son tan recientes en el ejército como el grueso de los reclutas. Hac poco, el capitán retirado del Ejército de Estados Unidos Jim Lee instruyó a algunos de los tenientes de la unidad sobre cómo planificar una misión urbana en una ciudad como Jersón, con impresiones de mapas y planes de asalto.

"Estamos empezando con los fundamentos aquí", dijo Lee, que estaba estudiando un máster en Polonia y se involucró en los esfuerzos para ayudar a los refugiados ucranianos cuando comenzó la guerra.

Uno de los nuevos jefes de pelotón, el teniente Vitaly, que, como la mayoría de los soldados ucranianos, no está autorizado a revelar su nombre completo, es un fiscal de 42 años que, ya en la universidad, se inscribió en el equivalente ucraniano del ROTC. Realizó un curso de formación de oficiales ucranianos de 40 días de duración tras el comienzo de la guerra. "Estoy aprendiendo la ciencia militar desde cero. Todo es nuevo", admitió, mientras se tomaba un descanso para fumar mientras Lee lo instruía. "El plan ruso consiste en avanzar sin preocuparse por las bajas. En nuestro ejército, el valor principal es la vida y la salud del soldado. Por eso tenemos que aprender a ser más astutos que el enemigo".

Foto: Base subterránea de drones iraníes. (IRNA)

Una parte importante del entrenamiento consiste en enseñar las tácticas de la infantería estadounidense para sorprender y desconcertar a los rusos, que esperan que los ucranianos sigan la misma doctrina soviética que ellos, dicen los instructores estadounidenses.

En un curso típico aquí, en el campo, cerca de Nicolaiev, los instructores extranjeros entrenan a dos pelotones separados de 32 hombres, enfrentándolos entre sí en un ejercicio final. El líder del primer pelotón, el teniente Maksym, de 38 años, era contable en el Donbás controlado por Ucrania hasta junio. "No soy un militar, en realidad estoy muy lejos de serlo, y esperaba no llegar a esto", dijo mientras fruncía las cejas, tratando de asimilar las instrucciones de los instructores.

El otro jefe, el teniente Ihor, de 32 años, un ingeniero de la marina mercante de Odesa de hombros anchos y cabeza afeitada, parecía más cómodo en su nuevo papel. "No es tan diferente del barco. Hace calor, hay poco espacio, se trabaja todo el tiempo y no hay tiempo para descansar", bromeó. Ninguno de los dos había visto una batalla.

Foto: Tanque destruido por fuerzas ucranianas en Rusaniv, en las afueras de Kiev. (EFE/EPA/SERGEY DOLZHENKO)

Al cuarto día de entrenamiento, los marines de los dos pelotones habían aprendido a manejar sus armas y a administrar primeros auxilios. Ahora pasaban a tareas más complicadas. Los hombres del teniente Maksym arrancaron ramas y hojas de los campos cercanos, y uno de ellos se construyó una impresionante corona de flores en la cabeza, y se ocultaron entre los arbustos para practicar una emboscada a sus instructores. Uno de los instructores, el exparacaidista israelí de origen estadounidense Taylor Bridges, se tiró al suelo obedientemente cuando los marines ucranianos gritaron "pam, pam, pam" para imitar los disparos. Se estremeció cuando los hombres le dieron la vuelta y registraron su cuerpo en busca de documentos y armas.

En el camino de vuelta, aparecieron las tensiones dentro del pelotón. Dmitri, un marine veterano que llevaba una camisa a rayas azules y blancas de estilo soviético y se negaba a ponerse el casco, se acercó a Crawford para quejarse de que un teniente novato le daba órdenes. La mayoría de los compañeros de Dmitri murieron en combate en el frente de Nicolaiev en los últimos cinco meses, dijo, y él había sido enviado al batallón tras caer en desgracia con su anterior comandante. "Toda esta gente que me da órdenes, ¿dónde ha estado todo este tiempo?", dijo. Crawford le escuchó amablemente.

"Toda esta gente que me da órdenes, ¿dónde ha estado todo este tiempo?"

El pelotón del teniente Ihor, mientras tanto, practicaba operaciones para tomar un edificio, en este caso el cuartel general temporal del batallón en un pueblo de la región de Nicolaiev. Temerosos de los misiles rusos que a menudo atacan estas instalaciones, muchos marines montaron tiendas de campaña bajo los árboles cercanos, negándose a pasar la noche en el edificio.

Los marines eligieron una avenida de aproximación y subieron a toda prisa la escalera, con el último hombre del equipo balanceando su rifle para proteger la retaguardia. En el almuerzo posterior, el teniente estaba contento. "Estos son chicos que nunca han tenido armas en sus manos, y a estas alturas han aprendido a despejar edificios", dijo. El comandante del batallón, el capitán Buntov, también estaba satisfecho. "El sudor ahora ahorra sangre después", dijo.

Para el ejercicio final del día 10, los dos pelotones se reunieron en un bosque de pinos y acacias silvestres, y establecieron dos cuarteles generales de campo en los extremos opuestos de la zona. Un pelotón llevaba brazaletes verdes, otro azules y los instructores amarillos. La misión del pelotón del teniente Maksym era preparar una emboscada a lo largo del camino de tierra bordeado por el bosque a un lado y un campo de girasoles a la altura del pecho al otro. Como no todos los soldados habían recibido un casco, los dos equipos acordaron no llevarlo, para mantener el juego limpio.

Foto: Baterías de misiles HIMARS en acción. (US Army)

"La naturaleza de la guerra aquí es que el enemigo tendrá una potencia de fuego superior y tantos o más hombres que ustedes, pero sin embargo se les encomendará la tarea de atacarlos", dijo Tomberlin a los hombres.

Poco dispuesto a esperar las instrucciones de su teniente, Dmitri se subió rápidamente a un árbol y anunció que estaría al acecho del enemigo. "Guacamayo, no hay plátanos en ese árbol", se mofó otro marine. "Baja, mono". Una vez que el teniente Maksym preparó finalmente una emboscada, los dos primeros miembros de la patrulla enemiga —incluido el teniente Ihor— fueron eliminados rápidamente. Fue un gran éxito.

Aun así, el teniente Maksym no se movió ni dio órdenes. "Teniente, ha matado a dos de sus hombres, ¿qué sigue?", le instó un impaciente Crawford. Un intérprete lo tradujo erróneamente como que el otro pelotón había matado a dos de los exploradores del teniente Maksym.

"Bueno, supongo que ya está, hemos perdido", suspiró resignado. Mientras el teniente Maksym vacilaba, el resto del otro pelotón reunió sus fuerzas y contraatacó. "La indecisión de este teniente acaba de costar la vida de todo un pelotón", murmuró el señor Crawford.

Foto: Soldados ucranianos disparan un obús M777 en Járkov. (EFE/Sergey Kozlov)
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Cuando cambiaron los papeles, el teniente Ihor le preguntó a Tomberlin cuán creativos podían ser sus hombres. Uno de sus marines, un nativo de Jersón con el torso desnudo que había pasado de contrabando desde los territorios ocupados por Rusia para poder unirse al Ejército ucraniano, propuso utilizar maniquíes con uniformes, cascos y un par de armas para distraer la atención del enemigo, mientras se ocultaba la emboscada real dentro del campo de girasoles. "Es una gran idea", asintió Tomberlin. Mientras caminaban entre los arbustos para elegir el lugar perfecto para la emboscada, un par de marines, ambos llamados Vova, parecían más interesados en examinar las vainas de girasol que estaban madurando, escogiendo y probando las semillas.

"Este año va a ser una gran cosecha", dijo uno de ellos. Ambos venían del campo de la región central ucraniana de Jmelnitski. "Solo los campesinos son reclutados. ¿Has visto a alguien de las grandes ciudades aquí?", se quejó el más joven de los Vova. Hasta ahora, lo más destacado de su carrera militar consistía en sobrevivir a un ataque con misiles rusos contra su cuartel cerca de Leópolis, en el oeste de Ucrania, y a otro contra su cuartel en Nicolaiev. "Somos agricultores, no somos realmente guerreros", dijo.

Al notar las vainas de girasol alteradas, Tomberlin no ocultó su ira. "¿Qué es esto, quién ha hecho esto? Algo así delata su posición".

"Solo los campesinos son reclutados. ¿Has visto a alguien de las grandes ciudades aquí?"

Durante todo el día se oyeron los lejanos golpes de los bombardeos rusos desde Nicolaiev. Luego, al anochecer, uno de los instructores gritó por la radio que podía ver dos cohetes en su dirección. "Apagad los teléfonos, apagad las luces", gritó el Sr. Tomberlin. Los sistemas de guerra electrónica rusos podían detectar una concentración de teléfonos móviles y utilizarlos para apuntar. Una batería de defensa aérea ucraniana situada a varios kilómetros de distancia disparó tres misiles que estallaron en el cielo estrellado.

El teniente Ihor había planeado una compleja maniobra con tres secciones que debían comunicarse por mensajes telefónicos. Sin los teléfonos, tuvo que revisar el plan. Todo el pelotón emprendió una larga caminata por los campos, con el objetivo de tomar el cuartel general del teniente Maksym desde una dirección inesperada.

En la oscuridad, los instructores estadounidenses forzaron la vista, escudriñando cautelosamente el cielo en busca de posibles drones rusos. "Hay uno, definitivamente se está moviendo y temblando por el viento", dijo uno. "No, no, creo que es un satélite", dijo otro.

Foto: Un soldado ucraniano dispara un obús en la región de Mykolaiv, a 90 km de Jersón. (Reuters/Oleksandr Ratushniak)

Entonces, notaron una luz brillante justo por encima de la línea de árboles. "Definitivamente no es una estrella. Puedo ver que se mueve hacia nosotros, lentamente", dijo uno. Cinco minutos después, no estaba claro si se había movido. El capitán Lee encendió su 'smartphone' y señaló el objeto celeste no identificado con una aplicación.

"¡Es Saturno!", exclamó.

Poco después de la medianoche, el pelotón del teniente Ihor maniobró alrededor de una franja de bosque y se acercó sigilosamente a la base del pelotón rival por la retaguardia. Incluso desde la distancia de unas decenas de metros, sus hombres solo podían ser vistos con gafas de visión nocturna.

"Bang bang bang", gritaron los marines mientras lanzaban granadas imaginarias contra el puesto de mando de sus rivales. "Estáis muertos, estáis muertos, y vosotros también", dijo Tomberlin a las sorprendidas víctimas.

"Lo han hecho bastante bien, eh", dijo, chasqueando la lengua mientras los marines ucranianos se retiraban a pasar la noche en el bosque. Aunque las tácticas podían mejorarse, añadió, los hombres formaban ahora una verdadera unidad de combate.

*Contenido con licencia de 'The Wall Street Journal'.

Los reclutas de los marines ucranianos, ataviados con trajes de faena desparejados, se desperezaban sobre la hierba, amartillando sus fusiles de asalto y apuntando a los objetivos. Luego, para sorpresa de sus instructores estadounidenses, uno a uno comenzaron a apretar el gatillo.

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