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Así se ha apagado la locomotora económica alemana
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La crisis del gas es el nuevo escollo

Así se ha apagado la locomotora económica alemana

La crisis energética, la ralentización de China, los bloqueos de la cadena de suministro y el envejecimiento están poniendo fin a las décadas de reinado de la industria germana

Foto: Foto: EC Diseño.
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La economía alemana lleva casi cinco años sin crecer. Su recuperación de la pandemia de covid-19 ha sido más débil que la de cualquier otra economía avanzada importante. Su capacidad para satisfacer sus necesidades energéticas está en entredicho. Y ahora, el país previamente conocido como el motor económico de Europa se tambalea al borde de la recesión.

Es un giro brusco de la suerte para el gran sector manufacturero alemán, que floreció en las dos últimas décadas justo cuando otras naciones occidentales vieron cómo los empleos industriales emigraban a Asia.

La gran y exitosa apuesta de Alemania por la industria manufacturera se basó en cuatro motores: el comercio mundial libre y abierto, la creciente demanda de China, una mano de obra nacional eficiente y la energía rusa barata.

Foto: La vicepresidenta tercera, Teresa Ribera. (EFE/Chema Moya)

Ahora todos ellos están fallando. Los cuellos de botella en el comercio, la pandemia y la guerra en Ucrania han alterado las cadenas de suministro y han hecho que los precios se disparen.

El crecimiento de China, el mayor socio comercial de Alemania, se ha ralentizado drásticamente, a medida que su mano de obra envejece y empieza a reducirse, y alcanza los límites del crecimiento impulsado por la inversión. Se prevé que la propia población activa de Alemania se reduzca en unos cinco millones de personas durante la próxima década, a medida que la población envejece.

La crisis energética del país se agravó recientemente, cuando Rusia redujo el flujo de gas natural hacia Europa Occidental a través de su gasoducto Nord Stream. El combustible se ha utilizado como táctica de presión desde que Rusia invadió Ucrania en febrero.

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Alemania ha promovido durante décadas el petróleo y el gas rusos, lo que ha supuesto un ahorro de costes, pero también una arriesgada dependencia. Hasta hace poco, las importaciones rusas representaban más del 55% del consumo de gas del país, el 50% del de carbón y el 35% del de petróleo.

Estos porcentajes han disminuido este año, ya que el país se esfuerza por encontrar otros proveedores y renovar la infraestructura energética nacional, en gran parte paralizada tras las decisiones anteriores de eliminar las centrales nucleares y de carbón.

La restricción de los suministros de gas natural por parte de Rusia y las sanciones occidentales contra Moscú por su ataque a Ucrania también han hecho subir los precios de la electricidad, el petróleo y el carbón. Berlín ha elaborado planes para racionar los suministros a los fabricantes, desviando los suministros a los hogares y hospitales. Ya ha tomado medidas como la sustitución del carbón por el gas para la generación de electricidad y la creación de incentivos financieros para que las empresas ahorren energía.

Foto: Alemania será el segundo país europeo en recibir estos camiones. (Hyundai)

Casi una de cada seis empresas industriales alemanas está reduciendo o abandonando la producción en respuesta a los altos precios de la energía, según una encuesta publicada a finales de julio por la Asociación de Cámaras de Industria y Comercio Alemanas, o DIHK.

"Estas cifras son alarmantes", advierte el presidente de la DIHK, Peter Adrian, quien afirma que muchas empresas se están dando cuenta de que no pueden trasladar una porción tan elevada de los aumentos de precios a los clientes como sería necesario.

Heinz-Glas, un fabricante de vidrio de 400 años de antigüedad con sede en Baviera, fabrica uno de cada cuatro frascos de perfume del mundo. Entre sus clientes se encuentran Estée Lauder Cos. y L'Oréal SA. La empresa ha declarado que podría verse obligada a trasladar su producción al extranjero, donde la mano de obra es más abundante y la energía más barata.

Foto: Edificio de Citibank. (EC Diseño)

La empresa, que cuenta con unos 1.500 empleados en Alemania, depende en gran medida del gas natural procedente de Rusia: la producción de vidrio requiere temperaturas de unos 3.000 grados Fahrenheit (en torno a 1.650 grados centígrados). Sin un suministro constante de gas, los hornos de fundición de la empresa, que cuestan más de 10 millones de euros cada uno, se enfriarían y sufrirían graves daños.

Según Frank Martin, director financiero de la empresa, están pagando hasta 10 veces el precio que pagaban por la energía antes de la guerra de Ucrania. "Nuestros competidores están en Francia, están en Sudamérica. La crisis energética no les está afectando en la misma medida", expone Martin.

A finales de julio, el Fondo Monetario Internacional rebajó drásticamente sus previsiones de crecimiento de la economía alemana, hasta el 1,2% este año y solo el 0,8% el próximo, frente al 2,9% de 2021. Advirtió que la economía alemana podría enfrentarse a costes elevados y pérdidas de eficiencia mientras se adapta a una economía mundial más fragmentada, con cadenas de suministro atascadas y energía cara.

"Queremos ser más internacionales"

"La lección que hemos aprendido de las crisis de los últimos dos años y medio es que los modelos eficientes que teníamos en el pasado se vuelven muy ineficientes si hay interrupciones", explica Thomas Nürnberger, director general de ventas y marketing del Grupo Ebm-papst, un fabricante de motores y ventiladores con sede en el sur de Alemania.

Más de tres cuartas partes de los 2.300 millones de euros de ventas anuales de la empresa se realizan fuera de Alemania, mientras que la mayor parte de la toma de decisiones, la investigación y el desarrollo, y la producción, se han realizado en el país germano.

Ahora, después de que el sistema para traer los materiales que necesita demostrase ser frágil y poco fiable, ha comenzado a construir tres cadenas de suministro separadas, en Asia, América y Europa, abasteciéndose de la mayoría de los materiales cerca de la producción en esas regiones. Esto "nos hace más independientes de los contenedores y los barcos", cuenta Nürnberger.

Foto: Un recibo de la luz. (EFE/Javier Belver)

Además, sitúa los nuevos puestos de trabajo y las inversiones fuera de Alemania. "Queremos ser más internacionales", afirma.

El milagro económico alemán —su ascenso desde la devastación tras la Segunda Guerra Mundial hasta convertirse en uno de los países más ricos del mundo— se ha basado en gran medida en las exportaciones. Aproximadamente una cuarta parte de los puestos de trabajo alemanes dependen de las exportaciones, en comparación con el 6% de Estados Unidos.

Pero las exportaciones alemanas se han estancado desde finales de 2017, tras ajustar la inflación, y la producción industrial se ha reducido en torno al 15%. Eso refleja en parte una pérdida de competitividad: la industria alemana ha quedado por detrás de la italiana en los últimos años, lastrada por el aumento de los costes laborales, los elevados impuestos a las empresas y décadas de baja inversión causadas por la percepción de la reducción de la deuda como prioridad nacional.

También han surgido nuevas barreras al comercio internacional en medio del escepticismo de algunos lugares sobre los beneficios de una economía mundial integrada. En Estados Unidos, el expresidente Donald Trump impuso aranceles a los productos importados de China y la Unión Europea, entre otros. Trump criticó durante mucho tiempo los grandes excedentes comerciales de Alemania y amenazó con imponer aranceles a los automóviles alemanes importados.

Foto: Un barco de la armada de Taiwán en el puerto de Keelung. (EFE/Ritchie B. Tongo)

"La crisis actual [de los precios en alza] no terminará en unos pocos meses", reconoció el canciller alemán Olaf Scholz en julio, al inaugurar una serie de conversaciones de un mes de duración entre grupos empresariales y sindicatos con el objetivo de encontrar soluciones económicas. "Tenemos que estar preparados para que esta situación no cambie en un futuro previsible".

V&B Fliesen GmbH, un fabricante de azulejos del estado de Saarland, al oeste de Alemania, declaró en julio que trasladaría la producción de Alemania a Turquía este año. Unos 200 trabajadores de la planta alemana de la empresa serán reasignados o despedidos.

La empresa achacó su decisión a los "elevadísimos costes de energía, transporte, embalaje y materias primas, así como al alto nivel salarial de Alemania". Subrayó también que otros países, especialmente España e Italia, han mantenido bajos los costes de la industria y han obtenido una ventaja competitiva.

El estricto control de los costes, incluso en las empresas que fabrican maquinaria sofisticada o productos de alta tecnología para los mercados mundiales, ha sido históricamente una parte clave de la eficiencia de Alemania.

Foto: Foto: iStock.

Siltronic AG, una empresa con sede en Múnich que produce obleas de silicio para la industria de los semiconductores, eligió recientemente Singapur en lugar de Alemania para ubicar una nueva fábrica de 2.000 millones de euros, la mayor inversión de la historia de la empresa.

Ello se debe a que los costes de funcionamiento son más bajos en Singapur, incluso en lo que respecta a la energía y el personal, según explicó Christoph von Plotho, director ejecutivo de la empresa.

"El coste siempre es importante, incluso cuando se trata de un producto con una competencia relativamente limitada", afirma Von Plotho. Sus competidores producen obleas similares, por lo que el precio, y no la calidad, es lo que da la ventaja, explica. Señala además que, en Alemania, "no tenemos costes energéticos competitivos, que es uno de los principales factores de coste en una industria como la nuestra". Informó además de que, en la actualidad, alrededor del 60% de la producción total de la empresa proviene de Singapur, y se espera que la producción allí se duplique de nuevo con la nueva fábrica.

Las empresas alemanas ya han superado grandes crisis económicas, como la complicada reunificación de Alemania Oriental y Occidental en la década de 1990. En aquel entonces, el gobierno federal gastó cientos de miles de millones de dólares para reconstruir la antigua Alemania Oriental comunista. El elevado gasto hizo subir los precios internos y socavó la competitividad de las exportaciones alemanas, contribuyendo a elevar la tasa de desempleo hasta el 12% de la posguerra.

Foto: El presidente de Argelia, Abdelmadjid Tebboune. (Reuters/Archivo/Ramzi Boudina)

Una serie de reformas del mercado laboral a principios de la década de 2000 ayudó a reducir los costes laborales y a recuperar la competitividad alemana. Después, las exportaciones se dispararon, apoyadas por la introducción de la moneda común europea, cuyo valor se vio lastrado por la debilidad de las economías del sur de Europa, lo que hizo que los productos alemanes fueran menos caros en otras monedas. Durante unos años, Alemania fue incluso el mayor exportador de bienes del mundo, por delante de Estados Unidos y China.

Tras una breve pero pronunciada recesión a raíz de la crisis financiera mundial de 2008, la economía alemana se recuperó con fuerza, superando incluso a la estadounidense, ya que sus empresas pasaron a vender a China. La creciente clase media china compró con entusiasmo los automóviles de lujo de Alemania, mientras que las empresas alemanas fabricaban la maquinaria y los equipos de ingeniería que China necesitaba para construir sus ciudades, carreteras y ferrocarriles.

Por aquel entonces, la excanciller Angela Merkel llegó a acuerdos con el presidente Vladímir Putin que aumentaron drásticamente las importaciones de energía barata de Rusia.

La evolución de la industria automovilística

Además de la crisis energética, los cambios estructurales están contribuyendo a ralentizar el crecimiento. La industria automovilística alemana, que durante décadas ha sido la joya de la corona de su sector manufacturero, se está contrayendo drásticamente a medida que atraviesa la transición de los motores de combustión a los vehículos eléctricos. Así mismo, las empresas manufactureras chinas desafían cada vez más a las alemanas en los mercados internacionales.

Una de las consecuencias es que muchas empresas alemanas están trasladando la fabricación al extranjero. Es notable porque Alemania se salvó de la externalización masiva de puestos de trabajo en fábricas que muchas economías avanzadas, incluido Estados Unidos, sufrieron en el apogeo de la globalización en las últimas tres décadas.

Kostal Automobil Elektrik, un proveedor de automóviles centenario con sede en el oeste de Alemania, anunció en junio que pondría fin a la producción en Alemania a finales de 2024, cerrando sus tres plantas alemanas. Unos 900 puestos de trabajo serán reubicados o recortados, según los sindicatos. Eso incluye unos 100 puestos de trabajo en centros de atención al cliente que se trasladarán a Budapest.

Foto: Vehículos de Tesla en Vista, California. (Reuters/Mike Blake)

La empresa familiar, cuyos productos se encuentran en aproximadamente la mitad de los coches de todo el mundo, atribuye su decisión a los altos costes en Alemania, agravados por la pandemia y la guerra en Ucrania. También expresó que necesitaba invertir fuertemente en nuevas tecnologías a medida que la industria automovilística se va decantando por el formato energético de las baterías.

Los sindicatos advirtieron que la medida de Kostal podría crear un efecto dominó. "Existe el riesgo de perder competencia y, como consecuencia, de que se pierdan más puestos de trabajo en toda la industria automovilística alemana, así como de que se produzca una desindustrialización progresiva" de la región, advierte Fabian Ferber, representante del sindicato IG Metall en Kostal.

Ford Motor Co. anunció en junio que había elegido España en lugar de Alemania Occidental para producir una nueva generación de vehículos eléctricos. Stuart Rowley, director de Ford Europa, no quiso comentar en detalle los motivos de la decisión, pero los analistas señalan que los mayores salarios y costes energéticos de Alemania debilitan su competitividad. Según Rowley, la planta alemana de Ford en la región del Sarre seguirá fabricando el coche compacto Focus hasta 2025, pero su futuro no está muy claro más allá de esa fecha.

Las autoridades económicas y las empresas se han centrado durante décadas en reducir la deuda, lo que ha frenado la inversión y el aumento de la productividad. Como resultado, el stock de capital neto de la nación aumentó un 21% en las dos décadas hasta 2019, en comparación con el 41% de Francia y el 54% de Estados Unidos, según indica Bruegel, un 'think tank' con sede en Bruselas. Los datos muestran que, incluso en el sector manufacturero clave, la inversión alemana ha sido persistentemente inferior a la de Italia y Francia.

Foto: Bandera ucraniana ondea en Dnipro, Ucrania. (EFE/Orlando Barría)

El canciller Scholz tiene previsto aumentar el gasto público en los próximos años, incluido en ámbitos como la defensa y la energía verde, lo que podría crear nuevas fuentes de demanda y ayudar a cerrar la brecha de inversión pública con otras economías avanzadas.

Según Bernhard Jacobs, director general del grupo comercial conocido como la Asociación de la Industria de Conformación de Chapa Metálica, cientos de proveedores de automóviles alemanes de tamaño medio, que se enfrentan a un aumento de los costes de las materias primas y la energía, están teniendo problemas a la hora de invertir en la transición a las nuevas tecnologías. Las empresas del sector exportan aproximadamente un tercio de sus productos.

Los proveedores de automóviles en Alemania han perdido el 13% de sus puestos de trabajo desde mediados de 2018, según Deutsche Bank.

"Alemania está en peligro como ubicación industrial", afirma Jacobs. Subraya que las empresas en Francia están pagando un tercio menos por la electricidad que sus contrapartes en Alemania. La fuerte dependencia de Francia de la energía nuclear ha mantenido bajos los costes de la energía para los fabricantes del país durante mucho tiempo, aunque su ventaja disminuyó después de que Alemania comenzara a canalizar directamente el gas ruso hace una década.

Foto: Los mejores parasoles para el coche (iStock)

Por otra parte están los cambios demográficos, que dejan a Alemania, una de las primeras naciones europeas en experimentar una rápida caída de los nacimientos a partir de la década de 1970, con una dramática escasez de trabajadores.

Según una encuesta realizada en julio por la Asociación Alemana de la Industria de Ingeniería Mecánica, un grupo comercial, casi la mitad de las empresas alemanas de ingeniería mecánica se quejan de que la escasez de trabajadores cualificados está obstaculizando la producción, el nivel más alto registrado desde 1991.

Alemania necesita atraer a unos 400.000 trabajadores al año en los próximos años solo para mantenerse en pie mientras se jubila la generación del 'baby boom', según la agencia federal de trabajo.

Foto: Pedro Sánchez e Isabel Díaz Ayuso, en la Moncloa. (EFE/J.J. Guillén)

Koerber AG, una empresa de ingeniería con cerca de 12.000 empleados con sede en Hamburgo, ha duplicado recientemente el tamaño de su equipo de contratación, que ahora se compone de 20 personas. Actualmente, tiene 600 puestos de trabajo vacantes.

"Antes se publicaban puestos de trabajo y se recibían solicitudes, pero ya no es así", cuenta Gabriele Fanta, responsable de recursos humanos de la empresa. La contratación es difícil en todos los niveles de cualificación. Se tarda más de 100 días en cubrir un puesto de trabajo en una fábrica, señala.

Para ampliar la red de talentos, la empresa ha creado una oficina de tecnología y diseño en Oporto (Portugal), que ahora cuenta con unos 200 empleados. También está incorporando personal en China y Hungría. "Estas decisiones irán en aumento", afirma Fanta. "Estamos eligiendo trabajadores en las zonas donde están disponibles".

*Contenido con licencia de 'The Wall Street Journal'

La economía alemana lleva casi cinco años sin crecer. Su recuperación de la pandemia de covid-19 ha sido más débil que la de cualquier otra economía avanzada importante. Su capacidad para satisfacer sus necesidades energéticas está en entredicho. Y ahora, el país previamente conocido como el motor económico de Europa se tambalea al borde de la recesión.

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